"-Tío, no puedes seguir así más tiempo
-Seguiré así hasta que me sienta en paz otra vez
-Pues vamonos
-¿Irnos?
-Si, tú y yo solos donde puedas sentirte mejor"
Una historia en la que Willy y Luzu deciden irse un tiempo de Karmaland. Durante este tiem...
Ya había pasada casi 2 semanas desde que se fueron. Semanas en las que Luzu no se dio cuenta de 2 cosas. La primera, que las llamadas de sus amigos no le llegaban por tenerlos bloqueados y la segunda, la repentina amabilidad y trato más cercano y cariñoso por parte del menor, aunque esto último no había quien lo entendiera.
Mientras Luzu solo veía a Willy como un amigo que le acompañaba a esta locura, el ojiverde pasaba horas desvelado intentando aclarar sus ideas. Cosa que no conseguía, siempre acababa pensando lo mismo. "Es solo un amigo, ya está. Debo dejar de pensar tanto". Aunque una parte de él sabía que esto era mentira.
-¡Buenos días!- El castaño se había tirado encima de Willy para despertarlo, haciendo que este se asustará al sentir a Luzu encima suyo.
-Joder chaval. No hay otras maneras de despertarme.- Habló Willy observando al mayor, el menor estaba tumbado mientras el mayor estaba encima suya, con una distancia prudencial entre sus rostros. Se fijó en cada detalle del rostro del contrario, haciendo que los ojos de ambos se miraran mutuamente. Esta pequeña mirada hizo al ojiverde sonrojarse.
-Sí las había, pero esta era la más divertida- Rió levemente Luzu, quitándose encima del contrario, sentándose en la cama de este unos segundos para luego levantarse.- Venga, que es otro día más.- Dijo animando a su compañero, el cual veía levantarse como un gran reto que prefería no cumplir. Pero al fin decidió incorporarse, para empezar a prepararse para aquel día.
~En Karmaland~
A este punto todo el pueblo estaba informado de la extraña desaparición de los chicos. Habían quienes arrojaban esperanza diciendo que volverían, que tal vez se fueron por una urgencia de último momento. Los más fantasiosos decían que habían abierto un portal al Ender y otros simplemente se pasaban los días preocupados, ¿y sí se los habían llevado a la fuerza?
Uno de los que compartía esta idea era Auron, el cual se pasaba el día en su casa, dedicándose al huerto, a sus animales y estar pendiente del teléfono por si el castaño le llamaba.
El de piercings estaba en su casa sentado en el sofá acariciando a Frederick hasta que el teléfono sonó. Miro rápidamente para ver quien le llamaba, decepcionandose al ver que se trataba de Vegetta.
El de ojos morados había reunido a todos en su casa, por lo que allí estaban nuestros héroes, esperando a que el que los reunió explicara la razón tras esto.
-Bien, estamos aquí para hablar sobre lo que les puede haber pasado a Willy y Luzu.- Comentó el dueño de la casa, rompiendo al final el silencio. -¿Qué creéis que ha podido pasar?
-Puede que se los hayan llevado a ambos.-Fue Lolito el que respondió, ganándose la mirada confusa de sus compañeros. -Sí lo pensaís tiene sentido, y por eso podríamos explicar lo de los móviles. Habrían salido de sus casas, o tal vez estuvieran dentro, pero ese no es el punto. Lo que digo es que al llevárselos Luzu tendría su teléfono mientras que Willy al momento no lo tenía. Por eso el teléfono de Willy estaba en su casa y Luzu no atiende al suyo, se lo habrán quitado.- El de la coleta terminó de exponer su idea, ¿podía ser algo precipitado? Sí, pero no sabia porque más razones esos dos dejarían este pueblo lleno de tanta paz y cariño entre sus vecinos.
-Podría tener sentido, la pregunta es, ¿por qué alguien los secuestraría?- Preguntó Rubius, cosa que hizo pensar al resto del grupo. La imaginación de cada uno daba diferentes respuestas: trata de personas, drogas, simples desquiciados divirtiéndose...
-Hay muchas posibilidades, si es que los han secuestrado con lo que tenemos ahora es difícil saber el porqué.- Dijo el más bajito del grupo.
-¿Alguien propone otra opción?. -Y otra vez el grupo se sumió en un silencio en el que cada uno intentaba sacar sus conclusiones. Ninguno veía posible la idea del portal, principalmente por Luzu, si hablaramos solo de Willy se lo pensarían más antes de descartar la opción. Y respecto a la idea de que se fueran, no lo veían probable, es decir ¿por qué sus amigos se irían tan urgentemente, impidiendo avisarles al resto?
-De acuerdo, miraremos esto como un secuestrom- Todos asintieron a lo dicho por Vegetta.
~En peaceland~
Era por la tarde de aquel mismo día, y los dos chicos estaban andando por la montaña, buscando algún terreno llano donde montar la tienda de campaña.
-¡Por aquí!- Habló con entusiasmo Willy, bajando una pequeña ladera encontrando un pequeño terreno llano en mitad de ese bosque.
-Es un buen lugar, pero habrá que iluminarlo bien o se nos aparecerá un creeper y adiós a la tienda y a todo.- Dijó el castaño, empezando los dos a poner antorchas por la zona.
El día termino tranquilo para los dos, era momento de dormir, ambos entraron a la tienda y se acomodan, había poco espacio, lo que les obligaba a estar pegados.
El castaño como siempre fue el primero en dormir, el peliblanco envidiaba su facilidad para caer rendido al suelo.
No supo en que momento empezó a divagar en su mente, solo volvió a la realidad al sentir al castaño abrazarlo mientras pronunciaba su nombre entre sueños. Era la primera vez que eso sucedía, nunca antes había oído a Luzu hablar en sueños.
Ese acercamiento por el abrazo hizo que el corazón de Willy se acelerará. Se sentía raro, no sabía porque pasaba eso cada vez que se acercaba a su compañero, más bien, no sabía que sentía ni que sucedía.
Lo único que comprendía era que esto se parecía mucho a lo que una vez sintió por alguien, una vez en la que cierto chico con máscara de buhó le rompió el corazón, sin nisiquiera él haberse declarado. Y junto a ese sentimiento estaba el miedo, no quería que pasara lo mismo con Luzu, no podía permitirse distanciarse tan de repente del mayor si las cosas salían mal, y menos estando lejos de Karmaland, solo teniendose él uno a otro para escucharse y entenderse. No, sin duda no la podía fastidiar, debía proteger a Luzu y si podía, intentar borrar esas sensaciones aunque no supiera del todo de que trataban.
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