***QUÉDATE CONMIGO***

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Al amanecer los príncipes recién casados partieron rumbo a su hogar, el rey dio la bendición a su hija y la dejo ir, la despedida fue un tanto triste y sublime, pues era la única que aun alegraba el palacio después de que sus hermanas se casaron, sin embargo para el monarca también fue feliz, al ver la radiante alegría de su hija menor, quien junto a su hija despidió a su esposo.

Mucho tiempo llevo sufriendo al verla apartar drásticamente a su nieta, a aquella bebé que era una gota de agua idéntica a su madre, odiar a su esposo que se desvivía buscando cambiar su actitud.

El rey llego a considerar librarla de ese martirio al cual la sometió pensando en el bien de su nieta, mandándola lejos a algún monasterio o bien aplicando la ley dando a conocer las verdaderas causas del matrimonio, ejecutar al general y mandar a un orfanato a la niña.

Ahora simplemente se alegraba de no haberlo hecho no tenía idea de aquel cambio de actitud y de cómo la atropellada relación había dado un giro pero se complacía de denotar que no se había equivocado al pensar que el general era el hombre adecuado para su hija y por su valor ser su posible sucesor cuando el ya no estuviera o bien ser el padre del futuro rey de Joseon al cual esperaba ver nacer muy pronto.

-Hija porque no me acompañas en el palacio mientras regresa tu esposo- pidió con tranquilidad el monarca, cuando ya se perdía en las calles la comitiva de los príncipes.

-Por qué , padre- contesto mientras sostenía de la mano a su hija que aun decía adiós agitando un pañuelo.

-Me siento solo, me harías compañía- pregunto.

-Tienes a siwon- le hizo ver la princesa al ver a su hermana y a su esposo a otro extremo de la puerta.

-Ella se va en dos días... vamos solo será por un tiempo- le ánimo.

La princesa sonrió aceptando la proposición, aquella misma noche ceno en compañía de su padre y durmió en su antigua habitación. Aunque no pudo hacerlo completamente, ella misma se sorprendió de darse cuenta de la necesidad que sentía de la presencia de Kyuhyun.

Sintió su cama vacía, un espacio en el lugar sin llenar, se posó en la ventana y observo hacia el cielo, encomendándole que no pasara nada que impidiera la vuelta de su marido a casa, donde posiblemente le diera una linda noticia que sospechaba desde días anteriores.

Por su parte el general Cho Kyuhyun guio a la compañía hasta ya entrada la noche, la cual pasaron en un campamento improvisado cerca de un río en el cual se le dio de beber a las bestias que llevaban.

-General lo noto tenso- dijo su subordinado al verlo intranquilo mirar a los sirvientes moverse aun de un lado a otro preparando la cena y a sus soldados establecer el perímetro de protección.

-Enserio- contesto riendo.

-De verdad se ve mal, todo está cubierto al cien por ciento no hay de que temer- le aseguro el chico a cual el asintió sin embargo lo sentía, tenía un miedo, un terror inexplicable, sentía el aviso del viento que había escuchado todo y que trataba de advertirle de la tragedia a suceder.

Todo parecía normal en palacio, no existía razón por la cual los guardia debieran alertarse del peligro. Aquella mañana la princesa Sungmin había confirmado la noticia que le ilumino la vida, estaba en cinta , desde el cielo los dioses le concedían un hijo para buenaventura de su familia, su hija tomaba sus lecciones y ella paseaba sola por su jardín personal, pues su inseparable dama, había salido a hacer algunas compras, cuando recibió una visita inesperada.

CICATRICES QUE MATANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora