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En la madrugada del siguiente día todo parecía normal, todos dormían plácidamente en sus casa. Bueno, todos no. Cierto castaño caminaba junto su cerdo atado a una correa y el inventario lleno de materiales básicos como piedra y madera junto a algunas cosas que le parecieron útiles. Se encaminaba a la casa de Willy, el cual le esperaba en la puerta de su hogar. Ambos chicos se saludaron desde la lejanía y una vez estuvieron juntos el menor abrazo al contrario.

-¿Cómo te sientes?- Preguntó mientras se separaba levemente del abrazo observando la sorpresa en el rostro del castaño.

-Algo nervioso...- Respondió mirando a su alrededor con cierta tristeza.- No pensaba que me podría sentir mal ante esta idea.

-La despedida es difícil, pero cuando estemos lejos y te encuentres en paz veras como habrá merecido la pena.- Intento convencerlo el peliblanco, sabía que su amigo en verdad tenía un gran cariño al pueblo, pero también sabía que no lo podía dejar seguir mal. -Además, ya me prometiste que lo harías-

-Lo sé... No me echaré atrás- Dijo y empezó a andar seguido por Willy- ¿Llevas lo suficiente en el inventario?-

-Sí, es más, tengo la mitad del espacio lleno de comida por si las moscas. Nunca sabes cuando necesitarás subir algo de vida-

-Bien, pues creo que estamos listos- Comentó mientras ambos aceleraban un poco más el paso, eran las 5:30 am, el sol saldría como en 1 hora y media más, tenían ese margen para irse lo más lejos posible.

Su caminata era silenciosa en su mayoría, a veces bromeaban o charlaban para luego volver al cómodo silencio que los acompañaba. Cuando llegaron a la colina con el cartel de entrada al pueblo Luzu se giró echando un vistazo al pueblo que en verdad tanto quería.

Ante su acción Willy decidió girar, y así ambos se quedaron unos minutos observando el pueblo por última vez antes de seguir el viaje. Con un lento suspiro el mayor se volvió a girar para seguir el camino, seguido por su amigo.
Las horas pasaron y amaneció, para ese punto ya estaban en un bosque alejado de Karmaland, si alguien notaba su ausencia y decidía buscarlos tardaría mucho para dar con el lugar.

-Estoy agotado.-Se quejó el castaño sentándose en el tronco de un árbol caído. Su mascota se tumbó en el suelo también mostrando cansancio.- Y Manolo también.-

-Bueno, descansamos un rato y luego ya seguimos.- Dijó el ojiverde sentándose al lado del mayor.

Willy no pudo evitar mirar a Luzu, ya que este había sacado algo de un bolsillo de su pantalón. Era una foto de él y de Auron, antes de las elecciones, antes de que todo se jodiera.

-Es triste... es triste pensar lo mucho que llegué a quererlo y cuidarlo para que luego todo acabará así.- Dijo en un tono quebrado el mayor, mientras contenía las lágrimas en sus ojos. No se iba a permitir llorar por algo que no tenía solución, no iba a ser tan débil.

Luzu se sorprendió al sentir el abrazo por parte de su amigo, el cual acariciaba su cabeza como muestra de cariño y apoyo. Se acuruco mejor en el abrazo mientras recibía las caricias. No necesitaban palabras, Willy percibía la tristeza de Luzu, mientras que este agradecía internamente su apoyo. Y así pasaron el rato, el castaño acurucado entre los brazos del contrario mientras volvía a guardar la foto en su bolsillo, o eso creyó, pues el papel cayó al suelo, pero ninguno de los dos se percató de ello.

-Venga, sigamos.- Hablo finalmente Willy al cabo de varios minutos, no le incomodaba la situación pero tenían un largo camino por delante. Así fue como ambos volvieron a su caminata, ahora hablando despreocupadamente, bromeando y riendo juntos. Siendo felices en mitad de aquel bosque, rumbo a un lugar que les brindará paz.

~En Karmaland, es misma mañana~

El pueblo despertó con normalidad, y poco a poco la gente fue yendo a sus puestos de trabajo para empezar otro día más. Alex y Fargan charlaban tranquilamente en la comisaría a falta de algo que hacer. Lolito revisaba quien había pagado sus impuestos, los únicos que faltaban por hacerlo eran Luzu, Vegetta y Rubius. Mientras tanto el cura del pueblo se encontraba en la iglesia esperando a Auron, si, Auron iría a la iglesia. Cuando el azabache le pidió al rubio verse en la iglesa para confesarse no pudo ocultar su sorpresa, Auron nunca había pisado la iglesia y de repente le apetecía ir.

Pero eso no le atormentada al rubio, simplemente se metió en la pequeña cabina del confesionario mientras oía la puerta abrirse, seguidamente se escucharon pasos que se detuvieron delante de la cabina.

-Padre, vengo a confesarme como ya le dije.

-Lo sé hijo, ahora dime sobre que.

-¿Alguna vez traicionó a alguien para protegerlo y lo lastimó?...-

¡Vámonos! (LuzuRex)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora