—Te veo un poco perdida. —el Profesor tomó asiento al lado de Londres. Londres dejó de mirar al suelo y volvió al mundo real. Sonrió levemente. Sólo estaba ella en la mesa. Acababan de desayunar hacía unos minutos y estaban hablando de cosas que no le interesaban a Lana. Sólo podía pensar en lo enfadado que estaría su padre con ella.
Llevaban ya un mes en Toledo. Para sorpresa del Profesor todos se llevaban muy bien y por ahora no había nada de relaciones personales, más allá del nombre. Todo aparentaba marchar bien.
—Estaba pensando en mi padre. —Lana miró al Profesor con ojos de corderito. —Ahora debe estar de camino al trabajo en coche pensando en lo inútil que es su hija mayor, que ha dejado un cuatrimestre de universidad para irse de vacaciones.
—Tu padre es un capullo, no le des más vueltas. —el Profesor acercó su silla un poco más a la de Lana para poder hablar más bajito. No quería que el resto se enterara de la conversación que mantenían.
—¿Conoces a mi padre? Me refiero, ¿lo has estudiado a él también? —Lana hablaba con desesperación. Estaba empezando a agobiarse por pensar en su progenitor. Lo único que quería en ese momento era arrancarse la piel con sus manos y gritar para ver sí así le liberaba un poco. De pronto, le empezó a falta el aire.
El Profesor llevó una de sus manos a pecho de Lana, sin tocar nada indebido y la otra fue a detrás de su espalda.
—Ponte recta. —le dijo. Hizo un poco en fuerza con la mano que tenía en la espalda de la chica para que dejara de estar encorvada. —Respira. —Lana siguió la sugerencia del Profesor. Empezó a respirar. —Cierra los ojos y respira. —pidió de forma amable. Lana cerró los ojos y empezó a respirar. Sorprendentemente la mano del Profesor en su pecho y espalda la calmaban. —¿Mejor? —retiró las manos del cuerpo contrario al verla más relajada. —Es normal que estés así, no te preocupes por agobiarte y tener bajones. Permítete estar mal pero no dejes que el que te ponga mal sea tu padre, no le des el poder para ello.
—Gracias. —Lana sonrió, el Profesor se alegró al escuchar los modales de la chica. Normalmente no los usaba.
—Respondiendo a tu pregunta: sí. Sí que conozco a tu padre. —ya empezaba con el gesto de las gafas. —Sólo de haberlo estudiado y observado, claro, por eso permíteme decirte que no se merece que estés mal por él. No se merece que pienses en él. Si vas a martirizarte pensando en alguien de tu familia piensa en alguien que valga la pena, ¿vale?
—Lo intentaré. —ambos sonrieron. El Profesor llevó su mano a la cabeza de Lana en un gesto cariñoso, sin segundas intenciones. —¿Sabe qué, Profesor? Al final va a acabar usted siendo un mejor padre que el mío.
—¡Eh, eh! Secretitos en reunión no, eh. —habló Tokio tirándoles migas de pan. —¿De qué hablabais? ¿De cosas personales?
—De cosas personales no sé, pero ahí ha habido toqueteo. —Denver alzó la voz. Estaba de broma pero metiendo mierda. —Profesor nada de relaciones personales, que no se lo tenga que repetir más, eh.
La mesa saltó en carcajadas pero para el Profesor no era una broma.
—Bueno, vuestra compañera se estaba empezando a agobiar y yo sólo estaba ayudándola a que se encontrara mejor. —empezó a hablar, nervioso. —Sin intenciones más allá de ayudar, nada de lo que estáis pensando.
—¡Ah, Profesor! A mí me está empezando a faltar el aire. —Nairobi se quitó la chaqueta rápido y muy exagerada.
—Hostias, Profesor, ayúdela que a lo mejor le está dando algo chungo. —Río se llevó las manos a la cabeza, aparentando estar asustado.
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Londres| La Casa De Papel » Nairobi
Fanfic-Lana Vicuña Murillo conocida por su nombre de ciudad, Londres, en el atraco de La Casa Nacional De Moneda Y Timbre liderada por El Profesor. -la inspectora Murillo leyó en voz alta el informe de su propia hija. Miró a su ex marido antes de continua...