Capitulo 18

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Se pueden escuchar los pájaros que avisan el amanecer de un nuevo día. A cada minuto, la luz solar se expande más por la pieza, llegando por fin a los ojos de la rubia, los arruga y tapa con el dorso de su mano. Parece ser una solución, pero el ruido de los pájaros cantando a la mañana no le permite retomar el sueño.

-"maldición"- toma la almohada y la acomoda para tapar sus oídos, dándole la espalda a la ventana.

La chica se despierta un poco por el movimiento de la cama, para voltear a la rubia y acomodarse nuevamente para dormir. Pero ya era tarde para la rubia, que por más que cerrara los ojos, inconscientemente estaba demasiado atenta al ruido del pájaro de afuera. Pudo notar que eran varios pájaros, probablemente un nido. Sus ojos cerrados, pero su ceño frunciéndose cada vez más. Estaba cansada, por fin podía conciliar el sueño después de días de no hacerlo, además de toda la acción que tuvo con la chica hace unas horas. Tenía pensado dormir hasta la tarde si era necesario, pero la naturaleza se lo impedía. El monótono sonido, sin siquiera un cambio de frecuencia terminaron por fastidiarla.

-"por un demonio ya cállense!"- exclama arrojando la almohada por la ventana, haciendo volar a las aves.

-"Kara!"- reprocha la recién despertada por el sobresalto del grito. –"Por Dios, al menos ya sé que tu odio por el dulce canto de las aves sigue intacto"- dice volviéndose a acomodar.

-"dulce? Es infernal... dame un poco de tu almohada"- dice acomodándose y empujando un poco a la chica.

-"no es mi culpa que arrojaras la tuya a esas inocentes aves"- dice dándole la espalda.

La rubia frunció el ceño, definitivamente apoyaría su cabeza en algo. Tomo la punta de la almohada en la que se apoyaba, y contó mentalmente hasta tres, jalándola con fuerza calculada y rápidamente poniendo bajo la cabeza de la chica su mano, para evitar que sintiera abruptamente la ausencia.

-"pero que...?"

Antes de que pudiese continuar, su mano que sostenía la cabeza de la chica la atraía y acomodaba en su pecho, mientras la otra ponía la almohada robada tras su cabeza.

-"bien, asunto arreglado... a dormir"- dijo acomodándose en su propio lugar, cerrando los ojos con serenidad.

La rubia pudo reconciliar el sueño, mientras que la chica, imposibilitada para moverse por la mano y piernas de la rubia, no pudo. Al principio no podía creer que la rubia hubiese hecho eso, pero luego se acomodó y acurrucó mejor. No pudo volver a dormir, pero se quedó meditando, con esa primavera que le dejó la noche anterior. Repasó por su mente los momentos vividos, la frialdad inicial de la rubia que era capaz de congelarle hasta los huesos, la dolorosa verdad descubierta, la tragedia, los sustos, y el romance. Pensó en que volver a vivir todo estaría bien, siempre y cuando estuviera ella a su lado.

Pasaron largos minutos, tal vez horas, no había tenido noción del tiempo hasta que se le ocurrió aprovechar el día. Se movió y ágilmente logró salir del agarre sin despertarla, y se dirigió a la cocina para preparar el desayuno.

-"hey dormilona, despierta"- dijo sosteniendo una bandeja. Al escuchar eso se despertó con pereza, refregando sus ojos con las manos y acomodándose.

-"creí que seguías acostada conmigo"

-"te refieres a después de que me quitaras mi almohada"

-"ah... eso... gracias por entregármela"- dice comiendo de la tostada.

-"entregártela? Me la quitaste!"

-"como sea... esta bueno el desayuno. No debiste molestarte"

-"claro, cambia de tema... y claro que no debí molestarme, me despertaste y luego..."- la chica fue interrumpida por una tostada en su boca, puesta por la rubia.

La ciudad del vicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora