Era casi el final del segundo periodo y en el marcador brillaba 3-5. Para el equipo invicto de la preparatoria local, aquello era una burla, pero no mucho más que un contratiempo. Nathan Cross se deslizó hábilmente entre los defensores del equipo contrario manipulando el bastón con destreza y haciendo un pase que no tardó en regresar a él. Aún a distancia y detrás de todo el equipo de seguridad, Nathan podía ver al guardameta con los ojos entre cerrados y una sonrisa burlona que aseguraba que iban a ganar. Tal vez el gesto no existía en realidad y todo estaba en la mente del chico, pero aquello solo incentivó la fuerza de su tiro y de pronto los vítores lo envolvieron junto con el pitido del fin del periodo. 4-5 no era suficiente, pero confiaba en que los próximos 15 minutos bastaban para cambiar todo a su favor. Con los gritos de todo mundo en sus oídos el joven de 18 años sintió el sudor correr por su rostro bajo el casco, los patines anti gravitacionales se dirigieron al borde y sus ojos azules buscaron a su madre entre las gradas. Los mismos ojos azules de esta y su sedoso cabello castaño no dejaban duda al parentesco mientras esta aplaudía con orgullo, y ante ello no había lugar para la derrota. Con un saludo de mano y tras unos momentos técnicos el juego se reanudó y Nathan volvió a la pista donde el resto de sus compañeros se desplazaban sin tocar el suelo, listos para la victoria.
Simon llevaba 10 minutos viendo el juego y ya se había aburrido. Sumado a que en ese corto tiempo transcurrido se había sacudido las palomitas que le tiraban encima al menos unas 5 veces no tenía ninguna pena en retirarse de la obvia futura victoria del equipo local. Con un movimiento desganado sobre su wristech Simon miró el holograma del reloj sobre su muñeca, eran las 9:15pm y ya que no lo esperaban temprano esa noche no vio por qué no distraerse con algo más. Se levantó esquivando a los fans de hockey que blandían pancartas y gritaban a cada movimiento de los jugadores, pasando entre las admiradoras que esperaban el final del partido para irse con alguno de los muchachos guapos con bastones. Más de lo mismo por todas partes hasta que por fin salió de la pista y los olores de la feria lo golpearon. Había comida por todos lados, juegos, puestos de todo tipo, tiendas de regalo y una que otra persona dando anuncios baratos en alguna esquina, entre ellos Hallie Geller, con sus boletines de "¿Dónde está la ovación en las olimpiadas académicas?" que en su mayor parte terminaban en la basura. Sí, había gente que no se moría por los deportes, pero realmente a pocos les importaba el apoyo que se les daba a los deportes en comparación a... cualquier otra cosa. Pero Hallie seguía luchando por no mucho más que mostrar su descontento. Y realmente parecía que a ella nada la hacía feliz. Con un hot dog recién comprado Simon se acercó a la chica rubia que en cuanto lo vio suspiró con apatía rodando sus ojos miel.
—¿De verdad no tienes nada qué hacer en tu casa o solo vienes a molestar? —preguntó la chica sin dejar de repartir.
—Un poco de ambos —respondió Simon con la boca medio llena —¿El que la gente te ignore te produce felicidad o algo?
Hallie se cruzó de brazos mirando al desgarbado chico frente a ella. Con su cabello castaño largo rozando sus hombros y su ropa descuidada no había nada muy extravagante que observar, pero este siempre encontraba la forma de hacerse resaltar entre la multitud. De buena o mala manera.
—Escucha —comenzó a explicar Hallie con claridad y lentitud —Tal vez seas feliz con tu vida conformista, pero muchos otros pensamos que merecemos la misma atención que le dan a un jugador o a una porrista con dos cuentas en el banco a nombre de sus papis. Si a ti no te importa ve a esparcir tu sarcasmo lejos de aquí y no estés criticando la libertad de expresión.
Simon volvió a darle una mordida lenta a su hot dog asintiendo divertido para luego contestar con total desinterés —Como sea.
La rubia miró al chico alejarse mientras reanudaba su labor, solo para terminar dando un triste vistazo a su alrededor, donde sus boletines abundaban más en el suelo que en las manos de las personas que la rodeaban. Tendió un boletín a una chica que iba pasando frente a ella, pero el color subió por su cuello hasta sus mejillas cuando esta lo arrugó y arrojó al suelo justo frente a su cara.
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CRISTAL: Operación diamante
Science FictionC.R.I.S.T.A.L.: Centro de Reclutamiento de Inteligencia Superior, Tácticas Armadas y Logística. Una importante organización secreta que tras la muerte del director de la prestigiosa Academia Atwood, el cual ha dejado muchas dudas por resolver, recur...