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¿COMO DEJAR DE QUERER
lo que empezaste a querer
SIN QUERER?

Su mirar. Sus expresiones. Su mano tomando la mía, y yo sin hacer esfuerzo alguno para poder tocar la suya. Era como si el karma me estuviera pagando. Y en ese momento me sentí bien.

Tan bien...

Los latidos de mi corazón se apresuraron. Y La Chica De La Pulsera De Elefante no tardó en enterarse.

—¡Hey! Respira. Despacio. Estoy aquí para tí. –Su voz tan relajante. Tan profunda. Y está aquí, para mí. La máquina había comenzado a notar mis pulsaciones aceleradas y ella sonrió como si no hubiera pasado nada.

Me acariciaba sin decir ninguna palabra. Aquella arruga al final de su comisura, esa rayita que me agradaba tanto. La tenía. La demostraba. La Chica De La Pulsera De Elefante no me sacó los ojos en ningún momento. Ni un solo instante. Y sonreía. Sonreía tan jodidamente perfecta que si no fuera porque mi cuerpo estuviera en una cuerda de la vida o la muerte, quizás esté exagerando, la estuviera besando con tanta sensación que no tendría el tiempo de desconectarme de la máquina.

—Contigo me atreví a hablar de lo que solo hablaba conmigo misma. –Añado. El cuarto se volvió un silencio ensordecedor. Ruidoso, y cuando abro los malditos ojos, veo... Veo aquella silla tan vacía que ni una sola mosca estaba posando en ella.

Y cuando menos me lo esperé. Escuché un ruido al otro lado de la habitación. Sí. La puerta estaba abierta y a través de ella vislumbré una figura dudosa. Casi se podría decir que era alguien a quien yo conocía. Ese ser me miró por unos instantes y luego se fue. Sin dejar rastro alguno, su sombra dejó un vacío en mi que me dió mucha curiosidad y de qué pensar durante horas.

¿Quién puedo haber sido? ¿La Chica De La Pulsera De Elefante? No lo creo. Ella no sería capa de ni acercarse al hospital. Y aún siendo yo, tampoco pensó en mí alguna vez.

TE VÍ,
no buscaba a nadie y te ví.

El sueño llegó a mí. Los días transcurrieron con tanta tardanza que mi paciencia de agotaba cada vez más. Y cuando por fin tuve oportunidad de hablar con el doctor, él me interrumpió y habló.

Me contó que ese mismo día había logrado una mejoría bastante buena. Mejor que nadie. Y si seguía así, la semana que viene me darían el alta para luego tomar la quimioterapia. Sin embargo, eso cayó muy profundo dentro de mí, y me hizo pensar.

Odiaba que éste fuese mi destino. ¿En serio terminaría así? ¿Con la esperanza de poder vivir un día más?
O con el paso del tiempo, aceptar que ya no me queda vida para vivir. No me queda futuro. Y La Chica De La Pulsera De Elefante no sabría de mí, o quizás sí, pero con la indiferencia olvidaría mi existencia. Eso, cayó más profundo dentro de mi ser.

Cayó el atardecer, y mis ojos también.
Dejé mi cuerpo en un temple de silencio.

•••

Como regalito

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Como regalito. Doble actualización. Bsos.

La Chica De La Pulsera De Elefante © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora