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Era innegable el escalofrío de terror que me invadió el cuerpo en un par de segundos, cientas de imágenes pasaron por mi cabeza como un metraje de terror en el que todos mis amigos eran destrozados por bestias.

Gritos de pánico y de ayuda, ya no sonaba la música y el ambiente, de por sí tétrico, ahora parecía un poco más macabro.

Damián y yo teníamos la atención fija hacía el lugar de donde provenía el bullicio, todo se tornó peor cuando de la nada todas las luces se apagaron.

—Joder —susurró—, se suponía que hoy no...

Su frase me pareció extraña más no quise indagar, él tomó mi mano mientras que yo encendía la linterna de mi celular e iluminaba el camino por dónde andábamos. Al llegar la fogata ya no estaba encendida y las personas que quedaban tenían las linternas encendidas: estaban asegurándose de que nadie quedase por ahí antes de marcharse todos. Aún habían unas veinte personas.

No veía a nadie conocido.

—Dame un par de segundos —dijo Damián antes de desaparecer como él lo hacía siempre: de la nada y en menos de un segundo.

Quería ignorar los desbocados latidos de mi corazón, pero era difícil. Tenía activado ese sexto sentido que te dice cuando algo anda mal, cuando va a ocurrir algo realmente malo. Me abracé a mí misma frotando mis brazos en busca de calor, el frío era desgarrador.

Sabía que no podía irme, que tenía que seguir con el plan, que no podía echar todo a la basura pero gruñidos y sonidos extraños se comenzaron a escuchar a nuestro alrededor. Nos estaban acechando.

Mi anillo no había quemado y brillando tanto como en ese momento, quería decir que la actividad paranormal era muy alta porque solo brillaba cuando habían cerca de mí seres del Inframundo.

—Por aquí.

Esa persona me habló en el oído y me arrastró por el brazo lejos de lo que antes era la fogata. Era Roberth.

—N-no olvides el plan, Sophia. Rose está aquí también, no dejaremos que nada te suceda —continuó luego de un par de minutos andando entre los troncos. Parecía nervioso.

Sus manos temblaban cuando las toqué.

—Roberth, ¿qué sucede?

No dijo palabra alguna, la luz de la linterna me permitía ver su rostro contraído. Muchas emociones surcaban su rostro.

—Lo sé —dijo—, s-sé quien la... asesinó.

Sus palabras me habían dejado sin aliento y con cierta sensación de curiosidad. ¿Cómo lo sabía? ¿Quién era?

—N-no es nadie que conozcamos, al menos yo no... No es un humano —hablaba apresuradamente—. Él es... ni siquiera tiene aspecto de ser humano, su mirada es macabra... L-la asesinó y no lo lamenta ni un poquito, Sophia... Yo no... No sé qué...

—Roberth, respira por favor —le pedí—. Por más difícil que sea debes calmarte.

Negaba y miraba a los lados.

—Tengo una protección hecha por Rose y aun así él... pudo acercarse. ¿No lo entiendes? Él está... aquí. Nos escucha y observa —murmuró—. Me arrinconó y me admitió que la mató, Sophia, y... quiso hacerlo conmigo... tenía ojos rojos, era muy alto, dientes filosos, cabello largo... No es humano...

—¿Qué estás intentando decir?

—Que esto no está sucediendo según lo planeado.

En ese momento se comenzaron a escuchar especies de llantos y súplicas perdidas en el aire y un manto oscuro nos cubrió la luz de la luna.

DAMIAN (PAUSADA POR CORRECCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora