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BASTARÁ SOLO
con verte.

Mi corazón saltaba de alegría. Había llegado el día. El día que me daban el alta y poder irme a casa. Descansar en mi habitación. Ver a... Nadie.
Mi madre habló con el doctor, y sin esperar mi curiosidad comenzó a saltar y me llevó a la salida. Allí, inhale tan profundo y limpio aire. Y aunque todavía me sentía un poco débil debía ser fuerte. Para todo.

Me giré para guiarme a mi madre cuando ví nuevamente una sombra. Aquella misma sombra de la otra vez. Y de pronto, el recuerdo de aquello vino a mi mente para hacer recobrar la memoria y mis sospechas. Aunque quisiera no logré ver nada y lo ignoré.

Nos subimos al coche y mi madre condujo hasta la casa. Allí entre el mar de susurros en el vecindario, salí y me dirigí a dirección a la puerta de mi casa. Y allí de nuevo, volví a alucinar o eso era lo que creía yo.

—Hey...–Escucho decir a unos metros de distancia. Me giro para visualizar a La Chica Que Fuma En Vez De Respirar, ella solo se mantuvo ahí. Quieta. Titubeante.

—Hola. –Respondo. La Chica Que Fuma En Vez De Respirar elevó la vista y sonrió. Aquella sonrisa que era acogedora. Yo, respondí igual. Esbocé una amplia sonrisa. La conversación moría más rápido en segundos. Aunque lo crea irónico.

Hago esa cara. Esa cara que cuando querés saludar a alguien, pero no sabes si esa persona quiere que sea así. Y por instantes lo dudo, pero termino por regalar una mini sonrisa y me giro para entrar. Cierro la puerta detrás de mí y veloz me acerco a la ventana, vislumbro entre la tela que cubre la ya mencionada y logro ver a La Chica Que Fuma En Vez De Respirar. Ella se encuentra ahí, con las manos en el rostro y tratando de controlar sus expresiones. Logro descubrir y entender que estaba sacando lágrimas.

¿COMO NO ME IBA
a enamorar de ti?

Los días estuvieron predispuestos a demostrar a varias personas que no les merecía ver mi rostro. Ni mucho menos conocerme. Sin embargo, sacando algo bueno, y ha de admitir que no tanto, recibo un mensaje por parte de... La Chica De La Pulsera De Elefante. Sí, pero momentos después aquel mensaje que no me correspondía fue borrado antes que mis ojos lo vieran.

Los meses agasajaron con los días. Se fue rodando el tiempo, y días después de estar en reposo absoluto aquel bulto en mi pierna no se volvió algo más que una molestia mínima. Dijeron que podía volver a la escuela, pero que no debía hacer ninguna actividad física. Que no era algo normal, y lo que me estaba pasando a mí no le había pasado a nadie más. Le alegré de superarlo. De ser la única en seguir luchando. Y no pasó ningún día que no me torturara por estar tan distraída. Me lo hacía recordar constantemente, sin vacilar.

Y dolía. Dolía tanto. Demasiado.

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La Chica De La Pulsera De Elefante © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora