KIM HYEON

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El mundo era extraño en muchos sentidos y las ironías parecían primar en la vida de Kim Hyeon, quien más que darle importancia al presente parecía aferrarse al pasado. Un pasado que en su momento no le pareció del todo malo pero que aparentemente marco y marcaria por siempre su vida.

—Noona... —gemía Lee Jinki de tiernos 15 años bien posado entre sus tersos muslos totalmente absorto en el placer de su debut sexual, Hyeon por el contrario apenas y lograba respirar con el doloroso nudo que tenía no sólo en el pecho, también en el estómago.

Sabia que estaba haciendo algo horrible y se sentía horrorizada  con sus propios jadeos,  casi podía echarse a llorar mientras sus labios traidores le pedían más a aquel niño al que veia como a alguien mas.

Mientras sus gemidos y jadeos la avergonzaban tanto o más que sus pensamientos ella comenzó a recriminarse su presencia en esa habitación ¿pero no había  buscado ella misma aquel encuentro? ¿No había subido las gradas buscando precisamente aquello como en el pasado? Besos torpes sobre su pecho, caricias tímidas, frases inocentes y la torpeza de sus movimientos le recordaban que no era "él" ¿eso la reconfortaba o la decepcionaba? Nunca logró discernirlo pero cuando aquel niño terminó por darle un orgasmo ella agradeció al universo porque éste hubiese caído dormido y enseguida  más que  asqueada consigo misma  se apartó de la cama y tomando una camisa tirada sobre una silla caminó hasta el diván empotrado a la ventana mas próxima y se sentó en el a observar la enorme luna llena incapaz de darse vuelta y mirar aquella habitación a la que no había entrado en años, pero la parte más retorcida de su ser la obligó a ver...

Un sutil lamento abandonó sus labios al contemplar aquel lugar que siempre parecía estar en tinieblas cuando ella estaba dentro, muy pronto sus manos cubrieron su boca para acallar cualquier sonido que pudiese manar de ella.

Había pasado tanto tiempo... la habitación apenas y conservaba el lustroso parquet ligeramente arañado por los años, el resto había cambiado por completo, pero había algo que tampoco había cambiado y era el hecho de que una vez más ella estaba en la obscuridad intentando escapar de esta y esforzándose por guardar cualquier sonido lastimero brotando desde el fondo de su pecho.

Hyeon se meció de atrás hacia adelante ahora cubriendo sus oídos, los besos y las caricias de Jinki permanecían frescos sobre su piel ¿Qué había hecho? El se parecía tanto a aquel hombre que de inmediato corrió fuera de la habitación y cogió aquel cuchillo que había subido, teniéndolo fuertemente empuñado en sus manos temblorosas,  se acercó a la cama donde el hijo de aquel hombre dormía satisfecho después de haberla usado tal y como lo había hecho su padre tantas otras veces dentro de esa habitación. Cegada por la locura del momento elevó aquel arma blanca dispuesta a apuñalar en el corazón a aquel demonio y así purificar su alma, pero cuando estuvo a punto de hacerlo, Jinki  se dio vuelta durmiendo tan pacíficamente como cuando tenía sólo dos años, Hyeon palideció, aunque él era casi un clon de aquel hombre, simplemente no era él...

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