—regulus black
【nameless】. . . . .
Él. Un Slytherin. El hijo menor de la familia Black, futuro seguidor del Señor de las Tinieblas.
Ella. Una leona dorada y escarlata. Hermana menor del gran James Potter, la sombra de su hermano mayor y una marginada donde quiera que este.
Ambos cursaban su quinto año de la escuela Hogwarts de magia y hechicería. Sus destinos estaban entrelazados, ellos no lo sabían.
Él, la volteaba a ver cuando estaba distraída, veía su cabello azabache que caía sobre sus hombros, la veía sentada en la mesa escarlata sin compañía alguna, sin que nadie le prestara atención a su belleza, ignorada hasta por su hermano.
Ella, lo observaba a escondidas, no como espía, sí no como coincidencia, a veces sentia miradas en su nuca, volteaba y solo lo veía a él hablando con sus "amigos", al menos creía que eran sus amigos, ella nunca a hablado con él para comprobarlo.
Sus miradas nunca coincidieron. Los ojos avellana nunca conectaron la mirada gris de la serpiente.
Su historia no comenzó.
¿Siempre se presentan a los personajes, estos tienen destinos entrelazados y empieza su historia de amor?¿Qué pasa sí demoran demasiado en dar el primer paso?¿Y si el camino que tienen que recorrer es largo y el primer paso es muy corto?
Cuando estaban en sexto año, fue la primera vez que sus miradas se toparon, fue un accidente, uno que revolvió todos sus sistemas. Chocaron. Así de simple. Lastima que solo fue un choque, no ocurrió lo de las historias de amor, una simple conclusión, que no inicio ninguna historia, la historia que esperaban ambos.
Fue en séptimo año cuando se dirigieron las primeras palabras, era su ultimo año en Hogwarts, ya era hora. Paso en la biblioteca, ocurrió como un cliché cualquiera. La chica buscaba un libro sobre criaturas marinas. Él la vio y decidió que se toparían por accidente.
Sus manos rozaron, sus mejillas enrojecieron y sus corazones casi explotan. ¿Como ocurría eso sin siquiera haber hablado? No conocían el sonido de la voz del otro, ninguno de los dos sentía algo por el aspecto físico del otro, era algo sentimental indescubierto.
-Yo iba a tomar ese libro- dijo ella sin importarle mucho su corazón bombeante.
-Que triste, yo lo usaré- dijo Regulus sacando el libro de la estantería.
-Pues, yo lo toque primero- dijo arrebatandole este de las manos.
-Igualmente, yo lo tomaré- dijo el quitandocelo nuevamente- no me importa cuán linda seas- ahí es cuando arrojo la bomba, quería ver en que terminaría eso.
-En ese caso, a mi no me importa cuan hombre te creas al decirme eso- dijo sacando su varita- porque eso- apunto con la varita el libro, que escapó repentinamente de las manos de Regulus, para parar en los brazos de la azabache- es para mi- miro gloriosa la portada del libro, para leer: Guía básica de transformaciones de gatos- ¡Demonios!- susurró, pero aun así el otro la escucho.
-¿Que sucede?- pregunto Regulus, con una pequeña sonrisa en el rostro.
-Este no era el libro que necesitaba- hizo un puchero como niña pequeña, lo quito rápidamente y miro a Regulus con timidez- Lo siento- dijo muy bajito.
-No te escuche- si la escucho.
-Lo siento.
-Sigo sin escuchar- volvió a escuchar.
-Dije... ¡Lo siento!- gritó.
-Señorita Potter, le voy a pedir que salga de la biblioteca ahora mismo- dijo la muy alegre bibliotecaria pensó la chica.
La chica se fue regañadientes, no sin antes tomar rápidamente un ejemplar de Criaturas marinas del Atlántico.
-¡Hey!¿Por qué esa cara larga?- pregunto una voz frente a ella.
-Otra vez tú, y yo que creía que eras un chico silencioso- dijo ella con tono irónico.
-Lo soy- ella lo miro con una ceja en alto- A veces- agregó Regulus.
-¿Por qué nunca hablamos?- dijo con una sonrisa, que dejaba ver sus dientes- Creo que me agradas.
-Creo que nunca nos atrevimos a hacerlo ¿no?
-Creo que no- dijo ella mirando el suelo- Mm... ¿Cómo te llamas?
-Regulus Black...
-¡Black!... ¿Cómo... cómo Sirius?- dijo ella con los ojos tan abiertos que dejaban ver a la perfección sus orbes castaños como la canela.
-Si- dijo secamente, no le gustaba que mencionaran a si hermano, ese traidor de la sangre- es mi hermano mayor, pero no compares con ese traidor de la sangre.
-¡Ay no! Eres otro de los super estrictos con el tema de la sangre- dijo rodando los ojos- ¡Ya, que! Cada uno con sus crianzas ¿no?
Le sorprendió que la chica le diera igual que él fuera así, pero notó que ella era una traidora de la sangre ¿tal vez era una sangre sucia?
-¿Y tu nombre?- pregunto rápidamente, sin sentimiento alguno en su voz, la chica pensó que el chico tenia un trastorno de bipolaridad o algo así.
-Soy Potter, si te lo preguntas por el estatus sanguíneo- dijo molesta, el chico pensó que la chica estaba en esos días femeninos en los que se cambia constantemente te de animo- Y no me compares con ese bromista- dijo en un intento fallido de imitar la frase del chico- Bueno, adiós.
-Pero no me dijiste...- la chica estaba bastante lejos como para escucharlo- tu nombre- susurro para él mismo, ya que nadie más lo escuchaba.
Las veces que hablaron fueron pocas, pero suficientes para que la esencia del otro quedara grabada en su mente cada segundo.
[.....]
Ahí estaba él, arrastrado por inferís hasta las profundidades, ahogándose. Pensando en ella, porque ella era su único pensamiento. Jamás supo su nombre ¿se necesita un nombre para amar? No, se necesita un ser. Y él, Regulus Black, la encontró a ella. Cada mirada perdida iba dirigida a esa persona, cada sueño esperanzador, en los cual era la protagonista. El beso. Su primer beso de sus labios era perteneciente a quien gobernaba en su mente y corazón.
¿Y ahora? Recordaba sus momentos juntos, porque serian los únicos que tendrían. La dejaría sola. La chica sin nombre. No era muy original pero era cierto. El amor que creyó jamás sentiría no poseía nombre, pero si sonrisa, ojos, mente y sobre todo, un órgano palpitante en el pecho.
¿Por qué la tenia que dejar? Él nunca quiso dejarla, pero estaba muriendo, estaba dedicándole sus últimos pensamientos a ese corazón latente, no como el de él. Quizá la verían en otra vida y su historia tendría otro final. Pero este es el que vivía, más bien, vivió, en esos cortos momentos que llamó vida.
Ahora ella lloraría, porque cuando la miraba a los ojos, ella sentia lo mismo, pero era fuerte, seguiría adelante, aprendería a vivir con los pocos recuerdos que tienen juntos.
Su amor no termino, tampoco tendría más capítulos, era un final abierto, ese final que todos odian, menos ellos, ese final llenaba sus corazones. Era su historia de amor. Un amor sin identidad. Ya saben, sin nombre.
¡Hola! Les traigo esta historia del bello Regulus Black, que tarde millones de siglos en escribir, ya saben, cuando llega la tarea y le ponen tiempo de entrega hay que hacerla.
Tratare de organizar mi tiempo y escribir más a seguido, por ahora...
¡Hasta (espero) pronto!