Capitulo 2

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Un día lluvioso, gris, frío, me gusta. Salgo a caminar por las calles, estoy sintiendo angustia nuevamente. Hace tiempo que no me sentía así. Me pongo el gorro de mi polerón negro y corro velozmente, como si huyera de algo que me sigue, que me ha seguido siempre, hago caso omiso a mi cansancio, tal vez deje atrás esa angustia maldita que me vuelve a molestar y me recuerda que sigo viva, esa que no se olvida de mí.

Sin notarlo he salido de la parte más oscura de la ciudad, estoy en el centro, en donde gente trata de hacer vista gorda a la inmundicia de la ciudad y vive su vida de la forma más norma y tradicional posible. No es mi lugar, no es mi estilo.

Mmm... pero que veo, hasta los lugares más lindos de la ciudad tienen sus rincones oscuros, un sujeto está asaltando a una muchacha a plena luz del día, y la gente parece no estar interesada de entrometerse, pues finge no notarlo. La está forzando a ir a un callejón, maldito. Me acerco sin sacarme el gorro, ella forcejea con él y no permite que su asquerosa mano le suba el vestido verde que porta. Él se cansa de su resistencia y alza la mano para golpearla, pero mi mano detiene el vuelo. Se da vuelta con sorpresa para ver quién es la persona que le interrumpe, pero no alcanza ni dos segundos a mirarme, cuando mi otra mano lo agarra por el cuello, lo alzo y empujo con fuerza contra la pared.

- "Qu.. quien demo...nios eres" me dice tratando de hablar dificultosamente dado a la presión que ejerzo.

- "No querrías saberlo" digo acercando mi rostro al suyo, y luego lo lanzo a unos tachos de la basura. Me acerco a la chica para ver como está.

- "¿Estas bien?" dijo secamente tomándole los hombros, pero en el momento en el que alza la mirada quedo impactada, sus ojos son tan hermosos son como dos hermosas esmeraldas que se me hacen familiares, y están algo húmedos por el susto. Nunca me había perdido en los ojos de alguien, que sensación más extraña. Pero su rostro cambia a una expresión preocupada que me alerta junto a su grito.

- "¡Cuidado!"

Siento como una mano en mi hombro me voltea y un fierro se acerca a mi rostro, pero mi brazo alcanza a interponerse protegiendo mi cara, me lo avienta nuevamente, y otra vez mi brazo me protege, ese último dolió, grave error. Al tercer intento es mi mano que lo detiene, él se sorprende y no lo suelta, tratando de quitármelo forcejea, pero una patada en su estómago le hace soltarlo y caer de espalda. Me acerco con el lentamente y le veo amenazante con el fierro en mi mano, está en el suelo, indefenso, sabe lo que le espera, por eso no lo piensa dos veces y arranca. Tiro el fierro a un lado y recuerdo a la chica, por lo que volteo a verla. Me acerco y recojo un bolso que se le cayó mientras forcejeaba y se lo entrego.

- "Gracias, de no haber sido por ti..."

- "No tienes que decirlo" digo con indiferencia

- "Vengo llegando a la ciudad... vaya recibimiento" sonríe y se arregla el cabello. No digo nada, pero la veo de reojo, como la lluvia humedece su largo cabello oscuro como la noche.

- "¿No eres de acá?" pregunto disimulando mi curiosidad.

- "Si, pero estuve fuera del país durante un tiempo. Es bueno saber que aún hay gente que se preocupa e interviene en situaciones como esta"

- "No es eso, solo pasaba" mi tono de siempre, frío, aunque debo decir que algo pasa que no me hace sentir tan impasible como siempre.

- "Aun así, eres muy amable en hacerlo. Al parecer eres muy bueno rescatando damiselas es peligro, eres fuerte"

- "Buena... soy mujer" dije sacándome la capucha de mi polerón al darme cuenta de que me confundía con un chico. Me mira detenidamente por unos segundos y luego sonríe.

La ciudad del vicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora