Mucho trabajo

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En un cómodo apartamento ciertos hermanos brindaban con botes de cerveza

-¡Rubia, hoy es el día!- gritó Hidan con mucho entusiasmo.

Deidara quien estaba acostado en el sillón le sonrió al mayor.

-Lo sé, felicidades tarado, por fin serás coronado como uno de los miembros más importantes del culto Jashin, hm- comentó el rubio dándole un trago a su bebida.

El religioso dio un salto para dejarse caer al lado de su hermano sacudiendo el mueble.

-¿Pero sabes qué es lo mejor?-

El menor alzó una ceja adivinando de que se trataba.

-¿Que por fin te darán tu tatuaje?, hm-

-¡Si, he esperado esto por años, y antes de que se oculte el Sol el símbolo de nuestro Dios quedará grabado en alguna parte de mi piel!- los ojos del platinado desprendían un brillo muy particular.

-¿Y dónde te lo piensas poner?, hm-

-mmmm pensaba en la espalda o tal vez en el brazo- comentó Hidan tratando de imaginárselo.

Ambos platicaron durante un rato, hasta que unos toquidos dejaron a los jóvenes quietos.

-¡Debe ser Ren!- y de un salto el fanático salio corriendo para recibir a su padre.

Hidan abrió de golpe, encontrándose al creyente, el cual sonreía sosteniendo algo en sus manos.

-Mi dulce y bello angelito, no tienes idea de lo orgulloso que estoy de ti- dijo el mayor inclinándose para besar la cabeza de su hijo.

-¡Ren, no hagas eso!- se apenó el menor, ya que desde hace mucho no le gustaban esos cariñitos.

El lider de los jashinistas sonrió divertido por la reaccionó de su hijo y a paso lento llegó a la sala encontrándose a su otro pequeño.

-Mi muñequito precioso, dale un beso a papá- pidió el creyente.

-Asco, hm- contestó el rubio mientras fruncia levemente el ceño.

Ren con un tic en la ceja dejó aun lado el objeto que llevaba en las manos, para después acercarse a Deidara y abrazarlo con fuerza.

-¡Ren, me ahogas, hm!- el joven artista trató de sacárselo de encima pero tuvo ningún éxito.

-Si dices que me amas, tal vez te suelte-

-¡Te amo, te amo, te amo!- gritó con desesperación Deidara sacandole una risita a Hidan que llevaba rato contemplando aquel escenario.

El creyente depositó un beso en la mejilla de su hijo para luego soltarlo.

-Yo también te amo mi bomboncito- se burló Ren para tomar asiento en el sillón.

-Idiota, hm- dijo Deidara limpiandose la cara.

El platinado se puso de pie enfrente de su padre, esperando su aprobación y por supuesto que este no tardó en darle un discurso.

-Hidan, este es un día muy importante, no solo te integras a un grupo, sino que serás parte de una gran familia, espero que algún día puedas convertirte en su líder para guiarlos y protegerlos- el tono de aquel demonio fue tan serio que hizo que el chico de grandes ojos violetas le diera una reverencia en señal de respeto.

Satisfecho con la actitud de su angelito, Ren sabía que era el momento de tocar aquel tema tan importante.

-Bien, pasemos a la siguiente parte- sonrió el hombre de cabello oscuro, tomando el objeto que antes llevaba en sus manos, que ante los ojos de los menores parecía un pequeño cofre, desgastado y con algunos rasguños.

RenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora