Capítulo III

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Sebastián
 


- Aló, Aimee… aló… puta vida.- golpeo el volante al no tener respuesta. Disminuyo la velocidad y busco la última llamada entrante, pulso para devolverla, espero y nada. Insisto nuevamente pero obtengo el mismo resultado, nada-. Maldita sea…-.
 
Vuelvo a insistir una vez más, al no tener respuesta decido seguir mi camino. Mientras antes llegue mejor, acelero nuevamente y al tiempo llamo a Eliot, solo espero haya recibido el mensaje que le envié dándole la ubicación de donde nos encontraremos para hacer el intercambio.
 
Nunca pensé que seria necesario volver a contactarlo, a pesar de que han pasado los años y mantener una buena relación como mi antiguo amigo, debo ir con cuidado. Espero el móvil repique y cuelgo, por experiencia sé que no debo hablar con él por un medio que no es seguro, menos cuando la policía ya metió sus narices en este asunto. Como esperaba me llega un mensaje confirmando que me espera.
 
Llego al parking y me estaciono al lado de un BMW negro con los cristales oscuros, el toque de la ventanilla me alerta y abro los seguros de las puertas, busco en el maletín parte del efectivo y se lo entrego a mi amigo al recibir de su mano el arma con los seriales limpios. No es necesario intercambiar saludos o palabras, ya tendré la oportunidad de hablar con él en otro momento. Antes de salir del coche palmea mi hombro y se marcha. No pierdo un minuto más y arranco con la certeza de tener todo lo que necesito.
 
Intento concentrarme y mantener la calma, es posible que la llamada de antes no haya sido de Aimee. En mi mente las imágenes del video me perturban, no puedo dejar de pensar en lo que han podido hacerle. – Nena aguanta un poco más, así deba ir al mismo infierno lo haré para recuperarte – mis demonios no me dejan pensar con claridad, el odio y la necesidad de venganza me recorren nuevamente.
 
- Wallace.- respondo el movil absorto en mis pensamientos.
- Cielo, soy yo…-
- ¡Aimee! ¿Dime dónde estas nena?.- pregunto sin dejarla terminar de hablar.
- No lo sé, estoy con un señor que me ayudo y me presto su movil para llamarte.-
- Dime, ¿qué ves a tu alrededor?.- indago con los latidos del corazón acelerados.
- Un muelle, barcos…-
- Ok nena, tranquila. Dale el movil al señor, ya voy a ir por ti.-
- Sebastián … -.
- No llores cielo, te prometo que ya voy por ti, no importa donde estés yo voy a llegar. Ahora comunícame con el señor.- le digo para tranquilizarla  en un tono demandante, logrando le de el puto móvil al hombre y me pueda dar una ubicación exacta.
- Ok.- me responde entre sollozos.
 
Tomo nota mental de la dirección que el señor me da  y le pido no llame a nadie más antes de terminar la llamada. Escribo en el GPS la dirección que me suministro el hombre y me doy cuenta estoy muy cerca. Acelero a todo lo que da el coche, reviso el arma que me acaban de dar y la dejo bajo una de mis piernas al ver que esta cargada.
 
En menos de quince minutos llego a la calle que me indica el GPS, la recorro entre  pequeñas casas hasta llegar a una de color azul con el numero 4312, detengo el coche y bajo guardando el arma a mi espalda, toco a la puerta y espero.
 
Un hombre entrado en años, de aspecto robusto y barba poblada me recibe observándome detenidamente antes de dejarme entrar.
 
- ¿Es usted el señor Wallace?.- interroga con el entre cejo fruncido.
- Si señor, hablamos hace unos minutos por teléfono.-
- Pase, la señorita lo está esperando.-
 
Al entrar mis ojos se dirigen al sofá donde la veo sentada envuelta en una manta a cuadros rojos y azules, su mirada está clavada en el televisor antiguo donde se trasmite una vieja película en blanco y negro. Me acerco llamándola sin obtener respuesta.
 
- Aimee.- vuelvo a llamarla acortando la distancia en un par de zancadas.
- No sé que le ha pasado a esta chica, no ha querido hablar más que para pedir ayuda y hacer la llamada. La encontré semidesnuda, en muy malas condiciones corriendo entre los botes del embarcadero.- aclara el hombre colocando las manos sobre su prominente barriga.
- Le estaré eternamente agradecido por su ayuda.- digo antes de arrodillarme al lado de Aimee -. Nena… pequeña.- toco su cara buscando conectar con sus ojos pero se aleja al primer contacto -. Ya estoy aquí mi amor. Aimee.- digo su nombre suavemente para no sobresaltarla. Cielo… - acaricio una de sus mano logrando que su mirada vuelva aquí y ahora.
- ¿Sebastián?.- pregunta mencionando mi nombre como si apenas se acabara de dar cuenta que estoy junto a ella -. Sebastián viniste…- asegura sin poder creer que soy yo quien le sostiene la mano.
- Te dije que vendria a por ti nena, ya todo paso. Ven aquí cielo.-
 
Me incorporo tendiéndole la mano, para que sea ella quien se acerque, a su tiempo, a su ritmo. Se coloca de pie apretando entre sus mano la frazada que la cubre y me impide detallarla; maldición necesito ver que tanto le han hecho, a mi mente llegan las imágenes del video y no me atrevo a preguntarle absolutamente nada, por más de que mi instinto me diga que debo hacer millones de preguntas.
 
- Vamos cielo, vamos a…- no puedo terminar de hablar sus brazos me rodean el cuello, su llanto me parte el corazón derrumbando mis fuerzas. La abrazo dejando mi vida en ello, tenerla entre mis brazos me hace ser consciente una vez más de todo lo que ella se significa para mí-. Vamos a casa pequeña.- susurro muy cerca de su oído controlando el quiebre de mi voz.
 
Asiente pegada a mi pecho, la levanto en mis brazos y camino a la puerta, antes de salir le pido al hombre que me acompañe al coche, acomodo a Aimee y busco en el maletín uno de los fajos de billetes con la intención de dárselo al señor para agradecer su ayuda. Insisto en que lo tome cuando se niega a  aceptarlo, sé que lo que ha hecho no tiene precio, pero de alguna manera demuestro el agradecimiento por sus actos.
 
Conduzco con calma, no quiero que nada pueda alterarla. Su mirada vuelve a estar absorta, perdida en algún lugar al que no he podido llegar. Desactivo el Bluetooth  de mi movil para hacer las llamadas respectivas cuando veo se ha quedado dormida.
 
- Sebastián.- escucho al otro lado de la línea la voz de Amed que es al primero que llamo.
- Ya Aimee esta conmigo, voy en vía a mi apartamento -.
- ¿Cómo está?-.
- Afectada, ida. Ahora no puedo darte detalle.- respondo con un tono de voz bajo.
- Entiendo, ¿quieres qué le avise a Bruno?-.
- Por favor, pero diles que esperen a que les avise para que vayan a mi casa. No quiero la vean en el estado que se encuentra -.
- Sebastián, crees que…- hace una pausa sin querer mencionar lo que ni yo me atrevo a preguntar.
- No me ha dicho más que un par de palabras. No he podido detallarla… físicamente-.
- Ya. Venga conduce con cuidado nos vemos en tu casa.- dice antes de terminar la llamada.
 
Realizo la segunda llamada, dónde le notifico a Frank que ya Aimee está conmigo y le pido se encargue de la seguridad de mi apartamento, que no deje entrar a nadie hasta que lleguemos y que le comunique a Berko necesito un equipo de total confianza las veinticuatro horas del día. Al terminar de hablar con él,  llamo a Evelin para que vaya de casa de mis padres a la mía y tenga algo de comida lista para Aimee
.
- ¿Falta mucho?.- pregunta Aimee sobresaltándome, la hacia dormida.
- No mucho nena, ¿Quieres algo? ¿Necesitas me detenga?.-
- Quiero bañarme.- responde apenas en un bisbiseo-. Necesito bañarme.-
 
Escuchar sus palabras hace que los latidos de mi corazón golpeen con fuerza mi pecho. Acelero olvidando completamente la prudencia. En éste momento mi prioridad es llegar lo antes posible para poder atender sus necesidades y yo ver con mis propios ojos los daños físicos que pueda tener.
 
- Ya vamos a llegar cielo, ya vamos a llegar…-.
 
La veo asentir y cerrar los ojos. Esos ojos que hoy están más claros que nunca, llenos de dolor y tristeza. Sus ojeras contrastan con la palidez de su rostro dejando ver lo demacrada y cansada que se encuentra.
 
Cada minuto de recorrido a mi piso se me hace eterno, al llegar la tomo en brazos y complaciendo su deseo la llevo directo al baño de mi habitación. La coloco con cuidado sobre sus pies y espero unos segundos a que se estabilice. Dejo correr el agua de la ducha para que se caliente antes de quitarle la puta manta que me priva de observarla como necesito. Sin pronunciar una sola palabra se deja hacer, siento una presión en el pecho al darme cuenta que las tres prendas de ropa que apenas la cubren están destrozadas. Su camisa está rasgada al frente y en las mangas, las bragas se sostienen gracias a un nudo improvisado a uno de los lados, su sujetador tiene los tirantes rasgados. En sus piernas, abdomen y senos tienen marcas rojizas que los surcan en diferentes ángulos,  en su cuello, muñecas y tobillos son visibles las marcas que han dejado lo que supongo eran cuerdas. – Dios mío, ayúdame a no salir en éste momento a despellejar hasta matar a los culpables de está mierda -. Me desvisto a toda prisa para entrar con ella al platón, el contacto del agua la hace retroceder y quejarse, parece que algunas de las marcas son más profundas y le escuecen. Tomo la esponja con un poco de gel, con cuidado comienzo a esparcirlo por su espalda, bajo desde sus hombros a sus brazos. No quiero causarle dolor ni molestia, dejo la esponja y le aplico shampú, por primera vez en mi vida creo no saber que hacer, si me hablara, si me dijera algo... fuera más fácil. Pero sé que en estos momentos las palabras sobran y no tengo que preguntar para saber lo que le hicieron a mi pequeña. - Malditos los voy a cazar uno a uno  - aclaro su cabello eliminando toda la espuma y repito la operación dándole un suave masaje en el cuero cabelludo, quito el shampú con abundante agua hasta que considero ya ha quedado limpio. Un sollozo bajo me anuncia que esta llorando, la volteo y solo puedo abrazarla,  susurrándole que ya todo paso que ahora está segura. Pasan los minutos y su llanto remite, siento que es momento de darle espacio,  algo de privacidad para que se termine de bañar. Beso su cabeza y salgo colocándome una toalla en la cintura, busco el albornoz y lo dejo a la mano para que cuando termine se lo coloque. Me retiro del baño dejando la puerta abierta y  así poder estar pendiente de ella. Me termino de secar busco un chándal, una camiseta y me los coloco. Bajo a la cocina donde ya Evelin tiene preparada la bandeja servida con un plato de sopa, pan y un jugo, se lo agradezco con un abrazo y sin mas demora subo a la habitación.
 
Dejo la bandeja en la mesa auxiliar, me siento en el borde de la cama esperando a que salga. Sus ojos y nariz enrojecidos son una clara muestra de su llanto.
 
- ¿Estás mejor?.- indago cuando sus ojos me observan y dibuja una pequeña sonrisa.
- Si, ya estoy mejor.- responde sentándose a mi lado-. Sebastián, lo que paso…-.
- Shu....- le pido haga silencio colocandole un dedo sobre sus labios -.Ya habrá momento para que hablemos de eso, ahora quiero que comas y descanses.- la interrumpo tomándola entre mis brazos sin poder controlar el impulso -. Mira Evelin hizo la sopa de pollo que te gusta y el jugo de mango, vamos para que comas-.
 
Después de batallar para que comiera un poco y se tomara el jugo, logré se quedara dormida,  no sin antes asegurarle no me iría de su lado. Luchando para que el sueño no me venza, cojo el móvil y salgo al pasillo dejando la puerta un poco abierta por donde puedo verla perfectamente. Llamo a Berko en conferencia con Amed para saber que adelantos tenemos.
 
- Bruno ya le dió parte a las autoridades de la aparición de Aimee.- escucho a Amed aclarar mi duda.
- ¿El Manager, dijo algo?.- pregunto esperando alguno de los dos me responda.
- Lo seguimos interrogando, no es mucho lo que ha dicho. Pero estoy seguro que hablará.- asegura Berko al otro lado de la línea.
- Bien que hagan lo posible para que hable, igual sabemos quien fue. Yo me encargaré a mi forma.- les digo acercándome a la puerta al notar un movimiento sobre la cama, me alejo al darme cuenta solo ha cambiado de posición.
- Piensa bien lo que vas hacer.- aconseja Berko en tono serio.
- Kiz ahjtak, no la cagues Sebastián.- escucho quejarse a mi amigo.
- No deben preocuparse, cada movimiento estará bien pensado. Amed, necesito me hagas un favor.-
- Tú dirás.-
- Compra un móvil nuevo para Aimee y tráelo cuando vengas por favor-.
- Cuenta con ello-.
- Gracias a los dos, nos vemos más tarde -.
 
Termino la llamada y entro a la habitación; busco la Laptop entrando a la pagina de la aerolínea. Cambio los pasajes que teníamos para la luna de miel a París y los coloco para el primer vuelo de mañana con destino a Milán – Italia. Le envío un e-mail al gerente del Luxury Hotel de Milán pidiéndole prepare la suite destinada para la familia y envíe un conductor a recogernos al aeropuerto.
Antes de revisar unos contratos que tengo pendientes, llamo a Patricia para pedirle que por favor pase por casa de Aimee, busque la maleta  y la traiga a mi casa. Estoy seguro a mí nena le va a gustar verla y como era de esperar Paty está feliz de que Aimee esté a salvo.
 
Ha oscurecido y el tiempo se me paso concentrado en los documentos que debo dejar firmados antes del viaje. Cierro los ojos unos segundos, realmente estoy cansado. El llanto y un grito de negación me sobresaltan, voy corriendo a la cama, enciendo la lámpara de la mesa, he intento despertarla lentamente, sigue dormida pero grita llamándome y llorando; la sacudo un poco más fuerte para sacarla de esa maldita pesadilla.
 
- Aimee.- vuelvo a sacudirla -. Cielo -.
- No por favor, no me toques… déjame… no…Sebastián…-.
- Aimee despierta, estás soñando nena -. Digo subiendo el tono de voz a ver si de esa manera logra despertar-. Cielo, estás aquí,  conmigo.- digo acariciando su cara y limpiando sus lagrimas cuando abre los ojos.
- ¡No me toques! .- grita retrocediendo mientras se incorpora quedando pegada al cabecero -. No… no me toques.- repite asustada.
- Cielo, soy yo.- digo alejando las manos para que se calme-. Tenias una pesadilla nena, ya paso. Estás en casa conmigo, nada malo va a volver a pasarte pequeña -.
- Sebas… lo siento mi amor, perdóname… perdóname por favor.- solloza abrazándome -. Yo no quería… te juro que no quería…-.
- Ya paso amor mío, no tengo nada que perdonarte.- la tranquilizo acariciando su espalda -. De ahora en adelante vas a estar bien, te doy mi palabra -.
 
Volteo al escuchar un toque en la puerta.
 
- Adelante -.
- Sebastián, la familia de Aimee y tu familia han llegado.- nos informa Frank parado en la puerta.
- ¿Quieres verlos?.- le pregunto al no saber si está preparada para recibirlos.
- Si.- responde segura asintiendo con la cabeza-. Tarde o temprano debo hacerlo, es mejor salir de esto de una vez.- aclara con una integridad que no esperaba.
- Frank, en unos minutos estamos con ellos.-
 
Luego de cambiarnos de ropa bajamos, en la sala ambas familias nos esperan. Celine es la primera en acercarse a su hija para abrazarla, al separarse una lluvia de preguntas se comienzan a escuchar. Todos quieren saber cómo se encuentra, ¿dónde la llevaron?, si la lastimaron, ¿qué le dijeron?, si le duele algo, si ha comido, ¿cómo la encontré? ¿quienes la tenían?...
 
Les pido no la presionen al darme cuenta como me busca con la mirada sin responder a ninguna de las interrogantes. Voy a su lado y la conduzco a la sala,  donde nos sentamos uno al lado del otro ganando así un poco de espacio; sostengo su mano sintiéndola fría y con un leve temblor, la aprieto para demostrarle que estoy con ella, que todo está bien.
 
- Aimee, hija dinos ¿qué paso?.- pregunta Bruno rompiendo el silencio que de un momento a otro se hizo.
- No lo sé, solo recuerdo haber ido al baño , me golpearon en la cabeza, cuándo desperté tenía la cara tapada y no podía moverme…-.
- ¿Quién te pego? ¿Pudiste verlo?.- indaga Chantal sentándose en el piso al lado de su hermana.
- No pude ver quien lo hizo.- responde bajando la cabeza y soltando el aire.
- Toda esta situación es muy extraña, ¿Para qué te llevaron, si luego te iban a dejar ir como si nada?.- dice mi padre con ese maldito tono de acusación que logra lo fulmine con la mirada.
- No me dejaron ir señor Raymond, logré escapar.-
 
La interrupción de Evelin avisándonos la llegada de Davis Sanders, me libra de un enfrentamiento con mi padre.  El Subcomisionado y su equipo nos piden interrogar a Aimee. Los hago pasar a mi despacho para que tomen la declaración, no es que esté de acuerdo con que lo hagan,  pero ya que abrieron el caso lo mejor es que mi nena declare antes del viaje. Cierro las puertas no muy convencido de dejarla sola, pero nada puedo hacer para permanecer a su lado. Saludo a Amed y a Alice que acaban de llegar,  recibo el nuevo móvil que le pedí a mi amigo el cuál ya esta listo para ser utilizado y le pido a su asistente que espere a que firme los documentos  que me ha traído en referencia al caso López para que se los lleve y proceda con ellos lo antes posible.  Llenándome de paciencia vuelvo a la sala, dónde ahora no solo se encuentra la familia, si no que ha llegado José, Luke, Berko, Jhony, Andrea y Patricia; aprovecho están todos para informarles del viaje, a pesar de las negativas por parte de mi futura suegra y los comentarios de mi padre, entienden los motivos que me motivan a querer alejar a Aimee por unas semanas de la ciudad. También les pido su colaboración en no hacer más preguntas cuándo Aimee termine de declarar; agradezco la intervención y opinión médica de Doll respaldando mi petición.
 
Luego de más de una larga hora de espera, despedimos al Subcomisionado y su sequito de ineficaces, la palidez y cansancio notables en Aimee me preocupan sobremanera, le pido suba a descansar,  pero niega alegando que se encuentra bien. La dejo hacer para no llevarle la contraria, por lo que le pido a Evelin lleve unos refrigerios a la terraza para que así, todas las mujeres presentes puedan charlar a gusto y logren distraer un poco a mi nena.
 
Mis padres son los únicos en retirarse, como es de esperarse Raymond Wallace no cree dignos a los presentes para compartir unos minutos más de su valioso tiempo. Mamá como es su costumbre, se despide disculpando a mi padre por lo que sea que la haya cagado y me da su bendición y buenos deseos para el viaje. Voy a mi despacho y firmo los documentos,  no quiero hacer esperar más a Alice, se los entrego y agradezco. Me rio internamente al ver como mi hermano la aborda y se ofrece a llevarla. – Vincent, no vas a cambiar aunque te ocultes tras la fachada de hombre serio – me despido de el también con un fuerte abrazo, recordándole quien es la chica a la que le ha puesto el ojo. No quiero problemas con Amed, es muy estricto con sus empleados y las relaciones entre ellos con los clientes; visto desde ése punto y dejando a un lado la amistad, Vin y yo somos clientes de su firma.
 
Ya en mi despacho le ofrezco un whiskey a Bruno para que se relaje y me sirvo uno para mí – venga coño que lo necesito – los demás se van sirviendo según sus preferencias, no necesito ofrecerles nada, saben que mi casa es su casa. Sin esperar comiencen a llover preguntas, los pongo al tanto de cómo encontré a Aimee, de la llamada que me hizo, del lugar en donde la fui a buscar y del estado en que se encontraba cuando llegue. Después de aclarar las dudas de los presentes, acudo al llamado de Bruno, nos alejamos lo suficiente del resto para tener una conversacion privada – puta vida, sé que lo tiene tan preocupado y lo que necesita saber -.
 
- Sebastián, lo que te voy a preguntar no lo haré como padre porque corro el riesgo que no me hables con la verdad. Así que te lo preguntaré desde mi posición de Tutor y Maestro -.
- Usted me dirá Master Shadow.- respondo con la seriedad que amerita la situación, sabiendo que en la posición en la que me encuentro no podre evadir sus preguntas.
- Voy a ir directo y sin rodeos. ¿Violaron a la Leona?.- pregunta sin poder ocultar un deje de quiebre en la voz.
- No tengo la certeza, creo no lo hicieron.- digo con sinceridad y debo admitir no he tenido los cojones suficientes para preguntarle directamente a ella.
- Es necesario la examine un medico, tu hermana es su ginecóloga. Debe revisarla antes de que viajen.- ordena sin  dejar cabida a  replica.
- Le pediré a Sophia que lo haga a primera hora, hoy ella debe descansar.- contesto con respeto pero dejandole ver que en lo referente a mi mujer la ultima palabra la tengo yo.
- Te lo agradezco, voy a estar más tranquilo luego de que la examinen-.
 
Asiento sin controlar contraer la mandíbula, solo pensar en que pudieron violarla hace que mis demonios se despierten. Apuro el vaso y bebo todo su contenido de un solo trago. Las voces de las chicas despidiéndose me arrancan del infierno de mis pensamientos, voy al encuentro con ellas apartando a Doll para pedirle venga mañana a primera hora con el equipo necesario para que revise a Aimee; no hace falta le comunique mis miedos.

- No te preocupes Sebas, ella está bien. Igual mañana estaré aquí a primera hora.- me tranquiliza mi hermana diciéndome mientras me abraza.
- ¿Pudiste hablar con ella? .- pregunto dejando en el aire mis dudas.
- Solo un poco, aún está reservada. Es normal son síntomas postraumáticos que irán desapareciendo con los días.- toma mis manos y las aprieta-. Ten paciencia, no la presiones. Le deje un calmante para que pueda dormir tranquila y le recomendé un ungüento para las lesiones del cuello y muñecas-.
- Gracias Doll-.
- No tienes nada que agradecer, solo te pido que descanses. A ti tambien te hace falta-.
- Eso haré.- le digo para que se marche tranquila.
 
Veo a Aimee sonreír de algo que dice su hermana, es primera vez que lo hace desde que la fui a buscar. Le doy espacio para que se despida de todos mientras yo, hago lo mismo por mi lado.
 
Nuevamente en la tranquilidad de mi habitación, la observo desvestirse notando cierta incomodidad de su parte por mi presencia. Entro al baño repitiendo mentalmente debo tener paciencia. Me baño y al salir mucho más tranquilo, veo me está esperando acostada en la cama. No la hago esperar, entro a la cama he inmediatamente se acomoda pegando su cuerpo al mío.
 
- Estoy en mi lugar favorito, aquí nada me va a pasar.- dice recostando su cabeza sobre mi pecho-. Te amo cielo -.
- Te amo nena, descansa -.

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