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CAPÍTULO DIECINUEVE

Youn Geon era la hija ejemplar que todo padre desearía tener. Responsable, inteligente, talentosa, había sabido equilibrar las expectativas de los demás con sus propios deseos. Había experimentado tanto la alegría de la victoria como la amargura de la derrota, pero en cada ocasión, siempre había encontrado consuelo en el apoyo incondicional de su familia. Su incursión en la esgrima comenzó después de que un entrenador en su antigua escuela primaria reconociera su destreza y rapidez en los movimientos. Al principio, había sido reacia a comprometerse con el riguroso entrenamiento diario, pero al ver la emoción en los ojos de su padre, no pudo resistirse.

Pronto se encontró compitiendo contra un joven arrogante y terco que se negaba a aceptar la derrota. Él era el campeón indiscutible de su equipo, acostumbrado a ganar en la categoría masculina y ansioso por extender su dominio a la categoría mixta. Sin embargo, no había contado con encontrar en Geon a una oponente digna.

La victoria de Geon, obtenida por un único punto de más, fue un golpe devastador para él, y sus lágrimas de humillación ante sus compañeros, entrenador y padres, solo avivaron el fuego de su rivalidad.

La situación actual en la que se encontraban era todo menos divertida. Con sus padres reunidos en la oficina del director, la muchacha y JungKook se enfrentaban a una batalla que iba más allá de las pistas de esgrima: la tensión entre sus padres, alimentada por años de rivalidad y resentimiento, se desataba en una tormenta de acusaciones y gritos.

— ¡Mi hija no está embarazada! —exclamó la madre de Geon, señalando acusadoramente a la madre de JungKook— Si lo estuviera, ¡Yo sería la primera en enterarme! Esta mujer siempre ha tratado de sabotear a mi Geon, ¡Todo porque su hijo supuestamente prodigioso no puede vencerla en un duelo!

La madre de JungKook no se quedó atrás en la guerra de palabras.

— ¡Tu hija es una cualquiera que intenta atar a mi hijo con un niño que no es suyo! ¡Se acuesta con otros y luego engaña a un joven inocente como mi Kookie!

El estallido de la madre de Geon estuvo a punto de convertirse en una confrontación física, pero JungKook interrumpió con determinación. Golpeó la mesa del director con las palmas de las manos, su mirada fija en su madre.

— ¡Basta! —exclamó con voz firme— No permitiré que sigas hablando así de Youn Geon. Decidimos seguir adelante con el embarazo porque creemos que algo bueno puede surgir en medio de este caos. Me ilusiona tener a alguien a quien amar y que me ame a mí, porque es lo que un padre debería hacer. —apretó el puño, mirándola fijo— Mamá, ¿de verdad me amas, o soy solo el reflejo de tus frustraciones?

El silencio que siguió fue ensordecedor, interrumpido solo por el sollozo de la madre de Geon, quien había terminado de aceptar el embarazo de su hija menor.

— No. —por el hombro, vio a su esposo ponerse de pie— Eres más parecido a mí de lo que esperaba, JungKook. Estás cometiendo los mismos errores que yo cometí en el pasado, y me temo que hasta que no abras los ojos, perderás a tu verdadera familia. Abstente de llamarnos. —y colocando su costoso bolso negro en el hombro, emprendió camino a la salida— Que tenga un buen día, Director Cho.

— A-Ah, pero señora Jeon…

De un portazo, ella se marchó.