Efecto Quione

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Hola... Solo una cosita, Quíone (no es la hija de Bóreas), fue una de las tantas amantes de Apolo... qué también tuvo algo con Hermes y pues murió, a manos de Artemisa, ya, solo eso

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¿Cuántas veces más se habían prometido no volver a verse? Muchas, nunca mutuamente, pero cada quien por su parte se lo juraba y aun así, a la menor oportunidad, urgía verse y eso no podía ser anuncio de algo bueno, no para uno de ellos, pero era algo que omitía. Hermes nunca le diría que no a una amante, el problema es que imponente como la reina que era, Hera no parecía limitarse al rol de amante y sospechaba era algo que le estaba empezando a permitir... ¿Cuándo fue la última vez que sus parejas cambiaron? Hace meses... en tiempo mortal sentía que incluso hace más de un año que no quería saber de otra que no fuera la reina y eso, no estaba bien, se convenció esa mañana rondando las afueras del templo de Afrodita aplazando todo lo posible el tener que entrar

¿Tener que enviar un recado? Ya, claro, conocía ese llamado, casi era una clave y a veces, muy pocas de hecho, de verdad debía enviar algo a alguna de sus sacerdotisas, pero rara vez ocurría e igual el recado lo enviaba después de estar con ella, porque nunca era solo un saludo y una entrega, siempre había tiempo para más y nunca le había visto problema, de hecho le divertía acudir, pero esta vez al oír que le llamaba, propuso que fuera Iris, pero Iris tenía encomiendas para todo el día, lo que le dejaba de nuevo con la orden de ir y no querer, pero quisiera o no, como mensajero de dioses debía acudir y ya había llegado. Que no se hubiese hecho notar o entrar siquiera, era diferente

Ya se había aprendido de memoria la entrada al templo, cada paloma que dormía en el techo, cada flor delicada de durazno que colgaba del mismo, los rosales creciendo por las columnas y podía seguir ahí, aprendiendo de memoria la arquitectura del mismo con tal de no entrar. Estaba planteándose seriamente el aplazar esa ida, decir que también estaba ocupado y esperar al día siguiente para pedirle a Iris que fuera ella, quien viniera por la encomienda de Afrodita y no es que tuviera motivo para entrar, es que, no quería sentir el aroma embriagador y provocador que se percibía desde que se cruzaba la entrada y decidido a librarse de ello, alcanzó a retroceder un par de pasos, tentado de esa opción, antes de maldicir internamente al oír una voz a su espalda, ya era muy tarde, pero para empezar, no debió haber ido

-Mi madre espera- comentó el dios alado tras él- parece intrigada por saber porque no entra, tanto como para enviarme- explicó el erote al verse reparado con tal desprecio, tentando a Hermes de aventarlo del Olimpo- si ha ocurrido algo en este templo como para encontrarlo despreciable, prometió enmendarlo de ser así- insistió ante el silencio y la poco usual expresión casi severa del ladrón y solo escuchó como Hermes exhalaba

-Eros- saludó finalmente relajando los puños y sonreírle palmeándole el hombro, antes de entrar sintiendo ese aroma al que negó, evitando sumirse en el efecto del incienso de ese templo y oír los pasos del interior- Afrodita- saludo sonriente al verla llegar al salón con los brazos extendidos como para que él la imitara esperando ese abrazo

Desvaneció la sonrisa cuando la diosa le abrazó, aprovechando que no podía ver la mueca que le fluyó su cercanía, pero volvió a sonreír cuando la rubia se apartó y se le enganchó al brazo guiándole al salón principal del templo

-Mira quien decidió honrarme con su presencia, ¿deleitando la vista o porque no entrabas, querido? Acaso mi templo te disgusta de algún modo- insistió Afrodita con sorna

-Siempre es un gusto verte, pero evita los rodeos ¿Dónde está lo que debo llevar? estoy ocupado- le advirtió el mensajero sin ser cierto, en algún lugar, con suerte se moriría alguien y debería ir por esa alma deseó, pero no se le cumplió

Ferviente Tentación [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora