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CAPÍTULO DIEZ

A lo largo de su existencia, JungKook se vio acosado por la expectativa de sobresalir, de ganarse el orgullo de sus padres. Sin embargo, continuamente los decepcionaba; nunca alcanzaba el primer puesto si ella también competía, nunca adoptaba la frialdad, la indiferencia hacia las emociones humanas, ni mucho menos la crueldad. Era la oveja blanca en una familia de lobos implacables. Y a ella, la despreciaba por su inteligencia, su amabilidad, su gracia y su belleza, la detestaba por no darle motivos suficientes para odiarla de verdad.

Contempló su rostro pálido e hinchado mientras el cielo se oscurecía, la mayoría de los estudiantes se marchaban a casa, dejándolos solos en el gélido camino hacia la parada del autobús. Nunca habían compartido un silencio tan incómodo, donde ninguno sabía cómo empezar a hablar o qué decir. Solían dirigirse palabras solo para insultarse; eran expertos en eso. Pero no para expresar sus sentimientos o hablar sobre lo sucedido.

Finalmente, inhalando profundamente, el castaño rompió el silencio:

—¿Has escuchado los rumores? —ella asintió—. ¿Y...? Es absurdo, ¿verdad? Deben haber querido molestarnos, son infantiles y...

—Es cierto. —fue ella quien lo interrumpió primero, con la mirada fija en sus zapatos de suela negra. JungKook le daba la espalda, pero podía adivinar qué expresión tenía solo por la tensión de su espalda y los puños cerrados. Exhaló, girándose hacia ella—. Estoy embarazada. —admitió en un susurro que se perdió en la potente ventisca que movía su cabello alborotado; sus ojos se llenaron de lágrimas de impotencia. Odiaba tener que decirlo, odiaba estar en esa situación—. Y no quiero escucharte d-decir que no es tuyo, ¡porque lo es! ¡eres el único con quien...! —un par de brazos fuertes la sostuvieron, pegándola a su pecho sin importar si las lágrimas que derramaba manchaban su perfecto saco gris del uniforme. Él la consolaba por primera vez.

Pasaron largos minutos en los que ninguno quiso separarse, aferrándose el uno al otro en busca de un mínimo consuelo que solo ellos podían proporcionarse.

Geon se había escapado de su hermana mayor, no respondía a mensajes ni llamadas, necesitaba reflexionarlo mejor, una decisión tan importante no puede ser tomada de un dia a otro. Tal vez estaba actuando de manera inmadura, pero era su cuerpo al fin y al cabo; nadie podría darle una respuesta mejor que JungKook, quien también saldría afectado de todo esto.

Cuando se separaron, limpió sus propias lágrimas con su antebrazo.

—Seguro me odias más ahora, ¿verdad? —dijo ella con una sonrisa falsa—. Acabo de arruinar tu vida.

—No. —negó él, sus manos volvieron a tocarla, sosteniéndola de los hombros—. Está bien, tranquila.

—Estoy asustada, no sé qué hacer, no entiendo nada, no sé qué esperan de mí. ¿Si aborto, mis padres nunca se sentirán decepcionados al no enterarse? ¿Pero qué pasa si se enteran? ¿Y si piensan que soy un monstruo?

—Geon, no eres un monstruo. —la obligó a mirarlo a los ojos, parecía más angustiado que nunca, con los labios fruncidos y sudando nerviosamente— ¡Me haré cargo! Estoy dispuesto a ayudarte en todo lo que necesites, juro estar ahí para... —su mano derecha descendió lentamente hasta posarse en su estómago plano, apenas con una leve prominencia que indicaba un incipiente embarazo—...él.

—¿Hablas en serio? —preguntó llena de esperanza.

—Más en serio que nunca. Mira, sé que nuestra relación no es perfecta, pero... no tenemos que ser la pareja del año para amar a un niño, creo. —suspiró— Crecí sin nadie que me amara; en mi familia todos son indiferentes. Puedes pensar que mis razones son estúpidas e infantiles, pero de verdad desearía tener a alguien a quien proteger, alguien que me ame tanto como yo a él. ¿Me darías esa oportunidad, Geon?

- ¿Qué les está pareciendo hasta ahora?
- ¿Ustedes creen que ellos están siendo infantiles al tomar la decisión?
- ¿Qué harían en su lugar?
- ¡Si consigo 20 comentarios subo el siguiente capitulo hoy mismo!