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EL TIEMPO NO SE DETIENE,
ni siquiera en esas horas
EN QUE SE PARAN
los relojes.

Sentía toda una agonía. Toda una necesidad de volver a verla. Una noche más, volví a ver aquellos ojos de pura ternura y misterio.

Una noche de estrellas. Una noche en la que casi me sentía bien, y a penas linda. Una noche en la que me embriagué sin darme la puta cuenta. Quizás inconscientemente quería ahogar las penas que me mantenían debajo de diez metros.

Aquella noche, donde mis ojos suplicaba que me tocase. Donde ni yo me reconocía. La Chica De La Pulsera De Elefante, realmente se reía de mi situación. Fue la noche que descubrió a La Chica Loca Enamorada.

Sin conciencia alguna, sin darme la más mínima idea. Besé aquel cuello pálido de mármol, que no debía ser tocado. Y allí, en ese instante me pilló.

Descubrió lo que yo pensaba o sentía. Quizás lo olvidó. Quizás le dió la menor importancia, pero ahora mismo me sorprendo sonriendo porque esa noche, realmente se preocupó por mí.

Descubrió que yo existía. Que mis sentimientos existían, y que no solo ella se sentía fuera de lugar.

Al día siguiente. Con toda la vergüenza del mundo me disculpé por aquellas acciones sin coherencia. Y juro que casi era imperceptible que quise besarla en los labios.

Ella rió. Pues, que más pudo hacer. Yo de verdad me sentía muy avergonzada. Fue una de las situaciones más bochornosas que pasé.

Y VOLVEREMOS A VERNOS,
pero jamás con los mismos ojos.

Los días transcurrieron como debieron ser. Una día después, nos volvimos a ver. La conversación surgió, pero nosotras decidimos no seguirla.

Y es que, ha decir verdad. Creo que ninguna de las dos quiere saber qué opina la otra.

Versos tras otro. Palabras sin significado. Lugares que recordar por aquellas acciones lujuriosas que moría por volver hacer.

Mis sentimientos impedían que haga muchas cosas, pero a veces eran incontrolables. Sufrir por el anhelo de un alma que intuyes podría unirse a la tuya.

Dudar de tu propia seguridad. Saber que La Chica De La Pulsera De Elefante, nunca, jamás se interesará en La Chica Loca Enamorada era un presagio de sufrimiento eterno.

Sin nombrar las imágenes que los ojos de La Chica Loca Enamorada vió era un anhelo constante de que nuestros cuerpos sean uno.

Los meses pasaron y llegó su cumpleaños. No pude ir. Sin duda le escribí una carta. No recuerdo con exactitud las palabras escritas en aquella carta. Lamento no haber ido, y demasiado.

Perderme darle el regalo en persona. Y es que no pensaba darle solo una carta. Quería darle algo en privado, algo que quizás nuestra relación llegará al más allá.

O no. Que nuestra relación terminase allí. En ese instante. Me prometí a mi misma que no perdería jamás una oportunidad así.

Sobre la carta no contestó nada. No dijo nada. Aunque no debió leerla. Y menos la mía. Intuía que la mía sería la de menor importancia.

Una de mis características era que intuía muy bien las cosas.

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La Chica De La Pulsera De Elefante © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora