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Maratón cuarentena (3/3)

El vestido era negro y un poco ajustado para mi gusto, con mangas de encaje y cinturilla en dorado. Por suerte los tacones eran bajos porque no eran mi fuerte. Mamá se había encargado de delinear un poco mis ojos y colocar labial y color en mis mejillas con la excusa de que estaba más pálida de lo normal al tiempo que cuestionaba mi alimentación.

Según ella mi cabello no necesitó más que un broche que recogiera el cabello delantero el cual dejó al descubierto mis orejas de las cuales colgaban unos lindos aretitos dorados.

No era que usase mucho maquillaje o me arreglada seguido, por eso me sentí rara al observarme en el espejo.

Claire también se había preparado conmigo por lo que las dos estuvimos listas a tiempo, ella luciendo un hermoso vestido azul rey con plateado. La observé irse con la excusa de avisar a Borislav que ya estábamos.

Observé la pantalla de mi teléfono unos segundos sintiendo un revoloteo en el estómago, tenía nervios. Damián iba a estar ahí... Jodida mierda. Me decidí por salir de una vez y esperar abajo, así que tome una carterita dónde solo entraba mi teléfono y un par de billetes y salí.

Con la increíble suerte de chocar de lleno con un pelinegro de ojos claros. Justo venía saliendo de su habitación al tiempo que yo, por lo que el impacto fue pecho a pecho. El contacto visual se mantuvo hasta que sentí un intenso dolor en el tobillo derecho: se había semidoblado por culpa del tacón, aunque este hubiera sido bajo.

—Mierda —murmuré.

—Iba a decirte lo bien que te ves pero es que tu torpeza me lo impidió —se burló sin siquiera moverse, sólo observaba mis muecas de dolor.

No quería observarlo pero es que mis ojos eran tan curiosos como yo, fue así que con una escaneo rápido observé lo bien que le quedaba aquella camisa blanca ajustada, incluidos esos pantalones plomo. No entendía como el cabello húmedo y desordenado le quedaba tan bien, o porqué su piel parecía ser siempre tan perfecta... No sabía porqué tenía esa aura tan atrayente.

—Anda, vamos tarde.

Fruncí el ceño. Él... ¿estaba siendo mínimamente amable? ¿Se suponía que debía sospechar?

"Obsérvalo de cerca" recordé lo que pidió Kian por lo que bajé mi guardia.

Un paso y casi me voy de boca, gracia a la pared que no me abandonó y me ayudó a recuperar el equilibrio y ese maldito dolor en el tobillo seguía. Lo ví rodar los ojos desde mi visión periférica, adiós amabilidad.

Su mano sujetó mi cintura y tuve la sensación de que moriría de un paro cardíaco. Sentí sus dedos ejercer un poco de presión y empujarme con suavidad adelante, instándome a caminar.

—Si te dejo bajar sola, saldrás rodando por las escaleras. No hay que arruinarles la noche —añadió refiriéndose a nuestros respectivos padres.

Me dejé guiar y observé el rostro emocionado de Claire junto a Borislav al verme bajar de esa forma con Damián intimidando mis pasos, me sentía cohibida. Era una situación realmente incómoda.

Me sentía estúpida por estar tan nerviosa a su lado pero, vamos, con todo lo que había visto y vivido con él, tenía mis motivos. Joder, temblaba al pensar en cuántas cosas ocultaba aquel chico. Sin embargo, había un gran debate sobre qué era más fuerte: mi curiosidad o mi miedo hacia él. Por momentos parecía ganar la curiosidad y pues, ya saben el dicho.

—Ryan tiene el día libre. Ustedes pueden ir juntos y nosotros aparte. ¿Les parece?

«No, no me parece. Voy con ustedes», pensé.

DAMIAN (PAUSADA POR CORRECCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora