De los errores se aprende

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En un enorme closet, Ren tenía una fuerte batalla contra las prendas que colgaban de los ganchos. 

-¡NO!, ¡ESTO NO SIRVE!, ¡ESTO TAMPOCO!,  ¡NADA DE ESTO SE VE BIEN!- gritó el jashinista tirando al piso varios conjuntos de ropa, y uno que otro zapato. 

Los menores que estaban sobre la cama, observaban a su superior entre molestos y aburridos. 

-Ren, ¿no crees que estás exagerando?, solo vas a ir a una junta de padres de familia- señaló Hidan, mientras esquivaba unas botas de cuero. 

El mayor al escuchar eso se giró haciendo un puchero. 

-No tuve antes este tipo de oportunidades porque estaba ocupado, quiero dar una buena impresión, no quiero ir y que todos piensen que su amado padre es un especie de criminal- dijo el creyente, haciendo que los menores intercambiarán miradas. 

-Hidan, ¿no puedes ir tú a la junta?, hm- preguntó el rubio imaginando la escena que podría hacer ese maldito loco. 

Esa preocupación le sacó una sonrisa burlona al platinado. 

-Lo siento mucho  Deidara-chan, se que yo cuido de ti, pero legalmente ese idiota es tu padre- dijo el religioso sintiendo un poco de pena por su hermanito. 

-Tuviste suerte de que Ren no pudiera asistir a ninguna de las tuyas, hm- 

-La verdad si, aunque la tía Anko tampoco pasaba desapercibida- dijo Hidan, recordando cómo aquella escandalosa mujer siempre salía de la escuela con los números de varios padres solteros. 

La conversación de hermanos pasó desapercibida gracias a que el jashinista estaba demasiado concentrado en sus atuendos, que por más que combinaba, todos lo hacían lucir como un psicópata recién salido de las calles. 

-¡AHHHHHHH!, ¡A ESTE PASO VOY A HACER EL RIDÍCULO!- gritó con frustración Ren dejándose caer de cara contra la montaña de pertenencias. 

-Siempre lo haces- dijeron al mismo tiempo sus dulces angelitos. 

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Luego de unas horas entre quejas y lloriqueos, los jóvenes decidieron llevar a su tutor de compras, junto con algunas sugerencias de la amante de los dangos.  Para el final del dia Ren portaba una camisa blanca de botones, encima de esta llevaba un saco negro, portaba unos pantalones oscuros formales y zapatos que hacian juego. 

Se sentía nervioso porque era la primera vez que daba la cara en la institución, pero luego de algunos suspiros se armó de valor para caminar entre los pasillos y dar con el salón de Deidara. 

Y por supuesto, no logró pasar desapercibido, en seguida los murmullos se dejaron escuchar entre las madres, que no entendían de dónde había salido aquel sujeto tan apuesto. 

Ren tomó asiento, esperando ansiosos las calificaciones de su niño, en serio quería saber como le iba en la escuela. 

Por turnos el maestro pasó a cada uno de los tutores para explicarles la situación de sus hijos. Y una hora después por fin era el turno del jashinista. 

-Buenas tardes, soy Ren, padre de Deidara- se presentó el más alto con una enorme sonrisa. 

-Mucho gusto- saludó el profesor. 

Pasaron unos segundos y con calma le entregó al padre del año las notas del rubio. 

El creyente las revisó esperando ver alguna dificultad, pero para su sorpresa las notas de su hijo eran casi perfectas. 

"No esperaba menos de mi muñequito" pensó Ren con orgullo. 

-A su hijo le va bien en lo académico, pero si hablamos de su personalidad tiene mucho que trabajar- soltó de golpe aquel maestro. 

RenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora