Siete

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Kyle

No había parado en pensar en Annalise durante toda la mañana. ¿Habían sido imaginaciones suyas o parecía enfadada con él? Normalmente le daba los buenos días y le sonreía. Pero hoy no lo había hecho.

¿No lo habría escuchado cuando la saludó? A lo mejor tenía que haber hablado más alto.

Era imposible que estuviese enfadada por lo de la sesión que interrumpió Matt. Ella misma le había dicho que sabía que había sido cosa de su hermano y que no se lo tomaba en cuenta mientras aceptase dejarse hipnotizar, otra vez.

En ese momento quiso decirle un enorme NO, pero ella pestañeó varias veces y lo miró fijamente con esos enormes ojos azules; y el sólo pudo asentir. ¿Qué estaba haciendo? Iba a perder otra tarde intentando algo en lo que no creía, cuando podía aprovechar ese tiempo para realizar nuevos experimentos.

Miró hacia el frente y vio el pelo negro de Elsa. Todavía seguía sin poder decirle hola. Quizás estaba destinado a no hablar con ella nunca. Quizás su timidez y cobardía no tenían cura.

― Esto lo vamos a ver mejor en la clase práctica, así que recojan sus cosas que cambiamos de aula―habló el profesor.

¡Por fin!

Ya era hora de empezar con la Química de verdad. El profesor abandonó la clase y todos lo siguieron hacia una de las aulas de prácticas.

Esto ya era otra cosa. Se sentó al final de la clase con uno de sus compañeros y esperaron por las indicaciones del profesor.

Después de media hora de clase práctica, observó el matraz con frustración. Ese no era el color que debían obtener. Escuchó de fondo como el profesor daba por terminada la clase, pero él no recogió sus cosas. No entendía qué había salido mal y no iba a levantarse de ahí hasta averiguarlo. Empezó a leer sus apuntes para luego mirar la mezcla. ¿Qué había hecho mal?

― ¿Sorprendido de no haber causado una explosión o qué? ―Al escuchar la voz de Ann levantó la cabeza sorprendido para encontrarse a la rubia en la puerta.

― ¿Qué haces aquí? ―preguntó sin evitar sonar sorprendido.

¿Eso quería decir que no estaba enfadada con él? Entonces, ¿se lo había imaginado todo esta mañana?

Sinceramente estaba bastante aliviado.

― La pregunta es, ¿por qué tú sigues aquí? ―preguntó ella entrando en la clase, así que él la observó. Vestía unos pantalones vaqueros negros, con un suéter color beige de media manga, además traía su pelo completamente suelto.

Sacudió la cabeza y señaló el matraz.

― Eso no es lo debía pasar, no entiendo qué hicimos mal―indicó mientras ella dejaba la mochila en el suelo y se sentaba a su lado. Confirmado, no estaba enfadado con él. Ya le sonreía. Así que siguió hablando animadamente e incluso le pidió que le alcanzase uno de los tubos que había sobre la mesa del profesor mientras él volvía a su libreta hasta que escuchó la voz de Ann llamarlo.

Levantó la miraba y vio a Ann saludándolo con la mano completamente amarilla. Miró la mesa con cristales rotos, luego volvió a mirar su mano. ¡¿Eso era el líquido del tubo de ensayo?!

Se levantó a toda prisa y salió corriendo hacia ella muy preocupado. La tomó del brazo con cuidado y la arrastró al pequeño fregadero que había al final de la clase.

― ¿Estás bien? ¿Te pica? ¿Molesta? ¿Duele?

Preguntó a toda prisa. Si decía que no, todo iría bien. Si decía que sí entonces tendrían que irse a toda velocidad al hospital, y Matt lo mataría. Y el moriría de culpa.

La química entre tú y yo (TQST Libro #1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora