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Saltan encima de mi y es eso lo que me despierta, si no fuera mi hermana le metería un par de hostias. Me intenta sacudir riendo.

— Ya estoy despierto peque...— Digo adormilado y con los ojos medio cerrados. No creo ni que sean las once.

— ¡Buenos días!— Grita y yo la mando a callar.

— ¡Shh...! Peque, Key está dormida, llego tarde de trabajar.— Me mira triste.

— ¿No la puedo despertar?— Me desperezo.

— Haz lo que quieras.— Le digo, se tira encima de Keyla despertandola.— ¿Y Cris?— Sale del baño duchada y vestida. Se acerca a mi.

— Nic me ha llamado.— Me susurra, Keyla aún sigue medio dormida y no se entera.— ¿Puedo ir?

— No bebas, ni fumes.— Asiente feliz.— Tira anda.— Besa mi mejilla, abro los ojos.

— Gracias Aylan.— Dice feliz llendo a la puerta.— ¡Te he cogido dinero...!— Dice cerrando la puerta. Niego y bajo la cabeza riendo. Ni dios la cambia.






Bajo del coche y voy a desatar a mi hermana, mientras Keyla va a abrir su casa. Leah se agarra a mi cuello y yo la cojo en brazos, camino hacia la puerta con ella. Entro por la puerta y veo la casa destrozada, no queda mucho. Keyla está mirándolo todo sin decir nada, tan solo observa. Dejo a mi hermana en el suelo y ella también empieza a mirar y a cotillear todo lo que tiene alrededor.

— Key...— Le acaricio el brazo pero se aparta y sin mirarme sube arriba. Suspiro frustrado y voy con Leah a vigilarla, esto está hecho un desastre todo esta roto, destrozado, se puede hacer daño.— Suelta eso Leah.— Le ordeno cuando veo que tiene un marco de foto roto entre sus manos.

— Es Key, Cris y Luke. Y un señor y una señora.— Me agacho para poder mirarlo, supongo que serán sus padres. Solo me ha hablado una vez de ellos y solo me dijo que estaban muertos. Cojo la foto, sacándola del marco foto y me la guardo en el bolsillo, Leah me mira.

— Secretito ¿vale?— Asiente sonriendo.

— ¡Aylan!— Gritan desde el piso de arriba. ¿Dejo a Leah aquí sola? No, mejor no, se puede hacer mucho daño.

— Vamos arriba.— Asiente me coge la mano y subimos arriba, a paso de tortuga pero lo logramos. Entre que la casa está llena de mierda y que mi hermana tiene su ritmo al subir escaleras tardamos casi cinco minutos.— ¿Keyla?— Pregunto, ya que no sé dónde está.

— En mi habitación.— Me responde, guio a mi hermana hacia donde está Keyla. Entro y la veo mirando una pared, donde hay una gran pintada con spray de grafiti rojo. Puedo leer un poco de lo que pone.— Ha sido Scott.

—¿Lo dudabas?— Me mira enfada y yo levanto las manos. Consigo leer todo lo que pone en la pared.

"Vas a morir Keyla Styles"

"Cuida a tu hermanita"

"Disfruta con tu asqueroso
Escorpión Blanco"


— Keyla...— Me intento acerca a ella pero ella me aparta. Se gira mirando a la ventana y coge su móvil del bolsillo del pantalón, se lo que va a hacer, así que me cojo el móvil antes de que lo llame, llame a Jason.

— ¡Aylan! ¡Ey! ¡El móvil!— Levanto la mano por encima de mi cabeza, con el móvil en ella, Keyla no llega.

— Se que vas a llamar a Scott. No te lo voy a permitir. Tu fuiste la que me dijo que no te querías mostrar débil ante él y si lo llamas es lo que menos harás.— Se relaja un poco y deja de saltar para coger el móvil.— Verá que te ha afectado. — Se aleja de mi y va a la ventana, me meto el móvil en el bolsillo del pantalón y me acerco a Keyla, tiene sus manos en la cara.— Amor...— Se gira y me abraza, empieza a llorar en ni pecho, mientras yo acaricio su melena.— Se que amas a tu hermana y ella está por encima de todo, pero no puedes permitir que Jason te vea débil. Sabes que no dejaremos que se salga con la suya.— Dejo un beso en su cabeza.— No le va a pasar nada a Cris. A ti tampoco.— Se separa y me mira, odio verla llorar.— Me muero si te pasa algo.— Sonrie, beso su frente.

— Que bonito.— Nos giramos para mirar a mi hermana. Keyla sonríe mirándola, se separa de mi para cojer a Leah.

— Bonita tu.— Le dice cuando la tiene en brazos, le hace unas pocas de cosquillas que hacen que Leah se ría.— Llama a Cris, que venga a por sus cosas.— Asiento sonriéndole. Sale de la habitación riendo con mi hehermana.

Cojo mi móvil del bolsillo del pantalón y llamo a Cris.

— ¿Cris?— Pregunto.

— Si.— Contesta riendo. Frunzo el ceño.

— Ven a tu casa, estamos cogiendo vuestras cosas.— Le digo.

— Vale, en un rato voy...

— No, vienes ahora. No estamos para tonterías Cris.

— Si, si. Ya vamos.— Cuelga. ¿Vamos? Va a traer a Rubio.

PræterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora