Capitulo 8

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El sonido del violín, me trae el recuerdo de mi niñez, mi madre disfrutaba de la música clásica por las mañanas. El sonido del piano era lo primero que escuchaba en el comienzo de un nuevo día. Me levantaba rápidamente y corría hasta llegar al estudio, donde le observaba, como sus hábiles dedos presionaban las teclas que emitía las notas que componían la dulce melodía. Son pocos los recuerdos que tengo de aquella época, de mi infancia, creo que conservé la mayoría de los buenos, y dudo que existieran malos. Pero, aun así, son pocos, por más que insisto en recordar, no puedo.

Pero ahora en mi mente comienzan a grabarse nuevos recuerdos, y la dulce melodía del violín me trae a mi mente la imagen de ella tocándolo de manera delicada y graciosa, con los ojos cerrados, sin notar que la observo hace ya un largo rato recargada en el marco de la puerta. El sonido que emite la manzana que acabo de morder le hace abrirlos. Me sonríe dulcemente.

-"llevas ahí mucho tiempo" pregunta coquetamente, ya comienzo a acostumbrarme a su personalidad.

-"no, solo pasaba" digo mostrando indiferencia.

-"ah... entiendo" responde con mirada cómplice, ella también se ha acostumbrado a la mía.

Me acerco a ella y le ofrezco una manzana, con solo un gesto, ella la recibe. Le veo con atención, pero por un extraño motivo, al momento que da la primera mordida, siento como mi rostro se entibia hasta arder de un segundo a otro y mi corazón late de manera extraña, incontrolable y molesta. Ella alza la mirada, encontrándose con mi rostro completamente ruborizado, me sonríe de manera pícara, desvió rápidamente la mirada, pero puedo sentir como aun sonríe. Siento el impulso de cortar rápidamente la situación. Volteo para retirarme, pero siento como toma mi mano. Me quedo mirando sorprendida como ambas manos están tomadas, esa clase de contacto es totalmente ajeno a mí, pero aun así no lo detengo ni dejo de verlo.

-"de verdad, gracias por el retrato" me dice seria. Alzo la mirada hacia ella.

-"eso fue hace días" digo con mi tono de siempre.

-"si sé... pero el tenerlo y poder verlo me da fuerzas de continuar con esto... y gracias a ti lo tengo conmigo"

-"ya te lo dije, estaba ahí nada más, así que no me lo agradezcas, pues nunca tuve esa intención... solo lo traje, es todo"

En ese momento me doy cuenta que aún tiene mi mano tomada, y que aún se lo estoy permitiendo. Las miro y me suelto, perdiendo el calor que me provocaba el contacto. Me doy vuelta, dándole la espalda, dejándola en esa habitación.

-"deberías tocar más" digo antes de salir.

Me dirijo a la sala y me siento en el sofá, levanto levemente la mano para observarla, aun la siento cálida. Mientras la miro me pierdo en mis pensamientos. Ya ha pasado una semana desde que estamos en esta situación, y algo en mí despierta cuando la tengo cerca, una sensación indescriptible y desconocida, que me inquieta, pero a la vez me calma. Y no saber percibir que es lo que me sucede me molesta.

De pronto su presencia se aparece en la sala. Le veo y me levanto para dirigirme a la cocina, solo para evitarla.

-"Kara..." escucho suavemente.

-"que?" le dirijo una mirada fastidiada que le hace mirar hacia otro lado.

-"nada" su mirada me hace arrepentirme del tono que empleé, pero no me retractaré.

Una vez en la cocina, apoyo mis manos en el fregadero, tomando un vaso de agua de un solo sorbo, y controlando mis pensamientos e impulsos. Es entonces cuando recuerdo lo que Lena me dijo hace unos días acerca de la muerte de su madre. Después de unos minutos vuelvo a la sala donde está ella.

La ciudad del vicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora