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SEGUIMOS ENTRE
las bestias ignorantes
APARENTANDO SER ÁNGELES.

Sorprendida por su desdicha. Pasaron los meses aún más y se recibió a brazos abiertos mi cumpleaños.

Entre todas sorpresas gratificantes y amorosas respuestas. En el fondo ya hacía la respuesta. Una de las personas presentes se encontraba La Chica De La Pulsera De Elefante. Sin duda, ella estaba más bonita que todos los demás, añadiéndome.

Su regalo fue tan sencillo y conmovedor que no tuve palabras para escupir. Y entonces, no pude expresar más que solo una lágrima a solas.

Palabras escritas en una carta. Y no es que decía su amor eterno hacía a mí, si no que las palabras usadas en cada oración lograron llegar a lo profundo de mi corazón.

También había un avioncito. El cuál, lo llevaré siempre conmigo, en ese avión que quizás sea ridículo para muchas personas, decía que era un avión para llegar a ella.

Lo cual más de una sola vez, me hizo pensar profundamente en todos aquellos pensamientos impuros de mi corazón. Era una clase de indirecta muy directa, quizás no lo estaba comprendiendo muy bien.

Quizás eran palabras inoportunas, que a ella le dió la menor importancia. Quizás quería que me diera cuenta que estaba disponible para mí. Que me esperaba si quisiese buscarla. Y que estaría de brazos cruzados, observando por la venta a la espera de mi aparición.

UN SUEÑO,
su cuerpo fundido
CON EL MÍO.

Saqué varias conclusiones todas las noches. Me quedaba dormida, pensando en el valor de su mirada. En lo penetrante que sus ojos provocaban sensaciones, percepciones en mi ser.

En como sus pechos, siempre rozaban con mis brazos o con los míos. En como movía sus manos hechas de mármol, pálidas ante la luz del sol.

Pensaba en como cada ropa que se pusiera le quedara bien, y La Chica Loca Enamorada no dejaba de ver.

Como si su cuerpo me estuviera diciendo: Tócame, tócame, tócame...

Y así, repetitivamente.

Siempre voltee mis ojos. Fingía cierto desinterés ante sus caderas. Mis labios sellados para que no dijeran nada que la incomodara.

Pasaron días, semanas, meses. El cielo se cruzaba y entre luces de agosto, recuerdo como el mar picaba y olas se escuchaban a pesar de estar tan lejos de donde me encontraba.

Entre esas cruzadas. Aquellas picadas. La Chica Que Fuma En Vez De Respirar nos invita en dar un paseo en cu carro, mientras ella y su padre hacían una búsqueda.

La Chica De La Pulsera De Elefante y La Chica Loca Enamorada se quedan solas. Entre la luz de la noche, el silencio y el aire frío de aquella noche.

Sus labios carnosos, húmedos. Esperando ser víctima de los míos, o eso suponía yo. No nos dejábamos de mirar. Era como una pelea de miradas fijas una a la otra y sin darnos cuenta, nos acercamos.

Nuestras bocas solas se acompañaron, y ni sus ojos, ni los míos dejaron de verse unos a los otros. Nos deseábamos, o eso, había entendido yo.

Una de sus manos se deslizó por mi muslo. Subió a mi cintura y traspasó todo rastro de incertidumbres en mi cuerpo, subió y siguió subiendo.
Sus dientes se fijaron tan excitante a mis labios que me dejaron una marca.

Aquella marca que deseaba tantas noches desde la última vez que la había visto.


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La Chica De La Pulsera De Elefante © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora