【𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐈𝐈】

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Hay que vivir por el impulso, vivir la vida intensamente, aunque nos cause dolor, dejar atrás al rebaño para ser seguro e independiente

Claramente el mundo es un sinsentido al igual que la vida misma mientras nosotros nos esforzamos en buscar su complejidad para no sentirnos tan varados; todos somos el reflejo de nuestros deseos y nuestras luchas por obtenerlo, un esfuerzo injusto...

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Claramente el mundo es un sinsentido al igual que la vida misma mientras nosotros nos esforzamos en buscar su complejidad para no sentirnos tan varados; todos somos el reflejo de nuestros deseos y nuestras luchas por obtenerlo, un esfuerzo injusto que puede o no dar resultados. Akaguchi Takashi, pese a considerarte un miserable y no estar de acuerdo con tus acciones podría comprenderlas, te arriesgaste aun teniendo que perder y arriesgarte para arrepentirte nunca debe ser una opción, al menos no para alguien que no pueda borrar el pasado tan fácilmente, no te tengo piedad absoluta y soy indiferente en si ardes en el infierno o no porque sé que haga lo que haga terminaré igual que tú. 

Entre una divagación y revoltura de pensamientos recordé al héroe de la otra vez, buscando posibles huecos y si ya habría regresado a trabajar, cuestionando si seguía con vida y que luego de todo ese esfuerzo que hice para mantenerle con vida haya sido en vano. Alzaba mis manos mirando el techo de la habitación, unas estrellas de plástico luminiscente me servían para aislarme, me hacían sentir en mi propio universo y en ese momento sentía que solo yo existía. Es curioso como hay ciertas veces donde empiezas a notar lo obvio, donde hay ciertas ocasiones en las que aquello que suele ser tan cotidiano es tan bello, un despertar de los sentidos donde sólo yo importo y el entorno es un simple escenario para hacerme destacar. Sonreía sin motivo, reía sin motivo, era la persona más afortunada y feliz sin tener ningún motivo, los colores eran tan brillantes y mi cama tan suave que quería retratar cada sensación en una obra maestra. Un cuaderno de apuntes, un bolígrafo a medio acabar y unos marcadores rosa y verde, suficiente para retratar todo aquello. Todo pudo ser perfecto, pudo ser el dibujo perfecto, pero alguien tocó la puerta.

Bufé y traté de ignorarlo, pero al parecer la persona tras ella podía ser más persistente que yo, con desgana caminé a la puerta -¡Mierda, ya voy! ¡Más vale que sea importante que acaban de destrozar lo que pudo ser una idea maestra!- intentar caminar rápido entre un desastre propio de un genio era complicado, pero de alguna manera u otra pude abrir la puerta para encontrarme con un poste de cabello tan rojo que comencé a dudar de si se trataba de una señal de alto de la autopista; era la clara esencia de un traficante de drogas con pocos años de experiencia y un sinfín de deudas -¡Dai-chaan! ¿Qué te trae por aquí? Estaba a punto de golpearte por interrumpir mi sesión de dibujo ¡Pero viéndote me alegra que fueras tú y no alguien más!

-Akimori-sama para ti, lo sabes muy bien, por favor deja todo ese falso interés necesito que me hagas un favor

-¡¿Un favor?! ¡Qué divertido! Los favores que suele pedir Dai-chan son tan divertidos e interesantes ¡Tus metidas de pata son tan graciosas porque siempre van acompañadas con un "te lo dije"! ¿Qué has hecho? ¿Es algo ilegal? ¡Dime que sí por favor!- sus manos se cerraron mientras so ojo izquierdo comenzó a temblar, terminaba con su paciencia y su rostro molesto me causaba más y más motivos para seguir fastidiándole.

𝐀𝐌𝐍𝐄𝐒𝐈𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora