Todos cometemos errores, a veces muchos más de los que somos capáces de recordar. Uno se esfuerza por evitarlos, por ignorar aquello que sabemos que nos lastima y que lastima a los nuestros.
Tratamos todo el tiempo de recordarnos lo que debemos hacer. Una voz incesante en nuetra cabaza que nos recuerda lo que esta "bien" y lo que esta "mal", como un molesto insecto que no deja de hacer ruido, que no te permite escuchar todo aquello que hay alrededor.Pero.. es mu fácil acallar esa vos, incluso tan fácil como aplastar un pequeño grillo.
Y justo en ese instante en el que acabaste con tu maldita conciencia, ese momento en el que escuchas todos, cada uno de tus deseos, cada promesa de satisfacción inmediata, cada falsa esperanza de sencillas soluciones, cada ilusa sensación de poder. Cada mentira se endulza y se convierte en nuestra mejor amiga, insitandonos, retandonos a buscar otra igual a ella simple y tan breve como la anterior.
Tan fácil es hacer que se vaya como tan difícil es hacerla volver.
Es como si todo el mundo se moviese más rápido, como si una hora cabiese en un segundo, ese segundo en el que tomaste la desición equivocada. Ese segundo donde tus peores demonios surgen, te obligan a hacer aquello que temes, te empujan a volverte un objeto de burla, te llevan a los mismo límites de tu ser.
Pero ellos también te muestran quienes son, en realidad, tus verdaderso amigos.Tus errores te ayudan a distiguir quien estará a tu la do siempre y quien estaba solo esperando el momento adecuado en el que caigas para poder patearte mientras estes en el suelo luchando por levantarte.
Distinguir entre quien va a hacer lo mejor para vos, en vez de señalarte con aquel maldito dedo cuyo dedo, estoy seguro, debe reparar más culpas que yo.
Y diferenciar entre cientos de miles de bestias hambrientas disfrazadas con los más adorables rostros, clazando de las sonrisas más brillantes cual comercial de pasta dental,y vistiendo de las palabras más filosas hermosamente escondidas; bestias sedientas e insasiables que claman por tu orgullo, piden a gritos que te despojen de tu respeto y dignidad; a diferencia de quienes de verdad te aprecian, te levantan del suelo, limpian tus lágrimas, y a gritos y maldiciones seguidos de tu nombre exigen que no te rindas.
Y no lo haces, continúas. Recuerdas que nadie puede ni va a juzgarte.
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El Oscuro
RandomTodos sentimos dolor alguna vez, todos y cada uno de nosotros sintió alguna vez esa punzada en el pecho, o tal vez en la nuca, esa falta de aire, o esas simples ganas de gritar y de hacer pedazos aquel objeto que tengamos mas cerca. No podemos contr...