Capitulo 3

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Se escuchan varios disparos y el grito de una mujer, que tras otro disparo se apaga. Un par de risas masculinas y palabras vulgares. Una niña de unos ocho años, de cabellos rubios escondida dentro de un armario, fría, paralizada, con sus ojos azules abiertos de par en par, viendo la escalofriante escena desde la pequeña apertura de la puerta del mueble en el que se esconde, que dibuja una línea vertical de luz en su rostro.

Abro los ojos, me encuentro con el techo de mi habitación. Mi corazón está acelerado y estoy sudando. Ese maldito sueño aun me persigue. Una ducha de agua fría me despertará completamente y dejará mi mente nuevamente en blanco. Salgo de la ducha y me paro delante el espejo, después de mirar mi pálida piel abro el mueble y saco un frasco de pastillas para tomar una. Una vez lista me acerco al sobre que se encuentra en el escritorio, que abro y releo:

"... una cordial y exclusiva invitación para la subasta de beneficencia ofrecida por el distinguido señor Lionel Luthor..."

Subastas benéficas, una buena forma de demostrar que tan podridos están de dinero y poder, y aparentar en las páginas sociales del periódico lo buena gente que son. La gente siempre cree que un millonario es tal debido a su indolencia con el resto y a que le roba de manera sucia a la gente, pero nadie jamás duda ni cuestiona a un millonario caritativo. Es un hombre inteligente.

Se realizará esta noche, y ahí estaré para llevar a cabo mi trabajo. Sé que es peligroso, estos eventos son donde hay mayor seguridad al ser públicos, pero eso es lo que lo hace entretenido. Mientras más difícil sea, es mayor el desafío. Busco en mi armario el traje que debo usar, será mejor no llamar mucho la atención, y confundirme como un hombre. Ajusto mi corbata negra y mis puños. Todo parece perfecto. Luego de mirarme fijamente a los ojos, ausentes de brillo, salgo del departamento y voy rumbo al lugar.

- "Buenas noches señor" me dice el chico a quien le entrego las llaves de mi deportivo rojo para que lo estacione.

Camino hasta la entrada. El recibidor me pide amablemente la invitación. Es un evento muy exclusivo, pero no me da mucho trabajo conseguir mi pase de entrada, sin levantar sospechas. Una vez dentro de ese enorme hall, lleno de gente de la más alta alcurnia. Conversan refinadamente con su copa en la mano, negocios, viajes, basura. Mis ojos se mueven de un lado a otro reconociendo a todo el plantel de seguridad. Pueden parecer invitados más para los ojos de todos, pero no para los míos. Puedo identificarlos con facilidad. Hay muchos, más de lo que generalmente acostumbro, pero no me intimida.

Un mozo me ofrece una copa que recibo en mi mano. Camino lentamente recorriendo el lugar, observando lo que pronto se subastado, antigüedades, joyas, y una gran cantidad de piezas de arte. Me quedo viendo una de las pinturas.

- "¿Te gusta?" escucho una voz familiar que me hace voltear.

- "Tu... la chica del otro día" digo sorprendida de volver a verla.

- "Eso es muy injusto, yo sí recuerdo tu nombre Kara" me dice de forma coqueta.

- "Recuerdo que comenzaba con L" que mentirosa, recuerdo perfectamente su nombre.

- "Lena" me dice sonriendo.

¿Me está coqueteando? No lo creo. Esa sonrisa, siento que mi rostro se está volviendo más acalorado. Volteo a la pintura para contemplarla y darle la espalda, mi rostro vuelve a su temperatura normal.

- "Me parece a simple vista muy gráfico. Aunque siento que otro sentimiento es el que se refleja detrás de esas olas golpeando las rocas" digo secamente sin verle, mi mano sostiene la copa, y la otra dentro de mi bolcillo del pantalón.

La ciudad del vicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora