Capitulo 11

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Puedo sentirlo, el peligro está cerca, eran ellos. Volteo rápidamente, temiendo por lo que sucedería si no alcanzaba a llegar. Corro lo más rápido que puedo, con la respiración ahogada no por cansancio, si no por angustia. ¿Tengo miedo? Una sensación que no sentía desde hace más de trece años ahora se hace presente. Mi mente maquinaba miles de ideas, y repaso una y otra vez la conversación que tuve con ella hace un rato, intensificando la sensación de angustia. Cuando abandoné el restaurant lo hice sin meditar mucho el asunto, pero con la intención de que ella se fuera, de tal vez sacarla de mi vida tan fácil como entro. Pero lo que ella me dijo, esas palabras, me hicieron arrepentir inmediatamente de la idea de no volver a verla. No puedo permitir que se la lleven.

Había estado caminando por varios minutos, por lo que distaba ya bastante del restaurant, pero sé perfectamente que para un auto le sería más rápido llegar, por lo que corro sin parar ni disminuir la velocidad ningún segundo, tomando, en rápidas decisiones, atajos por callejones o nuevas rutas.

Cuando me quedaban pocos metros para llegar a mi destino, puedo visualizar la parte posterior del auto que ya se estaba yendo. Entro violentamente al restaurant, llamando la atención de los demás clientes que estaban de pie la gran mayoría con rostros de confusión. Miro hacia donde hace unos minutos habíamos estado sentadas, pero no había nadie. Me acerco rápida y agitada a la camarera y le tomo de los brazos.

-"la chica que estaba allí conmigo hace un momento, ¿donde esta? ¿Donde?!"- pregunto con brusquedad e impaciencia.

-"e- ella se fue con unos sujetos... forcejearon unos segundos, pero se la llevaron de todas formas a la fuerza"- me responde temerosa.

Cierro por dos segundos mis ojos e inclino mi cabeza hacia atrás, lo que temía sucedió, los hombres de su padre vinieron por ella. Salgo de la misma manera que entré. Miro hacia la calle donde se fueron, no deben estar tan lejos, esta calle es recta sin ninguna intersección dentro de un par de kilómetros. ¿Pero cómo lo haré?, debo pensar rápidamente en como lo haré, miro a todos lados, viendo en el otro lado de la calle a un chico que está poniéndose su casco mientras levanta su pierna para subirse a su motocicleta. Cruzo la calle sin importar el tráfico, hasta llegar al chico. Lo tomo por sorpresa, le agarró del cuello de su ropa y lo arrojo a la vereda, cayendo al suelo. Luego me subo rápidamente, enciendo el motor y acelero haciendo rechinar las ruedas y dejando una cortina de humo.

-"¡hey! ¡¿No... mi moto... que haces?! ¡MI MOTO!"- el chico trata de seguirme, pero ya me perdí en la calle.

Voy a toda velocidad, esquivando con maestría y agilidad los autos que van mucho más lento que yo, aun no alcanzo a ver a ese automóvil negro. En este momento desearía tener un casco para poder evitar que el viento me golpee tan fuerte el rostro, pero eso no importa, mi única preocupación es llegar a ese auto y recuperarla.

-"ya, quédate quieta, mi paciencia es corta!"- dijo el hombre quitándose las gafas.

Se encontraba en el asiento trasero terminando de amarrar a la chica que de todas las maneras posibles trataba de zafarse. El hombre estaba molesto, pues la chica le había dado una firme pelea, propinándole más de un golpe, pero recibiendo uno de vuelta para advertir que el hombre no jugaba.

-"y que haremos con Zor-El?"- dice el sujeto que maneja.

-"iremos a dejarla con su padre, recibiremos la recompensa y luego iremos por Zor-El y la mataremos, recibiendo la segunda parte de la recompensa"

-"deben ser muy tontos para pensar que le podrán hacer daño siquiera"- dijo la chica entre risas mientras estaba amarrada y con un leve hilo de sangre saliendo de su labio.

La ciudad del vicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora