Capítulo 5: Ascenso

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Comenzó el último año escolar en la secundaria, un año que fue una locura. Yo tenía un novio magnífico que no comenzaba la universidad hasta el año próximo pues estaba de licencia por el Servicio Militar, pues algunas condiciones médicas le impedían pasarlo. Se pudiera decir que mi forma de ser mejoró mucho, y eso en gran parte se lo debo a él.

Comencé a salir muy seguido de fiesta, para ser precisos, casi todos los fines de semana. Además, sus amigos resultaron ser muy agradables y de tanto en tanto nos reuníamos para jugar domino, celebrar cumpleaños o solo pasar el rato. Había que aceptar que eso de tener novio era una gran ventaja. Para alguien como yo, cuyo grupo de amistades más cercanas no se extendía más allá de Natalia y Amy, Adriano resultó ser una compañía constante y reconfortante; además de convertirse en la puerta a un mundo completamente nuevo e inexperimentado por mi: el sexo.

Y no se vuelvan locos, incluso en esta instancia que escribo, con mis 18 años de vida, aún sigo virgen, y quizás la explicación la encuentren más adelante.

Pero en fin, el sexo es más que solo penetración vaginal, y eso es algo que él también se encargó de enseñarme. Había que poner muchas cosas en balanza; él era un chico de 18 años en ese momento, yo no era su primera novia, y por su puesto que no iba a ser la primera chica con la que tuviera sexo, eso, ligado a que con el tiempo descubrí que mi novio estudiaba la teoría sexual mucho más que las asignaturas que le habían tocado en la escuela, me hizo comprender lo magnífico que podía ser el sexo sin la necesidad de romper mi himen.

Pónganse en mi lugar: apenas tenía 14 años, pasé de cero actividad sexual, a un novio que exploró mis deseos más oscuros; estaba un tanto abrumada y temerosa.

Viéndolo todo ahora desde una perspectiva más madura, me doy cuenta que realmente la famosa
"primera vez" solo necesita de una cosa para ser perfecta: que te guste mucho la persona con la que la compartas. No hay necesidad de amor profundo novelístico y mucho menor  de boda; es solo elegir a alguien que te encante y con quién te puedas sentir a gusto, nada más. Es cierto que en el momento yo era muy joven, y no me arrepiento de no haberlo hecho, pero quizás, si en ese momento yo hubiese tenido la mentalidad que tengo ahora, existe una posibilidad de que hubiese ocurrido.

En fin, que Adriano me moldeó mucho a su gusto, y en nuestro tiempo juntos me convirtió en una pervertida de ideas muy torcidas, y como a él le gustaba decir "una diosa del sexo oral"

En los primeros 6 meses de nuestra relación, yo cumplí los 15 años, y solo las chicas en Cuba, y quizás algunos otros países de Latinoamérica, sabemos el significado de esa edad. Según la tradición, luego de tres quinquenios, ya podemos comenzar a llamarnos mujeres, a esa edad nos dejan depilarnos las cejas, comenzar a usar más maquillaje y también obtenemos ciertas libertades. Los quince años siempre se vieron como la pauta que marcaba un antes y un después, la edad límite para lograr muchas cosas y obtener otras.

Por tradición, casi todas las chicas se hacen fotos profesionales y se celebra una fiesta. Mi familia lo llevó todo a un extremo un poco intenso. Como de costumbre tuve mis fotos, Adriano me acompañó junto a mi mama en ese día tan estresante, porque a pesar de que me divertí mucho y quisiera hacerlo de nuevo, era mucha presión sobre mi para que todo saliera perfecto. Las fotos se hicieron en enero, un mes antes de mi cumpleaños.

En ese tiempo de relación, ya mis dudas sobre Adriano se habían disipado, él era alguien tan comprensivo, con una manera de pensar muy parecida a la mía, de mente súper abierta, y veía mis locuras como lo más normal del mundo. El me quería, y yo lo sabía muy bien, pues nunca perdía oportunidad de decírmelo, de expresar que me veía bonita, de preocuparse por todo lo que pasaba en mi vida y siempre estar dispuesto a ayudar.

Como toda pareja teníamos discusiones, si, yo era 4 años menor que él , pero sin dudas era mucho mucho mucho más madura en varios sentidos. Aunque con el tiempo nos fuimos adaptando uno al otro, y aceptamos nuestros defectos, porque realmente yo tenía y aún tengo muchos.

El día antes de mi cumpleaños número 15, mi familia junto a Anna y Stephanía, planearon una estrategia muy elaborada para hacer que me cansara y esa noche darme una sorpresa justo a las 12:00, cuando ya era oficialmente mi cumpleaños.

Y realmente me sorprendieron, todos mis compañeros de aula y los amigos de Adriano vinieron, pasamos un buen rato juntos hasta las 3 de la mañana. Yo estaba más que agradecida, y ese mismo día en la noche se celebró una pequeña fiesta en mi casa.

Era de esperarse, pero yo estaba convencida de estar enamorada de Adriano, segura de que lo amaba. Yo nunca me había enamorado antes, y no estaba muy segura de cómo se debía sentir el amor, pero lo que sentía por él en ese momento me llenaba, y estaba segura de que lo quería mucho.

-Yo te amo, quizás tú no sientas lo mismo por mi, pero yo te amo- le
dije súper nerviosa una tarde que estábamos solos, recostados en mi cama.

-Yo también te amo bebé- dijo él con los ojos brillantes y la sonrisa que de costumbre me dedicaba.

-Decir "te amo" es muy difícil, en serio no espero que lo sientas así como así, solo quería que supieras que yo te amo.

-Tonta, yo te amo, te amo mucho, y hace tiempo que me enamoré de ti.

Y en ese momento estaba convencida, éramos una pareja que hasta celebraba los "mesiversarios" ( o sea los días 11 de cada mes q se cumplía tiempo de estar juntos), él era el tipo de chico que cuando yo tenía el periodo y me sentía horriblemente mal, se acostaba a mi lado a acariciarme hasta que mejorara , el aguantaba mis berrinches y perretas, siempre me escuchaba y me apoyaba. Se había convertido en mi mejor amigo y realmente resultaba una bendición que también fuese mi novio.

Vivencias compartimos miles, tantas que si escribiera la mitad, no me cabrían en un millar de hojas. El se encargó de cambiarme para bien, de liberar al monstruo perverso que vivía dentro de mi. Me hizo madurar un poco, me enseñó cosas de mi que ni yo misma sabía; y sobretodo me hizo entender que a "la niña gorda del salón" también la podían querer sin importar su físico.

Razones por las cual odio al amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora