Reencuentro

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Algo pesado le impedía mover las piernas, fue lo primero que pensó al despertar. Abrió los ojos poco a poco pero la oscuridad no era muy distinta a cuando los tenía cerrados, debía de ser noche cerrada. Las luces de los monitores que median sus constantes dejaban entrever algunas siluetas de la habitación. Escuchó una respiración pausada, como dormida. Intentó moverse pero el dolor se lo impidió, y mientras se revolvía en la cama el peso de sus piernas despertó.

-¿Ace? ¿Ace? ¡Estás despierto!

-Claro que estoy despierto, tus ronquidos no me dejaban dormir.

-Si yo no ronco.

-Eso dicen todos los que roncan.- dijo riendo por lo bajo.

Marco no podía verlo pero no lo necesitaba para imaginar su sonrisa. Se levantó con cuidado de no hacerle daño, se acercó a su cara cogiéndola entre sus manos y le besó. Fue un beso tierno, pausado, sin prisa, como si su receptor se tratase de la cosa más delicada del mundo. Ace se sonrojo como un tomate al darse cuenta, menos mal que la oscuridad en la habitación no le delataría, pensó.

-¿Y esto a que viene?

-A nada, hacía tiempo que quería hacerlo. Deberías descansar, sigue durmiendo.

Por la cabeza de Ace pasaron miles de preguntas y respuestas, pero al final desconcertado decidió que prefería no romper el momento y seguir durmiendo, si todo esto era un sueño ya lo descubriría por la mañana.

El reloj marcaba las 7 am, quedaba poco para el amanecer. Law se encontraba en su despacho dormido sobre la mesa, encima de las fichas de sus pacientes. Había intentado dormir en el camastro de su despacho, pero la preocupación y los miles de pensamientos no le dejaron. Entonces decidió centrarse en el trabajo hasta que cayó rendido sobre la mesa. Unos golpes en la puerta le hicieron levantar con sobresalto. Sabo le miraba desde puerta.

-Law, están aquí.

Su tono de voz no le dejó entrever si eran buenas o malas noticias. Cogió la bata del perchero y salió corriendo tras el rubio mientras se la ponía apresuradamente.

Las voces se solapaban en la sala de espera de Urgencias, entre gritos de dolor y risas. ¿Qué estaba pasando? Se preguntó el joven cirujano.

-Law, ¡por fin!-gritó un joven pelinegro mientras cojeaba hasta dejarse caer estrepitosamente en sus brazos.

-¡Luffy! ¿qué ha pasado, estas bien?

-Nada que tus manos mágicas no puedan arreglar.

Una joven pelirroja le dio un capón sin miramientos.

-Si te estuvieras quieto de una vez esto no sería tan grave.

-Auch Nami con las heridas de bala ya tengo suficiente.

-¿Heridas de bala?- apartó a Luffy y le miró de arriba abajo. Un vendaje en el muslo derecho empapado en sangre. Rasguños y heridas leves en brazos y rostro.- ¿Pero que coño?

Siguió mirando a su alrededor pudo contar como 10 o 15 personas con distintos tipos de heridas que necesitaban atención médica, algunas caras familiares. Miembros de los Mugiwara, TRA y de la familia Barbablanca. Esperaba que no hubiese ninguna baja.

Agarró a Luffy en brazos lo que llevó a algunas quejas de parte del menor y lo puso sobre una camilla. Rápidamente gestiono la sala con ayuda de sus compañeros.

-Bepo encárgate de los que tengan heridas leves, Sachi tu empieza a clasificar los pacientes por grupos de riesgo. Penguin tu conmigo, prepara el quirófano 3.

-¡Entendido capitán!-vociferaron sus compañeros.

Apartándose el pelo de la frente respiró hondo y pensó, hoy será un día largo.

Se podía palpar la tensión en la sala, hacía poco que habían llegado los heridos de la Operación flamenco negro. Edward golpeteaba nervioso el pie derecho contra el suelo mientras esperaba a que la pelinegra le pusiese al día con los últimos acontecimientos. Robin nunca fue de esas personas que van al grano. Y después de largos minutos en los que explicó con detalle, a veces demasiado detalle pensó el viejo, el desarrollo de la Operación.

-En resumen, habéis atrapado a Doflamingo pero Teach se ha vuelto a ir de rositas.

-Bueno viéndolo así, si.

-¿Y Thatch?

-Chopper se encuentra con él en el hospital de Copenhague. Aún no ha despertado del coma inducido y hasta que no lo haga no es seguro que vuelen de vuelta. Pero su vida ya no está en riesgo.

Edward suspiro aliviado.

-¿Y ahora qué?

-Nosotros solo teníamos previsto acabar con la familia Doflamingo, y con este atrapado solo nos queda encontrar a los subordinados que se hayan escapado. Teach no está entre nuestras prioridades por el momento.

Edward respiro hondo.

-Gracias de todos modos por ayudar a Thatch y a mi hijo.

-No hay porque darlas- dijo fríamente Robin y se levantó para irse seguida de los demás que se habían unido para escuchar las noticias.

Edward se levantó el último y empezó a andar hasta llegar a la habitación de Ace.

Al entrar se encontró a Marco intentando dar de comer al pecoso, reían como si nada hubiera pasado. No pudo disimular una sonrisa al verlos.

-No se te ve tan mal como pensaba.

-¡Padre!-exclamó el joven intentando incorporarse y siendo parado por la mano de Marco- pues no puedo moverme mucho y Marco se empeña en darme de comer cuando no sabe ni meter la cuchara en el orificio que toca.- dijo mirando maliciosamente al rubio.

-Calla y come- dijo Marco metiéndole la cuchara llena de pudding en la boca.

-¿Qué dicen los médicos?- preguntó el mayor mirando a Marco.

-Law dice que en una semana debería poder volver a casa, y aunque serán algunos meses de recuperación hasta que pueda volver a moverse con normalidad yo podría seguir con los cuidados, al fin y al cabo también soy médico.

-Me alegro. Thatch se encuentra en un coma inducido, pero el Doctor Chopper cree que despertará pronto. Parece que no hemos perdido a nadie esta vez.

Marco le miró aliviado y sonrió.

-¿Thatch, que le ha pasado?- pregunto Ace sorprendido.

-Digamos que casi acaba en un hoyo, como tu, pero debéis de tener una flor en el culo. O como se suele decir mala hierba nunca muere.- Ace infló sus mofletes enfurruñado y siguió comiendo.

Mirame a los ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora