Capítulo 7

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Ana

Miriam me dio el reportaje de mala manera mientras me fulminaba con la mirada.

-Es imposible que estuviera en mi despacho porque miré unas cuantas veces.

-Pues entonces miras mal.

Rodé los ojos y cuando quise darme cuenta, Miriam había pasado por mi lado y había entrado a mi casa como si fuera la suya propia.

-¿Qué coño haces?

-Ya que he venido hasta aquí, qué menos que me enseñes tu casa. Es de los pisos más caros de Madrid. - me miró con una sonrisa de lado.

-¿Cómo sabes dónde vivo? ¿Me has estado espiando?

-Más quisieras tú que te mirara tanto, jefa. Simplemente tengo mis contactos.

Antes de que pudiera acceder al salón, la cogí del brazo. Miriam miró mi mano con el ceño fruncido y después me miró a los ojos.

-¿Quién te ha dado permiso para entrar?

-Tú misma, que para eso soy tu invitada. ¿Qué pasa? Es por que está aquí Lola y os he interrumpido vuestro polvo y por eso no me dejas entrar, ¿verdad?

-Mimi no está aquí. Y no te dejo entrar porque no eres bienvenida.

-¡Oh, venga ya, Ana! Pero si estás deseando que estemos una noche las dos juntas, y aquí estoy.

Solté el brazo de Miriam mientras rodaba los ojos. Ella echó a reír y empezó a cotillear un poco mi piso.

Sé que le encantó la cocina totalmente abierta, con una gran isla que separaba la zona del salón, donde había un gran sillón muy cómodo y una tele gigantesca, acompañada a sus lados de grandes estanterías llenas de diferentes libros.

También era mi lugar favorito de la casa porque me encantaba cocinar mientras ponía algo de música y veía las espectaculares vistas de Madrid gracias a los grandes ventanales que tenía.

-Qué buen gusto tienes, jefa. - dijo paseándose por cada rincón de la casa.

-Ya lo sé, no hacía falta que me lo dijeras. - dije dándole un buen repaso descaradamente, a lo que ella sonrió divertida.

Se sentó en el sillón y se recolocó un poco mientras cerraba los ojos con una sonrisa.

-Un sillón grande y cómodo. ¿Cuántas veces te has follado aquí a Lola?

Rodé los ojos al oír la pregunta de Miriam. Ya empezaba.

-¿Qué pasa? ¿Has venido solo aquí a echarme en cara la de veces que hemos follado en esta casa o qué? - pregunté molesta.

-No he venido solo a eso. - dijo levantándose y clavando su mirada en mí mientras iba acortando lentamente la distancia que había entre las dos.

-¿Y entonces a qué has venido?

Miriam se iba acercando cada vez más a mí y yo lo que hacía era ir dando un paso para atrás. Pero al final acabé chocando mi espalda contra una pared, acorralada entre ella y el cuerpo de Miriam, que había decidido dejarlo completamente pegado al mío.

-A comprobar que tienes demasiadas ganas de mí. - fijó su mirada en mis labios mientras sonreía divertida.

Miriam puso su mano apoyada en la pared para ir acercando su rostro al mío. Mi respiración se aceleró al tenerla tan cerca de mí y mi mirada no pudo evitar bajar también a su boca.

-¿O es que me estoy equivocando? - susurró a escasos centímetros de mi boca.

-Puede ser. - decidí seguir su juego y sonreí divertida también. - Yo creo que la que me tiene ganas a mí eres tú.

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