¿Qué esta pasando?

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En un enorme bar, los miembros de Jashin sonreían sosteniendo sus bebidas esperando con ansias el anuncio de su superior. 

-Amigos mios, me complace anunciarles que mis dulces, tiernos y adorables niños por fin tendrán su primera gira- sonrió Ren con mucho orgullo. 

Hidan y Deidara que se encontraban a su lado se sentían un poco apenados, no solo por las palabras de su padre, sino también por la excéntrica decoración que daba un ambiente de fiesta. 

-¡Salud!, ¡por el éxito de mis pequeños!- gritó el creyente. 

-¡Salud!- contestó la multitud. 

-Disfruten la noche tesoros- y así Ren decidió darles algo de espacio. 

Los miembros de la banda terminaron de reunirse y se sentaron en una de las mesas para poder charlar. 

Una hora después, el mayor decidió llevarles a los músicos algo de comer, tomó una gran caja de pizza y encima puso algunos dulces. 

Cuando ya estaba a unos metros noto que Hidan se veía algo preocupado. Se acercó con cuidado de modo que los demás no notaran su presencia para poder escuchar si había algún especie de problema. 

-¿Por qué no le mandas un mensaje?, creí que ustedes ya eran amigos, hm- habló Deidara con fastidio. 

-Si lo somos estúpido mocoso, pero creo que si le hablo ahora parecere desesperado- le explico el platinado a sus amigos. 

-¿Y no lo estas?- se burló Kisame. 

-¡Cierren la puta boca!, ¡no entienden nada!- se quejó el religioso. 

-Lo que pasa es que eres un cobarde, no se que le ves a ese sujeto, hm- 

Hidan frunció el ceño y de un movimiento rápido le jalo el cabello a su hermanito. 

-¡Ya no me jodas muñequita mal teñida!, ¡cuando me sienta listo hablaré con Kakuzu!- sentenció el vocalista. 

Al gritar aquel nombre Ren apretó la caja con comida. 

"¿Kakuzu?, ¿quién será ese sujeto?, es la primera vez que lo mencionan" pensó el jashinista molestó. 

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Tres días después los músicos ya estaban listos para realizar su recorrido por carretera, el único inconveniente que tenían era que un padre llorón se aferraba al autobus como si su vida dependiera de ello. 

-¿¡Por qué no puedo ir con ustedes!?- gritó Ren sujetando las maletas de los menores. 

Hidan cerró los ojos pidiéndole paciencia a Jashin, porque de otro modo iba a patear a su dramático tutor. 

-¡Yo quiero ir!, ¿¡qué pasa si un lunático salta al escenario para tratar de abrazarlos!?, ¡no lo permitiré!- gritó el creyente. 

Debido, que estaba subiendo el resto de las cosas al camión, tomó aire para ir directo con el jashinista. 

-Ren, ya lo habíamos platicado, tú te quedaras aquí atendiendo el taller como un ser humano normal y nosotros disfrutaremos el viaje, hm- 

El mayor pasó saliva nervioso, a veces sus pequeños podían ser aterradores. 

-Estaremos bien, después de vivir a tu lado tantos años, créeme, nada puede asustarnos- bromeó Hidan arrebatándole a Ren el resto de sus cosas. 

Ren se cruzó de brazos no muy convencido de que sus pequeños se fueran sin una buena supervisión, pero entonces la presencia de un hombre de gran altura lo hizo salir de su trance. 

-No se preocupe mi señor, los tendré muy vigilados- dijo Kisame mientras se acomodaba la ropa. 

-¡Yo también cuidaré de mis sempais!- gritó Tobi con emoción. 

Luego de eso al creyente no le quedó de otra más que confiar en la palabra de los músicos. Se quedó de pie en ese lugar hasta que el camión salió de la estación. 

Los menores se asomaron por la ventana para darle una cálida despedida a su padre. 

Ren les regreso el gesto con una sonrisa. 

"Cuidense mucho corazones" 

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Las semanas pasaron y por fin los chicos estaban de regreso. Y en cuanto bajaron de su transporte notaron que el religioso estaba esperándolos con una enorme cartulina que decía: "Bienvenidos, son mi mayor orgullo" 

Hidan y Deidara se sonrojaron avergonzados pero aun así salieron corriendo para abrazar a su padre. 

-Estoy feliz de verlos mis niños- 

-Estamos en casa- dijeron los chicos al mismo tiempo. 

Al rato ya que terminaron de bajar las cosas, cada quien se fue a su hogar, Ren ayudó a los menores a llevar sus cosas al departamento y luego salieron a caminar, estaba encantado con todo, no había nada mejor que escuchar a sus hijos. 

Deidara estaba a la mitad de su historia cuando su celular sonó, miró la pantalla y rápidamente lo guardó. 

-Hidan, Ren, tengo que irme, iré a cenar con un amigo, nos vemos, hm- se despidió el rubio mientras corría a toda velocidad. 

El mayor al ver eso, quiso alcanzarlo pero le fue imposible, el platinado casi se ríe por aquella escena. 

Hidan sacó también su celular con una idea en mente, deseaba mandarle un mensaje al moreno, estaba a punto de hacerlo, pero su padre se colocó al lado impidiendo realizar su movimiento. 

-¿A quién le escribes?, ¿un amigo?- preguntó Ren curioso. 

-¿¡Eh!?, n-no, es otro asunto- se asustó Hidan apartando el aparato. 

El mayor miró un momento a su angelito con el ceño fruncido, de verdad quería saber más, pero debido al viaje tan agotador decidió dejarlo pasar. 

-¿Qué tal si para celebrar tu logro fumamos un rato?- sonrió el creyente sacando una cajetilla. 

El menor sonrió, tomó uno y se acercó al poste más cercano para empezar a degustar. 

Ambos fumaban en silencio hasta que Ren volvió a hablar. 

-¿Quién lo diría?, mi bebé ya es toda una superestrella- 

-Cierra la boca idiota- se avergonzo el menor. 

"No soy estúpido Hidan, se qué me ocultas algo y voy a descubrir que es" 






















Solo queda un capitulo para el final
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RenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora