Capítulo 19

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Ana

Tenía demasiadas ganas de ver a Miriam, sobre todo después de admitirle tanto a Ricky como a mí misma que me estaba enamorando de la gallega.

Cuando me quedaban pocos minutos para llegar a la oficina, mi móvil empezó a vibrar. Lo saqué de mi chaqueta de traje y sonreí al mirar quién era.

-Hola, bebé.

-¡Ana! ¿Qué tal?

-Muy bien, Aiti.

-Demasiado bien, diría yo.

Por el tono de voz supe que Ricky había soltado demasiadas cosas por esa boquita que tenía.

-¿Qué te ha dicho ya Ricky?

-No sé, tal vez que confesaste que estás enamorada de tu becaria. ¡Y a mí no me cuentas nada! Qué fuerte, ya te vale.

Reí.

-Jo, lo siento.

-Nah, si en realidad cierta culpa es mía. Últimamente estoy muy desaparecida.

-Cierto. - dije riendo bajito. - Te tendrán muy ocupada...

-¡Ay, Ana! No digas esas cosas con ese tono... - dijo notando su vergüenza. - Aquí lo importante eres tú. ¿Qué te ha hecho esa chica para tenerte así?

-Bueno... Muchas cosas. - reí nerviosa. - ¿Quieres que te lo cuente todo, todo?

-A ver, tampoco hace falta que me cuentes ciertas cosas con todo lujo de detalles. Un día quedamos las tres y me la presentas bien. Tendré que conocer a mi "cuñada".

Sonreí mordiéndome el labio inferior. Seguro que Miriam y Aitana se llevarían genial, sobre todo porque la gallega sacaría su lado mami leona, tal y como cuidaba yo a Aitana.

-Cuando tú quieras y te venga bien. Así también me cuentas tú tus cosas.

-Ay, Ana... Es que es tan perfecta...

-Así que se trata de una afortunada, ¿eh?

-Sí... - dijo vergonzosa. - ¡Ay, Ana, vale ya! Te dejo que seguro que ya has llegado a la oficina. Así ves a tu novia. ¡Adiós, te quiero!

-Aitana, Miriam no es mi... - pero colgó antes de que pudiera acabar la frase.

Guardé mi teléfono y entré dentro. Me hubiera gustado que Miriam hubiese llegado pronto, para así pasar un rato solas y poder disfrutar de ella, pero parecía que iba a ser la última en llegar.

En cuanto Raoul llegó, nos metimos los dos en mi despacho para fijar los proyectos que había que hacer durante el día de hoy. Nos llevó más tiempo del habitual porque nos habíamos dado cuenta de unos fallos que había en la agenda.

Cuando acabamos, me levanté para acompañarle hasta la puerta y así poder ver a Miriam disimuladamente. Pero me sorprendí al ver su lugar vacío. No le di mucha importancia porque tal vez había pillado atasco o algo y cerré la puerta de mi despacho.

Después de una hora sin poder darle vueltas al hecho de que Miriam todavía no había llegado. Salí con la excusa de hacerme un café. Cuando vi que Miriam seguía sin aparecer, me preocupé bastante.

No podía parar de entrar y salir del despacho mirando constantemente la puerta y la mesa de Miriam para ver si llegaba de una vez.

-Jefa, ¿pasa algo? No paras de mirar la mesa de Miriam.

-Vázquez, ¿sabes algo de Miriam? - decidí preguntar. - Me extraña que todavía no haya llegado.

-Mírala qué mona... Preocupándose por su novia. - le dijo Agoney en un susurro a Raoul. Le había escuchado perfectamente, pero preferí hacerme la loca.

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