Capítulo 27

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Ana

Miriam y yo nos miramos con profundidad. De verdad quería que lo nuestro se solucionase, Miriam había sido la única persona de la que me había enamorado, pero no sabía si aquello tenía solución.

Miriam abrió su boca para decir algo, pero justo en ese momento el camarero apareció para traernos lo que habíamos pedido.

-¿Ibas a decirme algo? - pregunté.

Miriam negó con su cabeza y fijó su mirada en el plato.

-No era nada importante, solo quiero que disfrutes de la cena.

Sonreí y disfruté de una velada con Miriam. Se notaba que quería arreglar lo nuestro, porque en ningún momento me sentí incómoda junto a ella y me trataba como siempre, dedicándome miles de sus sonrisas.

En cierto momento de la cena, Dumbo se cansó de estar tirado en el suelo y puso sus patitas en mi muslo para que le cogiera en brazos. Miriam nos miraba con una preciosa sonrisa.

-Dumbo va a estar genial contigo.

La miré y sonreí.

-Gracias, Miriam. - me miró un poco confudida, entonces subí un poco más a Dumbo para darle un beso en su cabecita y acariciarle con mimo. - Por Dumbo. Sinceramente, sé que voy a pasar unos días un poco raros, y que me hayas traído a Dumbo... Me va a alegrar los días.

Miriam me sonrió con cariño. Acercó su mano y la puso por encima de la mía para acariciar mi piel con su pulgar. El mismo camarero volvió a interrumpir aquel momento especial para traernos la cuenta. Saqué mi monedero para pagar yo, pero Miriam me lo impidió.

-Ni se te ocurra, Rodríguez.

-Ana... Es tu sorpresa. Pago yo.

-Y yo soy tu jefa y te impido que pagues esta noche.

Le di mi tarjeta al camarero mientras Miriam rodaba los ojos.

-Bueno, te dejo pagar con la condición de que algún día me dejes invitarte a algo.

Me miró con una sonrisa de lado. Asentí con una sonrisa. Caminamos hasta la salida, donde nos paramos para quedarnos mirando.

-Te acompañaría encantada a casa, pero no creo que te apetezca estar más contigo. - rio.

-Miriam, no digas eso, a mí siempre me apetece pasar tiempo contigo, pero creo que esta vez es mejor que no vayamos juntas.

Miriam se metió las manos en los bolsillos y me miró con una pequeña sonrisa.

-Pues... Supongo que nos veremos mañana, ¿no?

-Claro, tienes que venir a la oficina a acabar tus prácticas, porque como no lo hagas te quito.

-Tranquila, jefa, que yo voy a donde tú me digas. Buenas noches.

La gallega se acercó a mí y puso una mano en mi cintura para después besarme la mejilla. Cerré los ojos y sonreí al notar sus labios sobre mi piel. Nos separamos porque Dumbo empezó a subirse a la pierna de Miriam para llamar su atención.

-Sí, Dumbo, buenas noches a ti también. - dijo agachándose y acariciando a nuestro cachorro. - Por cierto, Ana, toma.

Me tendió otro sobre.

-Es el último que te queda por leer, pero hazlo mejor cuando estés en casa. Y si no quieres leerlo, no pasa nada.

-Lo leeré. - dije cogiéndolo mientras le sonreía.

Nos despedimos y cada una se dirigió a su casa. Cuando llegué, dejé a Dumbo que explorara su nuevo hogar. Yo mientras me senté en el sofá y abrí el sobre.

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