No puede ser... lo conoscoo!

1.6K 62 5
                                    

Di media vuelta asustada y comencé a correr hacia la salida.
-Ya lo conoces, ya lo conoces ___, ya lo conoces- repetía mi  subconsciente a punto de entrar en un delirio fugaz.

Mis piernas temblaban de forma extraña y creí que era aquel sueño o más bien pesadilla que suelo tener. Era el mismo sentimiento de angustia, un sentimiento tenebroso.

¿De dónde era ese chico?¿por qué me hacía sentir tan mal?

Seguí corriendo, hasta llegar a tiempo a la salida, antes de que mis piernas pierdan el equilibrio.

Él era ese tipo de personas que ves una vez y juras jamás olvidar, él era el tipo de persona la cual no se va de tu mente, él era ese tipo de persona la cual te confunde, él era el tipo de persona con rostro tan familiar como el de tus amigos. Él... era una de esas personas.

Mis piernas llegaron a su tope, tan solo me faltaban metros para llegar a la salida, pero caí al suelo. Un olor horrible comenzó a pasar por mis fosas nasales. Un retorcijón en mi estómago hizo que gritara de dolor, llamando la atención de cada persona que se encontraba allí. Y lágrimas hirviendo comenzaron a caer por mis mejillas.

-¿Qué le ocurre?- escuche decir a las personas.

-¡Llamen a una ambulancia!- grito otro.

Sentía los minutos pasar como si fuesen los últimos. Pero aún sentía el aire llegar a mis pulmones, me quemaba, pero llegaba. Y aquello me decía a gritos que aún seguía viva.

Desperté; sin sentir nada, con mi pulso y latir de corazón calmado. Mire a mi alrededor y verifique, gracias a los monitores y las blancas paredes; que me encontraba en el hospital.

Han pasado dos años desde aquel día, desde que caí en coma por una semana, desde que dejé de ser una chica normal.

-¿Saldrás con Tatiana?- preguntaba mi madre entusiasmada.

-No- respondí seca.

-¿Qué ocurrió ___?- dijo espantada- ¿Qué le has hecho?

-Nada, no le hice nada- respondí convencida de mis palabras.

Si mi madre supiera lo difícil que es para mí hacer amigos. Si mí madre supiera lo tarada y enferma que era Tatiana. Si mí madre supiera todo eso en estos momentos, me estaría apoyando.

-Entonces, ¿a dónde vas?- consulto sonriendo fingidamente.

-Iré al instituto- susurre.

-¿Para qué? Hoy no tienes clases- dijo algo extrañada por mi repentina salida, y más extrañada aun porque era en mi pesadilla viviente, el instituto.

-Me inscribí en un torpe taller de música- dije y salí de mí casa hacia mi coche. Sentía los pasos de mi madre tras mí.

-Hija si te sientes mal...

-Mamá- gruñí- asúmelo de una maldita vez ¿quieres? Ocurrió hace dos años.

Subí enrabiada a mi auto y lo hice arrancar rápidamente. Conduje con cuidado por las curvas y peligrosas calles de Madrid.

Llegue al frío instituto y baje rápidamente para llegar al taller de música.

Entre al salón sin golpear y tome asiento en unos de los muchos y vacíos bancos. No mire a mi alrededor. Debía ser invisible, y para eso debo parecer ocupada.

Llego el profesor, un hombre ya de edad a dar la clase. Llevaba una sonrisa consigo y parecía tan pasivo y bueno. La clase se comenzó a llenar de apoco. Comenzaron a llegar chicos; comenzó el ánimo para comenzar.

Pasaron las dos horas y el profesor dio el final de la clase. Todos nos pusimos de pie de manera rápida y ligera, comenzamos a salir de la clase de forma elegante; sin parecer desesperados por retirarnos. Yo nuevamente salí de las últimas.

Caminé por los pasillos ya oscurecidos del instituto, y llegue a la parte delantera. Había un grupo de chicos de pie allí, mirando no sé qué cosa; entusiasmados.

Comencé a agudizar mi vista y logre divisar a una chica en el suelo, en medio del grupo de  chicos. Deposite mis cuadernos sobre mi auto y caminé hacia donde la chica.

-Ayudame- susurro la pequeña rubia.

Entonces le mire a los ojos y pude ver aquel miedo. Estaba golpeada y no tenía otra cosa más como protección que sus brazos; los cuales también estaban moreteados.

-Aléjate idiota- oí que gritaron. Cubri a la chica que estaba en el suelo con mi cuerpo y tape mi rostro con ambas manos. Sentía los gruñidos y los insultos que habían a nuestro alrededor.

-¡Largo!- volvió a gritar la misma voz. Ese aire pesado y delirante que había de un principio se comenzó a desenvolver y solo quedo el aire liviano y que expresa paz.

-Graciias- le oí decir a la rubia.

Saque las manos de mi rostro y observe a nuestro héroe. Sonreí aliviada. Me pareció haberlo visto antes, pero aquello no importaba.

-¿Cómo lo has hecho? Eran como diez- alargue asombrada y con una estúpida sonrisa en mi rostro. El chico no hablaba, solo sonreí. Y no podía ver bien su rostro ya que la luz del sol me lo impedía. Pero su anatomía se me hacia familiar.

-Yo me voy, pero chicos... muchas, muchas gracias. No saben como se los agradezco- dijo la rubia- nos vemos mañana amiga- susurro y me dedico una sonrisa.

Ella era la primera persona que me llamaba amiga con ese tono de voz tan sensible.

-Veo que no fui el unico héroe- dijo el muchacho y estiró su mano para que yo me pusiera de pie.

-Yo ya los tenia, no te preocupes- dije riendo. Tirándome flores yo misma.

-Jajajajaja- río agudamente- como digas.

Hubo  un minuto de silencio. Una pausa y el chico se movió ligeramente hacia mí.

-Me debo ir- le anuncie- muchas graciias.

-No te preocupes- señaló.

-Ok, adiós superhéroe- me burle- gracias otra vez.

-Adiós, ___- exclamó cuando ya me encontraba a unos pasos de distancia. Procese aquello en mi mente y asombrada voltee.

-¿Cómo sabes mi nombre?- dije al aire. Ya que el ruliento ya no se encontraba allí!

Caminé de manera decidida a mi coche y entre en este para volver a casa. ¿Cómo sabía mi nombre?... esa pregunta rondo mi mente el resto del día; el resto de la semana siguiente.

Con la rubia; Raquel, nos volvimos buenas amigas... en realidad no sabría como decirlo, quizás nos volvimos buenas conocidas. Es tan tímida como yo, quizás no tanto como yo; pero si tímida.

-___- me llamo el profesor de  música- te busca un chico. Subí mi rostro asombrada ¿quién sera?

-Vee- susurro Raquel.

Me puse de pie lentamente y camine hacia la entrada. El profesor hizo un gesto y abrió la puerta. Quede impactada.

Mire su rostro aun incrédula. ¿Qué?  Era un sueño; eso debía ser. Era imposible que ocurriera algo como eso. Completamente imposible aun imposible de procesar por mi mente. Aquello no podía ser cierto.

-Tuu- susurre al borde de un colapso nervioso.

Mi respiración se volvió una obligación para mi cuerpo. Lleve torpemente una de mis manos a mi brazo para peñiscarlo con intención. Pero aquello solo me dejó aún más claro que estaba despierta y consiste de aquello.

Comenzó mi mente a funcionar como una película, comencé a recordar lo que paso hace dos malditos años atrás. Comencé a pensar si es que debía arrancar de aquel lugar y dejar a mis torpes recuerdos junto a él.

Su rostro, aquello que pedí a gritos olvidar pero que lamentablemente sé que jamás lograré hacer.


Mi ángel guardián♥{Daniel Oviedo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora