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JinHo.
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A MI NADIE ME DICE DOS VECES, NO TE QUIERO VER EN MI VIDA. NADIE.

Bueno, quizá exageré un poco, porque en realidad yo fui quien le dijo a Hongseok que ya no lo quería ver. Igual, me lo tomé muy en serio. El baboso no me dejó ni terminar lo que quería decir después de que Kino me besara. No me dejó terminar mi explicación cuando fue de mamón a terminar definitivamente nuestra relación culera. Ni pedo, al cabo que ni quería casarme con él ni vivir juntos en una cabaña a las orillas del río.

Da igual, ya había dejado los papeles de mi club junto a Kino. Ya estábamos todos reunidos para iniciar las inscripciones del club y poder hacer nuestras actividades. Tenía ya todos los permisos y requisitos, y no necesitaba de los puntos del club de cálculo, ni siquiera del de béisbol.

Abrí las puertas del salón que nos habían prestado para hacer nuestro desmadre, cuando lo primero que digo que no quiero, lo primero que me sale.

Tres mojones de gran tamaño estaban fuera esperando a que nuestro club abriera para irrumpir en nuestro sano santuario del modelaje.

Dos Otakus y su líder nos miraban con burla. Ganas de madrearmelos no me faltaban, me faltaba como treinta centímetros de estatura más y cinco kilos de músculo para ganarles, así que siemplemente los miré de mala gana.

-¿Les puedo ayudar?- pregunté sarcástico- ¿O ya conocen la salida?
-Queremos entrar al club- comenzararon ellos. Yo rápidamente negué como loco.

Que ganas de andar chingando a uno. Ya no se puede fundar un club que discrimina a la gente alta porque luego luego los mamones se quieren meter.

-¿Por qué no?- me preguntó Yuto y yo, con todo el orgullo del mundo, le señale el cartel que había hecho dónde no se permitía la entrada de gente que midiera más de 1.75.
-¡Eso es discriminación!
-Da igual, ya tengo la autorización y si no cumplen con los requisitos, no pueden entrar.

Me empezaron a resongar. Hui, Kino y Yeo me miraban espectantes, a ver si no me ponía a lanzar madrazos, así que simplemente me metí al salón y cerré la pequeña puerta. Por cierto, el profesor que me asignó ese salón me lo dió porque la puerta está bajita, así de culera es la gente alta. Los odio.

Después de un rato de que anduvieran tocando la puerta, me molesté y abrí de nuevo para correrlos ya de una vez por todas.

-¡Ya estuvo bueno, no pueden entrar!- dije firme.

Y de nada sirvió mi firmesa. De la nada, el piso desapareció, y estube en los brazos de Hongseok por unos segundos. Me sentí ligero, y volé, estaba en casa pero...dos segundos después me soltó y me apartó de la puerta.

-¡Estúpido!- grité cuando me hizo de lado y Wooseok abrió la puerta. Mis amigos, culos sin pantalones, no sé atrevieron a hacerla de a pedo. Se limitaron a esperar a que los Titanes esos entraran, pero no contaban conque sus únicas dos neuronas murieran al momento de chocar contra el marco de la pequeña puerta por ser tan altos.

La escena era tan turbia, porque al parecer el primer golpe no les permitió pensar y chocaron varias veces con el marco de la puerta antes de rendirse y quedará fuera.

Mis amigos me miraron alardeando, probablemente pensando que les había lanzado un encantamiento para apendejarlos, sin saber que ya estaban así. La neta tampoco quise negarles que yo era un brujo o algo así, porque no me crerian y era mejor que me tuvieran miedo.

Los morros terminaron por irse, derrotados. Humillados por una bola de estudiantes de preparatoria que medían los mismo que uno de secundaria. Dejamos de lado la escenita que acababa de pasar. Nos metimos al salón y seguimos con nuestras actividades.

ℋ𝓊𝓂𝓅𝒽!♡ 「pentagon」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora