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CAPÍTULO VEINTIUNO

El Director Cho, un hombre de aspecto frágil, a menudo luchaba por mantener el control en la escuela, su forma de disciplinar dejaba mucho que desear, y su voz temblorosa sólo acentuaba su vulnerabilidad. A pesar de su evidente calvicie, intentaba ocultarla con un peluquín que parecía tener vida propia, cayendo sin falta cada vez que algún estudiante se le acercaba, alimentando así las risas y burlas. Sin embargo, detrás de esa apariencia tímida y dócil, se escondía un buen hombre, como lo demostró al observar a JungKook sentado frente a él, con la cabeza baja y las manos nerviosas entre sí.

— ¿Qué piensas sobre tu futuro, Jeon? —preguntó el director con seriedad, su mirada buscando la verdad en los ojos del joven.

— ¿A qué se refiere, señor? —respondió con sus nervios apenas disimulados.

— Me refiero a tus expectativas, a lo que esperas y a lo que estás seguro de que sucederá —explicó, era su tono revelando una mezcla de preocupación lo que enterneció el corazón del contrario.

— Bueno, espero poder seguir practicando esgrima. Es mi pasión, señor.

— ¿Y estás consciente de que probablemente tendrás menos tiempo para entrenar a partir de ahora? —insistió el hombre, su tono más firme.

JungKook asintió, comprendiendo las implicaciones de su situación.

— Eres uno de mis mejores alumnos, y esto... me ha tomado por sorpresa. No quiero que descuides tus estudios. Dentro de un año, las universidades estarán tras de ti, y lo sabes —añadió el director, sus palabras cargadas de preocupación por el futuro del joven.

— Buscaré un trabajo de medio tiempo para poder costear los gastos del bebé y los míos. Prometo que no descuidaré mis responsabilidades con el equipo de esgrima.

— Esa no es tu responsabilidad. Los gastos de la escuela...

— ¡No quiero depender de mis padres! Voy a demostrarles que puedo hacerlo solo, como siempre lo he hecho —con su voz cargada de dureza, interrumpió para expresarse de la forma que muchas veces trato de no hacerlo por miedo al rechazo. Después del estallido emocional de JungKook, el Director Cho lo observó con una mezcla de comprensión y orgullo en sus ojos.

— Entiendo tu determinación, JungKook. Pero recuerda que la responsabilidad de ser padre es grande, y no hay vergüenza en aceptar ayuda cuando la necesites. La escuela siempre estará aquí para apoyarte en lo que podamos —dijo con calma, reconociendo la valentía del joven pero también queriendo asegurarse de que entendiera la importancia de buscar ayuda cuando fuera necesario.

( … )

El ambiente en el auto era tenso mientras la familia de Geon viajaba al hospital después de salir de la escuela, el silencio era abrumador, solo interrumpido por el suave zumbido del motor del automóvil. La muchacha miraba fijamente por la ventana, evitando el contacto visual con sus padres, quienes claramente estaban consternados por la revelación tardía de su embarazo.

Finalmente, fue su madre quien rompió el incómodo silencio.

— Geon, ¿por qué no nos dijiste antes sobre esto? —preguntó con voz entrecortada, su tono reflejando una mezcla de sorpresa y decepción. Ella suspiró, sintiendo la culpa aplastar su pecho.

— Lo siento, mamá. No sabía cómo decírselo. Tenía miedo de su reacción —respondió honestamente, su voz apenas un susurro.

— ¿Y qué piensas hacer ahora? ¿Cómo afectará esto tu vida, tu deporte, tus estudios? —intervino su padre, su tono más firme pero aún lleno de preocupación.

Geon se mordió el labio inferior, tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicar sus planes inciertos.

— No lo sé, papá. Todavía estoy tratando de procesarlo todo. Pero prometo que haré todo lo posible para mantenerme al día con mis estudios. Hay mucho futuro para mi. —respondió con determinación, aunque su voz temblaba ligeramente. Hubo un momento de silencio mientras sus padres procesaban sus palabras. Luego, su madre suspiró y colocó una mano sobre la de su esposo, quien manejaba.

— Entendemos que esto no será fácil, Geon. Pero queremos que sepas que te amamos y que siempre estaremos aquí para apoyarte, pase lo que pase —dijo con ternura, su voz temblando, pues le costaba un infierno decirlo. Pero, ¿qué otra opción le quedaba? odiaria generar odio en su propia hija, y ella como madre comprendía las intenciones que cargaba. Tal vez le exigieron mucho, tal vez había puesto mucha expectativa en ella, y solo tal vez, aquello la rompió un poco.

El corazón de Geon se llenó de gratitud y alivio, se volvió hacia ellos, encontrando sus ojos llenos de amor y comprensión por el espejo retrovisor.

— Lamento no haber sido mejor. —dijo con voz quebrada, sintiendo un nudo en la garganta mientras luchaba por contener las lágrimas.