¿Qué hacemos? | Wariam

Capítulo 3

Miriam

Me dirigí hacia la oficina a la mañana siguiente con pocas ganas. La verdad es que no me hacía mucha gracia encontrarme con mi jefa después de verla comiéndole la boca a Lola Indigo.

Pero eso no era lo único que me molestaba. Lo que más lo hacía era el hecho de que todavía no me había dicho nada acerca de la entrevista y eso que ya habían pasado unos cuantos días.

Y eso era lo que realmente me jodía: que tuviera más en mente a otra persona en vez de a mí.

Iba pensando en mis cosas por el camino a la oficina, además tenía los cascos puestos, asi que poca atención estaba poniendo a lo que había a mi alrededor. Y de eso me di cuenta cuando al estar enfrente de la puerta de mi oficina, me choqué con alguien que salía de su interior.

-Joder, perdón. - dije levantando mi mirada del suelo para mirar a la persona y abrí los ojos al verla.

-No pasa nada. - sonrió.

Genial, me había tenido que chocar con Lola, la chica que se estaba liando con mi jefa.

-¿Eh? - dijo mirándome fijamente. - Tú eres Miriam, ¿verdad?

La miré con una ceja levantada y después asentí.

-Yo soy Mimi. A lo mejor me conoces más por Lola Indigo.

-Sí, sé quién eres pero, ¿cómo sabes mi nombre? Que yo sepa no nos conocemos en persona...

Mimi echó a reír y me miró con una sonrisa.

-Ana me ha hablado mucho de ti.

Abrí los ojos. ¿Mi jefa hablándole a Mimi de mí? Pero si pensaba que estaban todo el rato comiéndose la boca y no paraban ni un segundo para hablar.

-Por cierto, eres guapísima, tía. - dijo poniendo una mano en mi brazo. - Normal que la canaria te tenga tan fichada.

Vale, aquello ya sí que no me lo esperaba para nada.

-Cuando cante en Madrid le diré a Ana que te vayas con ella al concierto, que te invito. - dijo dándome unos pequeños golpes en el hombro. - Bueno, me tengo que ir, que la gira no se prepara sola.

La rubia se acercó a mí y me dio dos besos para despedirse. Después se alejó de mí y yo decidí entrar en la oficina.

Al parecer había sido la primera en llegar, porque no había nadie más. Coloqué mis cosas en la mesa y encendí el ordenador.

Sonreí porque mi jefa estaba metida en el despacho. Mejor, así no tenía que saludarla. Asi que esperaba que mis compañeros no tardasen mucho en llegar, porque me resultaría muy incómodo saludar a Ana a solas.

Pero pareció escuchar mis pensamientos porque la puerta de su despacho se abrió, saliendo ella de su interior igual de elegante y tan guapa como todos los días.

-Buenos días, Rodríguez. - sonrió acercándose a la máquina de café.

-Buenos días, jefa.

-¿Pasaste buena noche?

Mejor que la tuya desde luego que no.

-Sí. - contesté. - Dormí muy bien.

-Me alegro, así hace mejor el trabajo. - la sonreí amargamente. - Por cierto, dejó muy limpita la oficina, así me gusta.

Uf, si supiera que no me iba a cancelar las prácticas, juro que la pegaría un puñetazo ahora mismo.

-Gracias, jefa. - dije antes de que se metiera en su despacho de nuevo.