En un respetable establecimiento, cierto hombre con máscara buscaba por todos partes a su jefe sin tener ningún éxito. Entonces decidió ir directo con la mano derecha de Ren, su socia y mejor amiga.
-Anko, necesito terminar de llenar esta información, ¿dónde está Ren?- preguntó Kakashi sosteniendo algunos documentos.
La chica de cabello morado dejó de limpiar una de las motos para contestarle a su compañero.
-Creo que ese idiota esta en la oficina-
-¿Se encuentra bien?, normalmente estaría aquí gritándole a medio mundo y nos dedicaría una mirada asesina- dijo Hatake extrañado.
-No lo se, desde la mañana esta raro, creo que iré a hablar con él- Anko tomó un trapo para limpiarse las manos y luego dirigirse a la parte más alta del taller.
-Suerte- sonrió el enmascarado, sabía que ese par era muy unido.
La chica de vestimenta ruda subió a donde estaba su jefe y sin ningún tipo de delicadeza abrió la puerta.
-¡Oye idiota!, ¿¡todo está en orden!?- pero no hubo necesidad de una respuesta verbal, pues Ren estaba medio muerto sobre su escritorio, mientras que un aura depresiva lo envolvía.
-Dejame solo- pidió el mayor pero fue ignorado.
-Con una mierda Ren, tenemos mucho trabajo pendiente, si algo te preocupa solo dilo y acaba de una vez con este drama- dijo Anko molesta.
El mayor la miró un momento para después tomar algo de aire.
-Siento que algo malo le pasa a mi dulce angelito-
Eso extraño a la amante de los dangos.
-¿Te refieres a Hidan?, ¿tuvo algún accidente en la gira o por qué lo dices?-
El creyente negó con la cabeza.
-No, desde hace tiempo lo he visto raro, como si algo le preocupara, está más nervioso y discute mucho con Deidara- explicó el jashinista.
Anko entrecerró los ojos analizando las palabras de su mejor amigo.
-Me suena familiar, no creerás que-
-Si, parece que mi niño está muy interesado en alguien- la voz del mayor se escuchó tenebrosa.
La menor pasó saliva nerviosa, debía calmar a su jefe y rápido.
-Ren, han pasado años desde aquel incidente, tu hijo ha cambiado mucho, no le volverá a pasar nada malo-
-Entonces, ¿por qué me sigue ocultando cosas?, ¿por qué no puede confiar en mí?, yo soy su padre-
Anko sonrió para acercarse y ponerse a su lado.
-Eres un excelente tutor, todo lo que haces por ellos viene del corazón y te aseguro que tus hijos están muy agradecidos, peroooooo- la mujer hizo una breve pausa colocando su mano derecha en el hombro del religioso.
Ren la miro esperando el resto de la explicación.
-A veces eres muy intenso, agresivo y sobreprotector, a los chicos de su edad les molesta que sus padres se metan de golpe en sus vidas y tú eres el rey de los entrometidos- sonrió Anko.
Eso dejó al creyente en blanco y sin más se dejó caer su cara en el escritorio dándose un fuerte golpe.
-Oye, no vayas a llorar- pidió la mujer.
-¡CALLATE, YO MANDO AQUÍ Y HARÉ LO QUE SE ME DA LA GANA!- gritó el mayor sin despegar su cara de la base de madera.
"Este sujeto es imposible" giró sus ojos con fastidio.