Capítulo 6

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—27 de Noviembre—

—¡Por favor, Cass! ¡Por favor! —le supliqué a Cass enseñándole un folleto de la feria que abriría sus puertas en el paseo marítimo aquel mismo sábado­—, Eugene también va a venir, solo faltas tú.

—Deja que lo piense, ¿Fitzherbert y yo compartiendo el mismo espacio una tarde entera? Claro, ¿qué puede salir mal? —respondió sarcásticamente cruzándose de brazos.

—¿Eso es un puede? —pregunté intentando no perder la esperanza.

—Eso es un no —dijo ella rotundamente.

—Oh vamos, Cass. Quiero ir a la feria y pasar una tarde llena de diversión con mi novio y mi mejor amiga, ¿qué tiene eso de malo? —pregunté haciéndole ojitos.

Parecía que usar la táctica de recordarle que era mi mejor amiga en el mundo entero y ponerle ojitos estaba surgiendo efecto. Podía ver en su mirada que estaba bajando la guardia y que muy en el fondo, se estaba ablandando. Algunos lo llamarían chantaje emocional, yo lo llamaba tener una estrategia; y sabía que había ganado aquella batalla.

—¡Está bien! —dijo finalmente exasperada alzando los brazos en señal de derrota—, pero te lo advierto, si tu novio el guapito se pasa de listo tengo derecho a darle un buen tortazo —al ver la desaprobación en mi mirada rectificó—. ¡Vale! Pero un buen tortazo verbal sí pienso darle.

Aquello me parecía mejor. No me parecía bien, pero era un avance.

—¡Sí! —respondí dando saltos de alegría y envolviendo a Cass en un abrazo.

Ahora que Cassandra pocas veces rechazaba mis abrazos, tenía que aprovechar todas las oportunidades que se me pusieran por delante para darle alguno.

—Cómo voy a arrepentirme de haber accedido a esto...—se lamentó Cass.

No es que Cass y Eugene se llevaran especialmente bien todavía, básicamente se toleraban por el bien de... supongo que de mi felicidad. Yo estaba muy agradecida de que Cassandra hubiera hecho el esfuerzo —aunque haya sido a regañadientes— de venir con Eugene y conmigo a la feria. Por otra parte, Eugene también seguía con la espinita clavada por lo mal que Cass le había tratado todos estos años. Pero estaba segura de que si tan solo pasaran un poco de tiempo juntos verían que no son tan diferentes como piensan: ambos son buenos, leales y harían lo que fuera por asegurar el bienestar y felicidad de sus personas queridas.

Algunas tardes durante este mes he conseguido convencer a Cass para que pasara tiempo conmigo en la cafetería. Por mala suerte, Eugene no podía pasar más de cinco minutos con nosotras. Pero aquellos cinco minutos eran más que suficientes para que los dos acabaran tirándose alguna puyita. Supongo que si hasta ahora no se han echado las manos al cuello es porque los dos comparten un interés mutuo: mi felicidad. Y ambos saben que no hay nada que ahora mismo pudiera hacerme más feliz que tener en mi vida a mis dos personas favoritas y que se llevaran bien. Aunque eso último va a llevar más trabajo del que esperaba.

Quedamos con Eugene de encontrarnos en la parada de autobús del paseo marítimo a las 17:00. Los días eran cada vez más fríos y la humedad del mar no ayudaba en absoluto por muchas capas de ropa que te pusieras. Con suerte al estar yendo de un lado para otro en la feria y con el bullicio de la gente quizá no se notase tanto el frío.

Cass y yo nos subimos al autobús nº 3, que primero pasa por el paseo marítimo y después acaba su recorrido en el centro de la ciudad. El autobús estaba repleto de estudiantes que o bien iban a la feria también, o iban a pasar la tarde al centro. Cuando llegamos a la parada del paseo marítimo, casi todos nos bajamos del autobús.

I've got a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora