• • • 『 C A P I T U L O 5 』 • • •

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LAS SEMANAS TRANSCURREN CON NORMALIDAD, A EXCEPCIÓN del espectáculo que Katniss Everdeen montó en su distrito defendiendo a su primo Gale de las garras de uno de los agentes de la paz que lo azotaba en su plaza, arrastrando con ella a Haymitch y Peeta, en otro acto de rebelión que no ha notado por defender a los suyos, pero que todo Panem sí, en especial los rebeldes. Sé que es el fin de la chica, que incluso su compromiso no ha sido suficiente porque terminó de arruinarlo con creces con su gran espectáculo y siento pena por ella.

Johanna me ha llamado, tal como pedí, para contarme de sus pesadillas y yo la tranquilizo contándole historias, logrando que ría y conversamos de nuestras vidas, intentando que todo siga con normalidad, pero sabemos que no es así; por supuesto, aunque quiera evitarlo, hablamos del chico del distrito cuatro, pero le he asegurado que no le he llamado más y que las veces que me llama intento no hablar demasiado con él. Según Johanna, no puedo dejar de hablarle, porque somos amigos sobre cualquier cosa, pero que hacerlo menos necesario en mi vida será sano para mí y podré superar lo que sea que me pasa a su lado.

Claro, jamás decimos nombres.

El día ha llegado y Kenneth se encuentra a mi lado, como cada año, para ver el informativo del Capitolio para los juegos de este año, aunque, claro, sabemos que será especial porque es el 75° Juegos del Hambre, un vasallaje. Haymitch había ganado el segundo y yo solo pude apreciar las repeticiones, sin embargo, él no quedó bien después de eso y lo sé con una mirada, porque me ha llamado la noche anterior y no ha dicho nada más que un saludo y su respiración durante quince minutos antes de despedirse y colgar.

Nunca estoy lista para las sorpresas del Capitolio, pero sé que este año debo ir como mentora sí o sí, tenga lo que le tenga que cambiar a Enorbaria u otra vencedora para estar ahí. Necesito estar ahí. Kenneth y yo nos sentamos en mi sofá de piel, mantenemos nuestras tazas humeantes en nuestros dedos debido al frío del invierno que se avecina; coloco ambas piernas encima del sofá y me acomodo el suéter blanco invierno en mi cuello, mientras acerco la taza a mis labios impregnándome del té con aroma a canela.

Suena el himno y la garganta se me contrae de asco al ver al presidente Snow subir al escenario con el ánimo de siempre, ese que me da repulsión. Lo sigue un joven con traje blanco que sostiene una sencilla caja de madera. Termina el himno y el presidente empieza a hablar para recordarnos a todos los Días Oscuros en los que nacieron los Juegos del Hambre. Cuando se elaboraron las reglas de los juegos, se determinó que cada veinticinco años el aniversario se conmemoraría con el Vasallaje de los Veinticinco. El presidente Snow nos cuenta lo que sucedió en los anteriores vasallajes y tengo la sensación de que es una advertencia para los rebeldes.

— En el veinticinco aniversario, como recordatorio a los rebeldes de que sus hijos morían por culpa de su propia violencia, todos los distritos tuvieron que celebrar elecciones y votar a los tributos que los representarían — Habla como si no estuviesen todos nerviosos porque sus nombres salieran en la urna —. En el cincuenta aniversario — sigue diciendo el presidente—, como recordatorio de que murieron dos rebeldes por cada ciudadano del Capitolio, todos los distritos enviaron el doble de tributos de lo acostumbrado.

Escucho con atención porque sé lo difícil que fue ese año, enfrentarse a cuarenta y siete enemigos, en vez de veintitrés. Las probabilidades eran nulas y al final eran más niños muertos, más sangre; y ese año la victoria fue de Haymitch. Una de la que no se siente orgulloso, bueno, en realidad, nadie se siente orgulloso luego de ganar los juegos del Hambre.

— Y ahora llegamos a nuestro tercer Vasallaje de los Veinticinco — dice el presidente. El niño de blanco da un paso adelante y sostiene en alto la caja mientras él la abre. Vemos las ordenadas filas de sobres amarillentos en vertical. El presidente extrae un sobre marcado claramente con un 75, mete el dedo bajo la solapa y saca un cuadradito de papel. Sin vacilación, lee—: En el setenta y cinco aniversario, como recordatorio a los rebeldes de que ni siquiera sus miembros más fuertes son rivales para el poder del Capitolio, los tributos elegidos saldrán del grupo de los vencedores.

I. Revolución ━ Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora