Despertó con un dolor increíble en el cerebro, para él era normal desde hace mucho tiempo, mejor dicho desde que tenía memoria pero sentía que jamás en su vida se acostumbraría a levantarse de esa manera tan horrible. Se levanto de la cama y miro su alrededor, estaba en esa habitación gris con solo la cama, ¿muebles? No, no había, solo la cama y un reloj de pared pero no importaba ya que casi nunca estaba ahí, solo lo estaba para dormir.
El niño tenía unos 11 años aunque se expresión fría lo hacía parecer más grande, su pelo era completamente negro y revoltoso, sus ojos eran amarillos, un color muy exótico para cualquiera que lo viera, solo que tenía un parche que tapaba el derecho y su piel era muy palida.
Miro el reloj relajado, 4:00 a.m., esa hora era normal para levantarse, todos los días a las 4:00 o... Bueno, había un castigo, uno que no le agradaba nada.
Se estiro y se levanto de la cama, hoy iba a ser un día normal, para él. Abrió un cajón que estaba instalado en la pared y saco una camiseta y un pantalón.
Se quito el blusón negro que tenía puesto, donde terminaba su columna vertebral se deslizo una cola era negra. Le llegaba hasta la planta de los pies, esta se movió de un lado a otro suavemente. El niño se comenzó a vestir como si nada, esa cola había aparecido desde aquel día.
Termino de cambiarse y se sentó en la cama, miro el reloj, 4:29.
—Cinco...- comenzó a contar en voz baja y seca— Cuatro... Tres... Dos...- 4:30.
En ese mismo instante se abrió la puerta metálica y un hombre con bata entro. Era mayor de edad, su cabeza calva tenía arrugas al igual que todo su cuerpo, sus ojos eran cafe obscuro, no era muy alto pero la bata blanca, los pantalones caqui y los zapatos negros y bien pulidos lo hacían ver más alto y joven. Tenía una placa en el pecho que decía "Edgar A."
—Buenos días 08— lo saludo seco, como si le hablara a un objeto.
—Buenos días Doctor Edgar— lo saludo el niño de la misma forma pero con respeto.
-—Vámonos—le ordeno el mayor.
Los dos salieron de la habitación, fuera había muchas más personas con la misma ropa que el medico, en sus placas se leía solo su primer nombre y la primera letra de su apellido, todos estaban en sus asuntos, no tenían tiempo de ver ni por donde pisaban. Ese trabajo era complicado, además que debías guardar en secreto todo lo que vieras o escucharas en ese lugar, la mayoría de los que trabajaban ahí eran buenos doctores que, o no tenían una buena relación con su familia, o ni siquiera tenían.
Los dos seguían caminando, el niño estaba acostumbrado a este ambiente tan laborioso. ¿Cómo no acostumbrarse después de pasar toda tu niñez ahí encerrado?, después de que le quitaran toda su vida de humano y la convirtieran en la vida de un sujeto de experimentos.
Entraron a una sala, esta era blanca y tenía una camilla de metal en medio, a un lado había una charola sobre unos cajones y a un lado había un hombre de unos 27 años. Su cabello era café y sus ojos azules, usaba unos lentes un poco cuadrados y tenía la misma ropa que todos, en su placa decía "Tobías G."
—Buenos días Doctor Edgar— saludo amablemente mientras guardaba su teléfono.
—Nada de teléfonos en el área de trabajo, señor Grayson— le contesto seco el mayor.
—Buenos días Oliver— saludo de la misma forma amable a el niño.
—Buenos días— saludo serio.
Tobías nunca había estado feliz con ver al niño ahí, le daba pena pensar que los doctores habían tenido a un pobre niño en una situación tan espantosa.
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Child experiments [Niño de experimentos]
Science-FictionEs duro perder tu vida, en especial si te es robada a la fuerza. Oliver, llamado 08 por los científicos que cuidan de él, tuvo que perder 10 de sus 11 años de vida en un laboratorio donde lo han tratado como un experimento, un objeto sin vida, voz n...