XIII

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Al día siguiente me costó mucho levantarme de la cama para ir a ver a Frank, pues a pesar de que había estado ahí acostado durante unas 20 horas seguidas, no había dormido casi nada. No sabía cómo sentirme, en parte estaba confundido porque Frank había querido besarme siendo yo; por el contrario, me odiaba un poco por evitar aquel beso, pero es que si bien Frank estaba algo idiota para no asociarme con Claudia, no podía ser tan estúpido como para pasar mi beso desapercibido, además, ¿qué se suponía que iba a hacer? Igual tenía que decirle la verdad. Lo mejor era cortar la amistad de Frank con Gerard, y esa noche, que sería Claudia, revelarle toda la verdad para acabar con esa farsa. Iba a decírselo en el restaurante por mera cobardía, pues pensaba yo que estando en un lugar público, su reacción no podía ser ni a golpes ni escandalosa, lo conocía, hablando en medio de muchas personas iba a tratar de controlarse o incluso entender mejor las cosas, era lo más práctico para ambos.

Frank llegó a mi edificio a eso de las ocho, estaba recargado en la pared enfrente de la puerta de mi departamento: serio, como ausente. Me acerqué y noté que se esforzaba por sonreír.

―Hola, hermosa ― susurró y me dio un beso en los labios, simplemente le sonreí leve, no quería fingir que no sabía qué le pasaba, pero si quería mantener esa farsa hasta que llegáramos al restaurante y le confesara la verdad, tenía que preguntarle.

― ¿Estás bien? ―le acaricié la mejilla, me sentía sucio, pero quería aprovechar todo tacto posible, él tomó mi mano y la apegó contra su pecho.

―Estoy bien. ― asentí y tomé su mano para caminar al elevador. Claro que si veía la situación desde ojos ajenos resultaba grotesco y grosero que como "novia" no preguntara más, pero quería posponer hasta donde pudiera.

Caminamos hacia el ascensor, Frank se detuvo apenas si avanzamos un par de metros, se quedó con mi mano unida a la suya, absorto en sus pensamientos, luego soltó un suspiro y me vio, soltando mi agarre.

―Ayer pasó algo. ―me vio con culpa, pude intuir que se sentía una mierda por casi besarse conmigo en el centro comercial. De verdad que no quería seguirle la corriente, pero debía de.

― ¿Qué pasó?

―Estoy confundido ― recargó su espalda en la pared más cercana ―No sé qué está pasando conmigo. ― estiré mi mano y la apoyé sobre su hombro.

―Está bien...

―No está bien ― volteó a verme con irritación hacia sí mismo. ―Ayer fui con mi amigo Gerard al centro comercial y... ― lo interrumpí con un beso.

Sí. Estaba mal, claro que estaba mal interrumpirlo de esa forma, pero no quería alejarlo, lo que menos quería en ese momento era decirle la verdad. ¿Por qué no podía simplemente seguir con mi farsa sin salir herido? Estaba consciente de lo egoísta que era mi decisión, que estaba siento infantil, irrealista y completamente estúpido, pero no quería decirle la verdad, alejar a Frank iba a dolerme mucho más que lo de Bert, para esa altura amaba a Frank.

Él me correspondió con un suspiro, metió sus manos entre mi cabello y alargó el beso hasta que no pude respirar. Me vio a los ojos apenas separándose de mis labios, abrí la boca para decir algo pero me empujó contra la pared paralela a la que estábamos y volvió a besarme. Sentí una energía distinta a ninguna otra vez, empecé a creer que me estaba hipnotizando, pues pronto olvidé todo lo que tenía que hacer. Sólo quise sentirlo, besarlo, saber que estaba ahí. Sin que me diera cuenta me llevó a besos hasta la puerta de mi departamento, metió la mano en mi abrigo y sacó mis llaves. Volví a tocar el suelo.

―Frank... ―abrió mi puerta y me jaló por la muñeca, me atrajo de nuevo a su círculo de besos ―Frank ―suspiré, me besó el cuello y olvidé lo que tenía que decirle. Después sentí su mano debajo de mi vestido corto y caí en cuenta de que me había prendido en llamas.

― ¿Qué...? ― se separó empujándome con impresión, sus ojos se abrieron con una magnitud que nunca había visto. Toda la sangre se me subió a la cabeza.

―Frank... ― con un brusco movimiento me jaló un tirante y se llevó de largo una de las siliconas de mi relleno. Cometí el error de verlo a la cara, después mi instinto me hizo apretar los ojos cuando me tomó con brusquedad por el otro tirante del vestido y alzó un puño para golpearme, pero el golpe no llegó, escuché un gruñido que me partió hasta el alma y me soltó con la misma hostilidad que me había tomado, caí de espaldas. Empecé a temblar, Frank salió azotando la puerta con todas sus fuerzas. Me quedé en el suelo, con la respiración entrecortada, después me puse a llorar.

tacones |frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora