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"Quiero acostarte en un una cama de rosas, por esta noche, duermo en una cama de clavos"

A un día del "Gran Día" mis nervios estaban en el tope máximo.

Me había arrepentido de mi decisión, no sabía que esperar, ¿Iba a ir a verte jurarle tu amor a alguien más? ¿Estaba seguro?

Mis manos temblaban arrugando la invitación y recordé las veces que entre besos me pediste que asista.

Aún desconocia tu plan, la única pista que me habías dado era que tus padres te iban a odiar, pero cuando me lo dijiste parecías feliz, como si la elección que hiciste fuera la correcta, como si fuera lo que tu corazón dictaba.

Esta noche fue una de aquellas tantas en las que no pude dormir, sentía escalofríos en todo el cuerpo, deseaba tenerte conmigo, calmandome, diciendome que confíe en vos, que no me ibas a lastimar.

Pero no estabas, y mis dudas e inseguridades se hacían cada vez más potentes.

En la oscuridad y en silencio, solía poner en duda cada una de tus promesas, pero al otro día regresabas para reír y decirme que no me deje llevar, que nunca me dejarías.

La causa de que no alivie mis angustias es que mañana no te voy a ver Roma, o tal vez si, pero entrando a un lugar que tanto repugnabas con un extravagante vestido blanco que seguramente no elegiste vos.

Ibas a entrar a la Iglesia sonriendo, con campanas sonando alrededor como aquellas que sonaban en la sentencia final de un pobre y humilde inocente condenado antes de que el verdugo de inicio a la ejecución.






Rosas • wosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora