Dieciocho.

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Shuhua realmente disfrutaba esa paz de leer un libro de relatos cortos de comedia bajo la sombra del árbol en su jardín trasero.
 
No había preocupaciones, su corazón estaba feliz, su mente despejada. Eran solo ese libro y ella, y la música de fondo.

Finalmente, las vacaciones de verano habían llegado.

Los estudiantes tendrían un largo descanso de dos meses que les ayudaría a recargar energías para lo que restaba del año, por lo que mucho peso había desaparecido de los hombros de las jóvenes.

Y Shuhua estaba dispuesta al cien porcien a disfrutar sus vacaciones.

Iba a dormir mucho, leer todos los libros que había acumulado, y convencer a su madre de salir por las tardes con sus amigas, aunque fuera una vez a la semana.

Aunque las escapadas a casa de Soojin por las tardes antes de que sus padres llegaran a casa nadie las iba a detener, por supuesto.

— Shuhua —le llamó su madre acercándose a ella—. Voy a pedirte algo. Y necesito que me hagas caso sin rechistar, ni cuestionar nada.

La menor temía que fuese a obligarla a cualquier cosa. Últimamente su madre se estaba comportando muy extraño.

Entonces, cerró su libro y se colocó erguida para mirar con atención a su progenitora.

— ¿Qué cosa?

— Vete a casa de alguna de tus amigas —pronunció la mayor suspirando para después acariciar el cabello de su hija con parsimonia—. A cualquiera, no tiene importancia. Mientras no sean Soyeon, Miyeon o Soojin. Ten en cuenta que entre más lejos de la urbanización estés, será mucho mejor.

— ¿Qué? ¿Por qué? —dijo la muchacha frunciendo el ceño mientras dejaba de lado su celular y su libro.

— Pasaron y pasarán muchas cosas estos días, y lo mejor para ti será estar lejos de casa —susurró acunando el rostro de su hija entre sus manos, su semblante se veía triste—. Sólo será una semana. Tómalo como unas vacaciones más divertidas que estará encerrada en casa, ¿sí? No tiene porque ser malo, incluso te podrías divertir. Realmente necesito que lo hagas, Shuhua. Luego te lo explicaré todo, lo prometo.

— Pero...

— No hay tiempo, hija —apresuró la mayor secándose unas lágrimas que habían salido sin permiso mientras se ponía de pie—. Ve, recoge tus cosas. Todo lo que necesites, si es más mejor.

La menor no entendía qué estaba pasando, ni porqué su madre se veía tan vulnerable y asustada en ese momento. Se comportaba como si fuese el fin del mundo.

Entonces, sin decir nada más, hizo caso a su madre y se puso de pie luego de recoger lo que había estado utilizando para irse a su habitación.

Una vez más se vio obligada a tomar su mochila y hacer maletas temporales para salir de su casa sin motivo aparente. "Solo lo necesario" pensaba mientras acomodaba su ropa, pensando en que no sería mucho tiempo y que podría regresar a casa y todo estaría como siempre.

No quería pensar que fuese grave, pero en el fondo estaba muy preocupada.

— Mamá —susurró la pelinegra quedándose frente a su progenitora—. ¿Qué sucede? ¿Por qué debo irme solo yo? ¿Qué hay de ti?

— Te lo explicaré después, de verdad. Por mí no te preocupes, yo estaré bien, ¿sí? —pronunció la mayor depositando un suave beso en la frente de su hija, regalándole una pequeña sonrisa segundos después—. Cuídate mucho.

La menor asintió lentamente, y entonces giró sobre sus talones para salir de casa.

Por alguna razón, sentía como qu fuese una despedida; tanto del lugar como de su propia madre.

𖥔 My First And Last ── soohua. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora