1- Armándome de valor

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-¿Sehun?...¿Sehunnie?

-Hummm??? - murmuro apenas audible, sin prestar atención a mi alrededor.

-Debemos darnos prisa, la clase comenzará pronto - escucho el eco de la voz de mi amigo, cuando su cuerpo abandona el asiento junto al mío. Pero en estos instantes, mi prioridad no es la clase de historia con el molesto profesor Jumyeon, tampoco tener una asistencia perfecta y mucho menos el almuerzo de mi bandeja, el cual, a duras penas he tocado.

Mi prioridad es aquel chico... Sí, justo aquel que se encuentra sentado a cuatro mesas de distancia de mí, el chico que no usa uniforme como los demás y viste completamente de negro desencajando por completo en este instituto privado invadido de chicos pomposos y estirados. Aquel chico cuya mirada es tan fría y oscura como su propia alma. A ese, a quien todos, incluyéndome, le temen; pero no por su apariencia, su altura o sus dotes de meterse en peleas, sino por los negocios en los que está envuelto, en esos negocios que todos comentan. Trago fuerte y le lanzo una mirada por el rabillo del ojo a mi objetivo, antes de volver mi vista en mi amigo.

-Tengo que hacer algo antes, cúbreme ¿Si? - pido, forzando una sonrisa tímida en mis labios. El tuerce su boca dudoso pero al final solo responde:

-Vale, pero no te tardes mucho, no pienso quedarme en detención, otra vez, por tu culpa.

-¡Gracias!, baek - balbuceo pero el no responde, niega con su cabeza en señal de desaprobar mi actitud y se aleja tomando su bandeja vacía. Me tomo mi tiempo para analizar lo que haré cuando veo el cuerpo de Baekhyun atravesar la puerta de la cafetería.

Tomo aire y exhalo débilmente para llenarme de las agallas necesarias para emprender la locura que planeo hacer. Alejo la bandeja deslizándola por la mesa y me levanto torpemente. Saco de los bolsillos de mi pantalón a cuadros, el dinero que he podido ahorrar por mis mesadas, el cual no es mucho, solo una pequeña cantidad mensual para que "según mi padre" aprenda el valor del dinero.

El dinero hormiguea en mi palma cuando es apretado con tanta fuerza que siento mis uñas clavadas en mi sudorosa piel.

Avanzo a paso lento e inseguro, mi corazón golpea con fuerza y brusquedad mis costillas, tanto que temo que pueda quebrarlas y salirse de mi pecho. El miedo y la ansiedad se filtran por mis poros, y mi rostro arde. Mientras más me aproximo a su mesa la falta de aire hace presencia en mi sistema, ahogándome, asfixiándome. Aprieto más, si acaso es posible, el fajo de billetes en mi puño.

Cuando estoy lo bastante cerca me detengo, doy un rápido vistazo a su bandeja, completamente llena. Una de sus manos está atareada con su móvil y la otra sostiene un cigarrillo casi terminado. Frunzo el ceño. Es obvio que este chico hace lo que se le venga en gana. A mi me envían a detención por faltar a clases, pero el fuma y nadie interviene.

Carraspeo para hacerme notar, pero él está ignorándome. Abro la boca para decir algo, pero cambio de idea y vuelvo a cerrarla mientras muerdo mi labio inferior para que deje de temblar.

-D-disculpa - tartamudeo tan bajo que llego a pensar que solo yo he podido escuchar la única palabra que pude articular, pero para mi sorpresa, el levanta su cabeza, me lanza una mirada que destila frialdad, recorre descaradamente mi cuerpo hasta detenerse en mis ojos. Escalofríos desfilan por mi cuerpo cuando nuestras miradas se encuentran.

Sus largas pestañas me muestras unos hermosos ojos de color verdes tan brillantes que la verdad, no me esperaba que alguien tan cruel pudiera tener esos ojos tan embelesa-dores. De pronto la falta de aire se agudiza, ladea la cabeza a un lado y da una fuerte calada a su cigarrillo, sus labios rosados se fruncen un poco y el humo sale de su boca, su mano viaja a su plato, apagando el cigarro en el sándwich sin morder.


Bajo los efectos de Chanyeol (CHANHUN) EróticaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora