La luz de dos alas

Amistad

Después de oscurecerse tan pronto, el capitán Levi decidió que pasarían la noche en las instalaciones y al día siguiente partirían a primera hora hacia Karanese para poner en marcha el plan de limpieza exhaustiva. Antes de tomarse un merecido descanso por la misión recién finalizada, los soldados se aseguraron de tener todos los suministros, materiales y herramientas listos para que sólo tuvieran que colocarlo en la carreta que se llevarían.

Petra se encontraba alistando sus cosas personales en su habitación. Había avanzado lo suficiente al evitar tomarse un descanso después de las compras en Trost, por lo que estaba terminando con los últimos detalles. De acuerdo con las indicaciones del capitán Levi, el tiempo estipulado para quedarse era de una semana, así que debía mantener todo el orden. Ante las actividades sin descanso y a pesar del clima húmedo, la soldado optó por quitarse la camisa del uniforme y así refrescar su cuerpo ligeramente cubierto de sudor. Sin embargo, sintió un ligero dolor en los brazos y en el abdomen al momento de mover sus extremidades con brusquedad tras remover la prenda. Para su sorpresa, se encontró con varios hematomas de diversos tamaños en las zonas mencionadas, los cuales no había sentido antes por la concentración en sus deberes.

Ya estaba acostumbrada a sufrir lesiones al ser algo común para todo soldado del Cuerpo de Exploración, pues son lesiones ínfimas en comparación con perder alguna extremidad o heridas severas de por vida. Pero a pesar de su lealtad y entrega a las Alas de la Libertad, Petra también quería conservar su cuerpo en óptimas condiciones como mujer preocupada por su salud física y su feminidad. En ese momento, llamaron a su puerta.

—Petra, soy Nanaba ¿Puedo pasar? —Se escuchó la voz de la rubia tras el portón.

Sin decir nada, la pelirroja vistió una camiseta negra de tirantes y abrió la puerta para encontrarse con la soldado, haciéndose a un lado para que entrara a su habitación.

—Nanaba-san... que sorpresa. —Dijo con una sonrisa en su rostro.

—Hola, lamento aparecer tan repentinamente. —Comentó Nanaba después de entrar a la pieza, notando que estaba empacando. —Sólo vine a ver si estabas bien, me enteré de las muertes de Erika y Hugo... y sé que estuviste con ellos un tiempo para creer que los apreciaste mucho.

Petra se sorprendió por el comentario de su compañera, desde luego recordarlos le causó un poco de dolor y nostalgia por lo cual sólo asintió bajo cierta sensación de calidez por su pésame.

—Sí, fue tan repentino que todavía me cuesta creerlo. Aunque supongo que tenemos que vivir de esta forma todo el tiempo, ¿No crees? —Sonrió de manera torcida.

—Es verdad. —Respondió la rubia con un gesto más pensativo, después de todo era la realidad a la que se enfrentaban en cada expedición. —Espero que en nuestro caso vivamos lo suficiente para ver cómo la humanidad vence sobre los titanes. Oh, por cierto... supe que se van mañana a Karanese a una misión especial. Estaba pensando en que podríamos reunir a las demás chicas y salir un rato a distraernos en cuanto tengamos oportunidad. ¿Qué dices?

—Suena bastante bien, cuenta conmigo para eso. —Nunca esperó recibir tal invitación, ya que en contadas ocasiones sólo llegó a salir con los demás chicos. Nifa, al ser parte del equipo de Hange, estaba atareada de trabajos ante los experimentos de la sublíder. Lynne y Nanaba también tenían sus deberes con Mike, por lo que rara vez llegaban a coincidir fuera de las misiones en conjunto. Pero al ver la disposición presentada para pasar un rato fuera de los deberes, no vendría nada mal un rato así. 

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Mientras cada miembro del escuadrón Levi organizaba las diferentes cosas que llevarían a su misión, el capitán se encontraba en su habitación ordenando minuciosamente los artículos y herramientas de limpieza. Era bastante rígido con el asunto y entre más personal fuera, sería mejor. Durante su ardua labor de atar diferentes escobas, recordó al niño que había salvado en la ciudad por lo cual su seriedad se intensificó en su mirada hacia la nada.