A VECES NO PUEDO
hablar sobre lo que siento
Y ES UNA MIERDA.No hay momentos en los que deje de pensar en todo. Y no poder hablar me está sobre exaltando. En mi vida imaginé que esto me pasara. A mí. Una chica que solamente le gustaba los chicos y que ¡Puff! De un momento a otro me atraería una muchacha como ésta. Y aún me sigue sorprendiendo.
Deseo incomparable en un silencio de perdedores ocultos detrás de una puerta. Aquella puerta a la que todos le encuentras algo gracioso. Una puerta que está cubierta de tornillos oxidados y cada que la tratas de abrir, ellos te pinchan y hacen que derrames sangre.
Y ahora lo entiendo todo. Aún con la vacilación en mi pecho me encuentro en un sigilo de ruidos extraños dentro de mi fortaleza llamada perdida; entre mundos extraños dónde solo yo, hasta el momento he encontrado. Allí encuentro a personas de todo el mundo cubiertos por ropas andrajosas. Ocultando su rostro por temer ser descubiertos por todos.Y es raro, porque yo pertenezco en los dos caminos. Pensaba que sería un camino pecaminoso llegar aquí sin previo aviso, aún sabiendo que también me gustan los chicos. No solo las chicas como millones de aquí. De este tan lindo y extraño lugar.
En estos instantes este maravilloso lugar comienza a moverse. Parece un terremoto y de repente de un momento a otro los demás desaparecen. Yo desaparezco. Abro los ojos ante los ruidos fuertes que resonan en mis oídos y en ese momento, entre abrir y cerrar los ojos, y un nuevo desmayo voy y vuelvo al mismo lugar. Nuevamente mis ojos se abren y encuentran una luz cegadora. Estoy en el hospital. Y lo he deducido porque su aroma afecta mi olfato y mente. Mi cuerpo no resiste más. Mis ojos piden más. Mi espíritu dice que algo está por suceder, por llegar.
Y en ese mismo instante ocurre algo que no me lo esperaba ni aunque fuese el fin del mundo.
NO HAGAS TANTOS PLANES,
la vida hace lo que quiere contigo.Sus ojos detrás de aquellos cristales fueron un casi infarto en mi sistema. Su cabellera corta que me excitó más que nunca y aquellos labios que desee una última vez.
Los médicos, el doctor y mi madre al rededor de la camilla corriendo con prisa hacia la habitación más cercana que esté deshabilitada. Y yo, solo pensando en cómo la besaría y tocaría si solo me dieran un segundo. Ella logró a paso más rápido llegar a mi lado y agarrar mi mano.
Suspiré.
Porque su mano. Su piel fue lo más suave que había tocado en mi vida. Y ella entre sollozos y lágrimas, y mejillas rojas húmedas me tomó de la mano aún más fuerte y me dijo.
—¿Porqué yo? ¿Porqué a mí? –Entre balbuceos solo logré escuchar eso.
—Eres tú. Porque nadie más tiene sentido. –Le contesté entre una sonrisa de paz y lágrimas de desespero. Sin fuerzas alguna, agarré la pulsera que tenía y se la devolví.
Ella se quedó quieta. Y me dejó seguir a delante. Me soltó la mano. Por inercia me levanté con falta de oxígeno y alargue mi brazo. La Chica De La Pulsera De Elefante se quedó allí, mirándome. Sonriendo entre la tristeza y el desvelo de una noche de decisiones difíciles.
El doctor me acostó. Mis ojos se volvieron un loquero tratando de buscarla. Sin embargo, no logré volverla a ver. Mis ojos dijeron basta y mi cuerpo, y mente confundidos se dejaron manipular por el momento. Así que, me desmayé.
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La Chica De La Pulsera De Elefante © ✔️
Short StoryLa Chica De La Pulsera De Elefante. Alguien tan misteriosa. Alguien tan sarcástica, pero graciosa a la vez. Su cabello de rulos oscuros. Sus ojos ocultos detrás de cristales por su tan poca visibilidad. Sus labios gruesos, y húmedos a lo que alguna...