I. Revolución ━ Finnick Odair

• • • 『 C A P I T U L O 3 』 • • •

TAL COMO KENNETH HABÍA INSINUADO, EL PRESIDENTE SNOW ME HABÍA MANDADO A buscar al distrito 2 para pedirme explicaciones de mi actitud con los del distrito 12. Por supuesto, nadie había escuchado nuestra conversación en esas paredes, así que mis respuestas fueron totalmente superficiales, indicando que no quería sentir mi lugar amenazado por una niñita que no sabía lo que hacía y que su romance alimentaba las esperanzas de los demás. Quizás por todos los años que lo conocía, supe usar un tono de voz adecuado y terminó por sonreírme burlón y responder que Katniss Everdeen no podría llegar a compararse conmigo en el Capitolio, que no eran lo que buscaban. Claro, fingir estar agradecida y aliviada de su respuesta, me llevó a quedarme unos días en el Capitolio siendo dama de compañía de algunos de sus personas cercanas, las que tenían un poder adquisitivo elevado.

Mi equipo de preparación de todos los años, no se encontraba disponible, debido a un nuevo desfile al que los había enviado Snow, y porque mi visita al Capitolio no estaba prevista desde antes. Sin embargo, se las habían ingeniado para enviarme varios vestidos para usar durante mi estadía en el Capitolio y con las personas con las que tendría que pasar mis días, tardes o noches, según la indicación del Presidente Snow. El día de hoy, en específico, usaría un vestido oscuro, ya que era una fiesta temática y el tono predilecto era el negro. 

El equipo de preparación que estaba a mi cargo, por el momento, utilizó maquillaje para destacar mis ojos celestes, me recogieron el cabello en alto para permitir la vista a mi cuello y alisaron mi cabello; mis labios permanecieron neutros, aunque morían por utilizar otros tonos; el vestido fue el que robó toda mi atención y mi buen carácter: usaría un vestido totalmente ajustado a mi cuerpo, una tela negra transparente con bordados de distintos tamaños y diseños que se acomodaban en la fina tela, asegurándose de tener más de ellos en zonas estratégicas de mi cuerpo para no decir que estaba desnuda. El escote era pronunciado, sin embargo, las mangas del vestido se sujetaban a este para dar un toque más sensual

Me miré en el espejo una vez más y me puse los zapatos de tacón, pensando en lo que debía de hacer aquella noche y los días que me quedaban, pensando en cómo una persona podía tener tanto poder como para destruirte con una simple orden. Snow sabía que me tenía en sus garras y no había forma en la que pudiese liberarme, pero eso no implicaba que yo no supiese hacer un trabajo mejor, consiguiendo información valiosa, teniendo poder del que él no sabía. El dinero no me hacía falta, hace mucho que no vivía de algo tan corriente, pero sí me había percatado desde muy pequeña que tenía un mejor precio: poder. Sólo personas de altos rangos y con poder de decisión pasaban por mis aposentos, con alguna decisión del Capitolio que me pudiesen ofrecer y ellos la harían cumplir. Así Snow jamás se enteraba de que la mayoría de sus opciones, en realidad también pasaban por mí.

— Selene Ravenscroft — saluda Plutarch Heavensbee con una gran sonrisa. Su mano toma la mía para depositar un beso en ella —. Tan fantástica y hermosa como siempre. Un real gusto verte por aquí, le das un aire más exótico a estas fiestas.

— Plutarch, el gusto es mío — le sonrío de vuelta. Ambos tenemos tantas cosas que decirnos, pero no es el momento —. Supe que estuviste consolando a la familia del señor Crane, una lástima lo de su accidente, ¿no crees?

— Lamentable, una pérdida realmente lamentable — se encoge de hombros. Nos conocemos tanto, que sabemos que en realidad no le importa en lo absoluto —. Por cierto, ¿no me vas a felicitar por mi nuevo cargo?

— Por supuesto que sí — me acerco para abrazarlo. Mis labios se posan en su oído —. Cargo que yo te conseguí, cariño mío, no lo olvides.