Cinco

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Kyle

Rectificaba.

Sentarse en el diván de Ann era una de las peores decisiones que había tomado en su vida. No llevaba ahí ni diez minutos y ya quería tirarse por la ventana. Bueno siendo sincero, tampoco había tenido muchas opciones para evitar estar ahí tumbado.

Annalise no había parado de llamarlo durante toda la mañana para recordarle su terapia de la tarde, y una hora antes de la hora acordada había conseguido colarse en su edificio y había tocado en todas las puertas hasta dar con su casa. Después de eso, lo amenazó con secuestrar todos libros de Química si no se sentaba en su diván.

Así que ahí estaba. Tumbado en el diván mientras se comía una de las galletas del surtido de galletas y refrescos que Ann había preparado en una bandeja, ya que según ella no había conseguido decidir cuales eran las galletas y bebidas adecuadas para los pacientes. La miró de reojo y la vio garabateando en su libreta. ¿Cómo se podía ser tierna y terrorífica a la vez?

Se encogió de hombros y siguió comiendo.

― ¿Y bien? ¿Cuánto tiempo llevas enamorado de esa chica? ―preguntó Ann por lo que él se atragantó y comenzó a toser.

Era demasiado directa.

No había ido nunca a un psicólogo, pero no creía que hablar con un psicólogo fuera así. Estuvo tosiendo un buen rato hasta que se bebió media lata de Fanta.

¿Mejor? ―curioseó Ann y él levantó el dedo pulgar―. ¿Eso quiere decir que llevas mucho tiempo?

¡No! ―se apresuró en responder―. No estoy enamorado, solo me gusta, creo.

¿Crees? ―inquirió Ann.

¿Estas galletas son hechas por Gabriel? ―curioseó intentando cambiar de tema.

Sí, pero no me cambies de tema―respondió Ann quitándole la bandeja de las galletas―. ¿Durante cuánto tiempo llevas mirándola melancólicamente desde lejos?

No sé.. quizás ¿tres meses? ―dijo sin pensar y Ann lanzó un grito.

¿¡Tres meses!? ―gritó Ann escandalizada.

No es tanto tiempo, ¿por qué esa cara? ―Ann se puso en pie y se puso a dar vueltas por la habitación.

¡Tres meses! ¿Pero cuál es tu problema? ―gritó Ann dejando de dar vueltas por la habitación para mirarlo como si de repente le hubiera brotado un brazo del estómago.

Tampoco es tanto tiempo ―se defendió ofendido.

Le estaba haciendo sentir como si fuera un acosador.

Que no la seguía a escondidas hasta su casa, ni la perseguía por los pasillos de clase. Solamente la miraba de vez en cuando, mientras pensaba la mejor manera de saludarla y no parecer idiota.

Tenemos que hacer algo con esa timidez tuya―declaró Ann con firmeza.

Estoy bien con mi timidez―refunfuñó.

No, no lo estás. ¡Tres meses y todavía no sabe de tu existencia! ―volvió a exclamar Ann con indignación.

Eso no es cierto, pasan lista en clase―dijo a modo de broma, pero Ann le dedicó una mirada de que no era gracioso.

Bien, entonces creo que es el momento para probar una nueva terapia―anunció Ann poniéndose en pie con solemnidad y dirigirse a uno de los cajones de su cómoda, mientras tanto él aprovechó para coger una galleta―. Vamos a probar a hipnotizarte.

La química entre tú y yo (TQST Libro #1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora